miércoles, 17 de febrero de 2016

¿CRISIS POLÍTICA O CRISIS SOCIAL?


 

        En mi opinión estamos viviendo una crisis que trasciende el plano económico o político y alcanza al medio social en su conjunto. Desde esa perspectiva su gravedad aumenta  ya que implica a todos los estamentos sociales, a la sociedad en su conjunto. Por ello mismo la solución no acaba cambiando a unos determinados políticos o en función de las medidas que puedan tomar los diferentes bancos centrales. Es una crisis con raíces más profundas que necesitan modificaciones de conducta en el conjunto del ámbito social. Algo de esto he tratado de exponer en mi libro ¡irresponsables!

          En el plano político habría dos versiones. Una nos dice que hay una élite política corrupta y que cambiándola ya habremos superado esa crisis. Es como decir “lo nuevo (Podemos, Ciudadanos…), lava más blanco”, así que cambiando de “detergente” ya tendremos “la ropa social más limpia”. En esa versión las causas y soluciones se restringen al medio político. La otra versión es que la crisis tiene un calado mucho más importante y llega al conjunto del medio social. La política y los políticos no son más que un reflejo de lo que sucede en el conjunto de la sociedad. Hoy existe un consenso social en valorar como una barbaridad el que alguien diga “los gitanos son unos ladrones”, pero parece que si cambiamos la identificación étnica con la de algún partido político ello tendería a admitirse sin demasiadas dificultades. Los valores de honestidad no pertenecen a ningún colectivo y se circunscriben al plano personal e individual.

          Hoy el insulto y la descalificación se extienden cada vez más y no es privativo de una ideología determinada. En una vorágine peligrosa, a un insulto se responde con otro insulto, lo que lleva a una radicalización que impide el que se puedan establecer diálogos entre diferentes. Los acuerdos se hacen imposibles y el país se paraliza. Todo ello con el agravante de que esa situación promueve que se produzcan desinversiones o la paralización de la economía. La división y las tensiones políticas se producen cuando a la vez hay propuestas de proyectos que buscan la desintegración territorial del país.

miércoles, 3 de febrero de 2016

ENTRE LO NUEVO Y LO VIEJO, EL VACÍO.


 

        Hay algunos partidos que han tratado de dibujar unos ejes de clasificación política entre lo que sería “lo nuevo” y lo viejo. Buscan la capacidad de seducción que siempre tiene cualquier novedad (algo que se ha utilizado en las más elementales estrategias comerciales). Ya se sabe que “nuevo mistol lava más blanco”. Diríamos que especialmente la tiene cuando se ha dado una epidemia de corrupción que ha afectado a una parte considerable de la clase política. Cuando se solicitan sacrificios a la población ello no es compatible con ver actuaciones deshonestas en sus gobernantes. Las formas de conducta se vuelven aún más importantes en esos momentos.

          En todo caso esos aires de cambio no es algo exclusivo que se está dando en España sino que está dando en muchos países. Es algo que también tiene una trayectoria temporal suficiente como para que sea un movimiento social relevante. En Francia es el ascenso del Frente Nacional, en Italia ha tomado la forma del movimiento Cinco Estrellas, en Grecia es Syriza y en España la referencia es Podemos y Ciudadanos. Son movimientos que todos ellos se plantean como “alternativos” a los partidos socialistas o conservadores que han ido ocupando sucesivamente el poder en sus respectivos países.

          Pablo Iglesias tiene una especial capacidad para generar conceptos de comunicación como “la casta”, “las puertas giratorias”, “remontada”… Es algo propio de un medio social en el que priman cada vez más  las imágenes sobre los contenidos. Diría que es un buen comunicador que además ha tenido el respaldo inequívoco de algunas televisiones.

          Todos estos movimientos tienen liderazgos muy personalistas. La crisis aviva sentimientos de rechazo hacia los que ocupan o han ocupado el poder. Los problemas siguen, persisten y ello se asocia a una cierta incapacidad de los gobernantes para solucionarlos. Creo que hay una sociedad que se comporta de un modo excesivamente expectante en espera que otros les solucionen sus problemas. La participación en las decisiones lleva a que luego también se haga en las tareas que llevan a solucionar una determinada necesidad. Es el modelo leonés de hacendera en que todos los vecinos deciden sobre lo que hacer y luego todos ellos colaboran en las tareas para la mejora que se  ha acordado realizar.