La época que nos ha tocado vivir ha desarrollado una tecnología que diría
que ha estado especialmente vinculada al mundo de la comunicación. Nos ha
ampliado horizontes de contacto con grupos y personas que están distantes. Hay
amigos virtuales a los que no se llega a conocer o si tenemos a algún amigo o
familiar al otro lado del mundo podemos
establecer una conversación y verle físicamente sin que ello nos suponga costes
económicos. Diría que todos estos avances nos
han facilitado el contacto en la distancia.
A la vez, sin embargo, creo que se está perdiendo calidad en los canales de comunicación directa y
personal. En el plano comercial tenemos que
resulta complicado el hablar con alguna persona para exponerle cualquier
cuestión. Al otro lado del teléfono cada vez es más frecuente que nos
encontremos con una máquina que te asalta a preguntas y que es incapaz de dar respuesta a tus requerimientos. El
consumidor se ve ante un muro que muchas veces no es capaz de superar y poder establecer un diálogo
constructivo, que no se limite a
contestar a unas preguntas programadas. Cada
vez encontramos más obstáculos a la comunicación directa.
En buena
medida podríamos decir que la realidad
virtual sustituye a la realidad social. Podríamos decir que tenemos más
facilidad para conocer aquello que tenemos más distante, pero ello es al precio
de perder interlocución con lo que tenemos más cercano. Las pantallas del móvil
nos impiden ver a las personas que nos rodean.
Este cambio
ha afectado también al tipo de comunicación. Esas cartas extensas y que eran en
sí mismas un género literario (el epistolar), se han sustituido por los correos
electrónicos, los tuits o los whatsApps en definitiva por unas pocas líneas. Lo
que hemos perdido en extensión lo hemos ganado en frecuencia y en rapidez en la
difusión de los contenidos. También se han sustituido esos textos de mayor profundidad por otros mucho más
banales.
En nuestras comunicaciones podríamos decir
que llegamos a más, pero llegamos peor. Esas formas dificultan la
trasmisión de aquello que queremos expresar y a veces se establecen barreras lo
suficientemente importantes como para que se evite ese contacto. En el plano
comercial, en las empresas de servicios cada vez es más complicado que alguien
atienda a tus demandas. La venta a través de internet va comiendo terreno a los
establecimientos tradicionales. Mientras
“la nube” se llena, los espacios urbanos se vacían.
Sin preguntas no hay respuestas y sin respuestas no hay
progreso. Sin
embargo cada vez se hace más complicado preguntar, pedir que nos asesoren en
nuestra compra o resolver cualquier duda que podamos tener. Además debemos
mejorar la calidad tanto de las preguntas como de las respuestas y no quedarnos
sólo en un número.
Cada vez es
más frecuente que una película de cine o un espectáculo deportivo se vean desde
casa. Diría que se favorece que ello sea así y se dificulta que los
espectadores vayan a los estadios o a las salas. Es un proceso en el que se
estimulan las conductas individuales en detrimento del contacto social.
No quiere
ser este artículo un alegato contra las nuevas tecnologías. Como he dicho al
inicio del mismo han supuesto ventajas importantes. Quiere ser, eso sí, un
elemento que contribuya a la reflexión. El reto será ser capaces de compaginar
la comunicación personal con la virtual de modo que una no sustituya a la otra.
El peligro
es que estos procesos vayan minando el campo de las ideas y de la creatividad.
En mi opinión algo de esto ya está sucediendo y la originalidad se encuentra en
retroceso. Encontramos insuficientes aportaciones relevantes en los diferentes
campos de la pintura, de la literatura, de la música, del cine… Los grandes
referentes en esos campos tienden a conjugarse más en pasado que en presente.
Creo que ello tiene también que ver con lo que es este devenir social.
Hay que dar
valor a las ideas como impulsoras de un mundo mejor. Que las ideas se generen
en comunicación con otros y que ello provoque el avanzar y en mejorar las
condiciones de vida en cualquier ámbito. El progreso social cada vez más se va
a medir por las capacidades de las personas que viven en cada territorio y
menos por el sustrato de materias primas que puedan darse en el mismo. Ello va
a contradecir en gran medida los criterios que se manejan actualmente. Las
grandes empresas actuales se vinculan en gran medida a “ideas” y no tanto a
“medios materiales”. Facebook, Amazon, Microsoft.
Apple o Disney son producto directo de ideas que se han aplicado al medio
empresarial y ello se vincula muy directamente al desarrollo del medio social
donde se ubican. También en España tendríamos ejemplos de cómo se desarrollan
grandes empresas a partir de las ideas.
Abogamos
porque la comunicación virtual no ahogue la personal y que ello sea fuente de
fomentar ideas que regeneren el medio social y el progreso económico. Creo
también en que para que esa comunicación progrese y sea eficiente es mejor
tenerla en grupos reducidos. Evitar lo que David Riesman denominaba “las
muchedumbres solitarias”.