domingo, 27 de octubre de 2013

EL PRECIO DE LA LIBERTAD.


 
            El diccionario de la Real Academia define libertad como “la facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Está definición tal vez excesivamente centrada en los actos, en el obrar, deja a un lado el concepto de libertad asociado a la expresión de una determinada forma de ver el mundo o cada una de las circunstancias que lo componen y determinan en cada momento. Es a ese concepto de libertad de expresión al que se refería George Orwell cuando decía “libertad es la libertad de decir que dos y dos son cuatro. Admitido esto, se deduce lo demás”.

 

         He venido expresando en diferentes artículos que el leonés siente una cierta pasión por la libertad. Pasión que cada uno luego ha interpretado a su manera y forma particular. Es esa libertad que se arraiga en la persona como ser individual y que desde ella se vuelca en el ámbito social. Es el punto común que encontramos entre los grandes anarquistas leoneses y el de las ideas liberales en una concepción tal vez más conservadora de esa idea de libertad.

 

         La libertad es plural y rechaza la uniformidad social y cultural. En esa idea el concepto leonés de España que ha desarrollado a lo largo de toda su historia (por ejemplo a través del Regnum Imperium Leonés) es de España como “unidad en la pluralidad”. Concepto que históricamente ha contrastado con el de Castilla más asociado al ámbito militar (Castilla viene de “castillos” y su propia historia se vincula muy directamente a la reconquista, a el Cid como gran héroe castellano o la capitanías generales de Valladolid o Burgos).

 

         En nuestra sociedad actual la libertad tiene un precio. Desde el poder político se ejerce un control directo o indirecto sobre los medios de comunicación (en ocasiones directo al colocar personas afines a sus ideas en los puestos directivos y otras veces de forma indirecta a través de la contratación de publicidad que se utiliza como premio o castigo a ese medio en función de cual pudiera ser su línea editorial).

 

         Pero ese precio de la libertad llega también al mundo de las asociaciones o del mundo profesional. Ejemplo de esto lo podemos tener en la las orquestas de música leonesa que por llevar el apelativo leonés se ven privadas de las subvenciones de la Junta o de aquellos profesores universitarios que en privado exponen ideas que no se atreven a hacerlo públicamente por si ello afectase a su carrera profesional. Lo mismo podríamos decir de tantos ámbitos de la vida que se ven afectados por la influencia de una economía pública.

 

         Decía André Malraux que “la libertad pertenece a los que la han conquistado”. Tal desde esa concepción de “conquista” nuestra sociedad se siente demasiado distante de “correr los riesgos de liberarse de sus propias mordazas”. Se envejece al ritmo de su propio declive económico y ello tiene una influencia directa en esa conformidad social que nos lleva a buscar conquistar nuevos espacios de libertad o avanzar en el terreno económico.