sábado, 30 de agosto de 2014

NUEVO… GOBIERNA MÁS BLANCO.


La crisis y los numerosos casos de indecencia que han salpicado a la clase política han generado un importante deseo de regeneración y de cambio en el medio social. Se ha abierto una cierta división entre “lo nuevo” y “lo viejo” incluso más allá de los propios conceptos ideológicos, de las posiciones de izquierda y derecha. Podríamos decir que existe una cierta seducción hacia lo nuevo en la esperanza de que sea mejor. Esto es algo conocido en el mundo del marketing de modo que presentar un producto como nuevo siempre reporta beneficios de imagen a la marca que “lava más blanco”, está “más a la moda” o aporta los últimos beneficios en tecnología. En el ámbito deportivo cuando un equipo no consigue los resultados apetecidos se demanda un cambio de entrenador, de alguien “nuevo”. Diríamos que en política la situación no es muy diferente de la ya comentada en otros ámbitos.

            Sin embargo “lo nuevo” no es necesariamente mejor. Los fracasos y las numerosas expectativas frustradas en los diferentes ámbitos las podemos recordar todos. El éxito o fracaso de “lo nuevo” dependerá de lo que nos ofrece, si se fundamenta exclusivamente en el rechazo hacia lo anterior sus bases no serán suficientemente sólidas y caerán al primer envite.

            Como en cualquier otro aspecto, en política la solidez de un determinado proyecto hay que probarla con el paso de los años. Puede haber aquí también “estrellas fugaces” que el paso del tiempo las deja sin brillo. También puede ser que aunque no lleguen a consolidarse promuevan la renovación de un medio político  excesivamente anquilosado. Incluso podríamos decir que esto es algo que ya se está produciendo.

            Dice el refrán que “no es lo mismo predicar que dar trigo”. La solidez de una alternativa se mide desde la capacidad de gestión que haya podido demostrar en un determinado momento. La confianza se logra mucho más por lo que se hace que por lo que se pueda decir, hoy está muy cuestionado el valor de la palabra (especialmente en la clase política). Por decirlo de algún modo las palabras se las tiende a llevar el viento. Se hace necesario comprobar si esas propuestas tienen base real y además van a contribuir a mejorar nuestra calidad de vida.