Ya sé, ya sé que eso de compromiso de
permanencia se asocia a empresa de telecomunicaciones que nos ata durante un
tiempo a sus servicios, algo que ni a ustedes ni a mí nos gusta. Preferimos la
libertad de poder elegir en cada momento de acuerdo a nuestros criterios y
preferencias en función de la valoración que hacemos del servicio y del precio
que pagamos por ello.
Yo sin embargo en este artículo voy a defender el
“compromiso de permanencia” eso sí aplicado al mundo de las ideas y de la
política. A veces uno tiene la impresión de que en algunas personas su
compromiso con las ideas que en teoría defienden dura lo que es el tiempo que
permanecen en algún cargo público con la retribución correspondiente, luego es
un “si te he visto, no me acuerdo”. Los ejemplos se los dejo al lector pero
seguro que lo pueden asociar a más de un
nombre.
En esta sociedad que prima la
fugacidad de las cosas, de modo que algo que dura 24 horas se valora como “larga
duración”, yo quisiera destacar el valor de lo que permanece en el tiempo.
Diría que el valor de las cosas, de las ideas y de las obras se establece en
buena medida en función de su capacidad de trascender en el tiempo, de que le
den valor no sólo las generaciones actuales sino también las futuras. Podría
aplicarse este principio a las obras de arte o a la música, pero también al
pensamiento y a las teorías que tratan de explicarnos la realidad social.
El compromiso con tus ideas no debe
estar sujeto al tiempo en que uno está
ocupando un cargo público. Uno lleva muchos años defendiendo unas tesis
determinadas sin que en ningún momento haya ocupado un puesto que pudiera
asociarse a esa determinada forma de pensar. El compromiso de permanencia al
que me refiero no es tanto con un partido u organización como con el mundo
de las creencias que sustentan su
interpretación del mundo en sus diferentes ámbitos y aspectos. Además ello se
fundamenta en que esos cambios no se deben a evolución en las formas de pensar
como a las propias circunstancias de cada cual. Las ideas no pueden ser un
canal de acceso a un puesto determinado, que cuando dejan de cumplir esa
función se olvidan.