miércoles, 24 de octubre de 2018

COGER EL RÁBANO POR LAS HOJAS.




          Esta expresión se ha venido a utilizar como referencia a que en determinadas ocasiones se invierte la tendencia de las cosas y se hace primero lo que más bien correspondería hacerlo en último lugar. Su origen se debe a que en ocasiones al sacar el rábano de la tierra, ya sea por inexperiencia o por excesiva brusquedad, hay personas que se quedaban con las hojas y perdían el rábano.

            En general diría que este dicho es una llamada a actuar con cautela para evitar los errores que se cometen por atolondramiento.

            En mi opinión este tipo de actuaciones se producen tanto en las grandes decisiones como en otras de menor implicación social. Un ejemplo de ello sería la decisión de Gran Bretaña de salir de la Unión Europea.

            Uno no llega a entender que primero se haga un referéndum sobre si se quiere salir o no de la Unión Europea y que sea luego cuando se negocien las condiciones de esa salida. Creo que la información sobre el acuerdo de ruptura y las consecuencias que se podrían derivar del mismo, podría condicionar claramente el resultado de ese referéndum. Por eso puedo entender que una vez se hubieran pactado esas condiciones haya personas que demanden un segundo referéndum.

            A mi modo de ver esto es algo que también algunas veces sucede con las Comunidades de Vecinos. Primero se pacta hacer una determinada obra y luego se solicitan presupuestos que indiquen los costes y el modo de efectuar dicha obra. Aquí también creo que se “coge el rábano por las hojas”. Claramente la información del coste y del tipo de obra sería clave para determinar si estamos a favor en contra de ella.

            En el denominado “Brexit”, el acuerdo de las condiciones de salida es algo que se negocia entre dos partes. No es unilateral. Tampoco creo posible el estar en una indefinición permanente sobre lo que pueda ser ese proceso. En todo caso es perfectamente razonable que haya personas que puedan decir “quisiera la salida de la Unión Europea pero en las condiciones que se han pactado ya no me interesa”.

martes, 16 de octubre de 2018

EL REINO DE LOS CEMENTERIOS.




       

        En alguna ocasión he escrito que el debate sobre una autonomía leonesa era entre aquellos que defendemos un marco autonómico leonés propio y los que pensaban que el Reino de León era el “Reino de los cementerios”. Diría que no se escuchan voces que canten las excelencias de una autonomía de Castilla y León. Tal vez sea muy complicado encontrar esas bondades, incluso aunque se recompense económicamente a aquellos que las pudieran encontrar.

          Este artículo pretende ahondar en las motivaciones que llevan a algunas personas a esa apuesta por el reino de los cementerios. Diría que en ello hay como factor esencial, el miedo a la libertad.

          Recordamos un episodio de la Odisea. Cuando se encuentra la fórmula para devolver a su condición de hombres a los que habían transformado en cerdos, al liberador del hechizo no sólo no se le aplaude sino que se le recrimina. Así el liberado ataca furiosamente a su liberador: “Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango y retomar al sol, podía engullir y atracarme, gruñir y roncar, libre de dudas y razonamientos. ¿Qué debo hacer esto o aquello? ¡A que viniste! ¿A arrojarme de nuevo a mi odiosa vida anterior”.

          Yo encuentro semejanzas entre este episodio de la Odisea y el debate sobre el marco autonómico leonés. Hay grupos de personas que prefieren mantener el actual status para mantenerse “libre de dudas y de razonamientos”.

          Dice el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en su “modernidad líquida”: “Gracias a la monotonía los humanos saben cómo actuar y rara vez se enfrentan a una situación que no esté señalizada en la que deban tomar decisiones bajo la propia responsabilidad, transformando cada movimiento en una encrucijada preñada de riesgos difíciles de calcular”.

          Efectivamente apostar por una autonomía leonesa supone coger las riendas de nuestro destino (al menos en parte). Ante ello hay personas que prefieren la monotonía de la norma, a la responsabilidad de tener que tomar decisiones en el plano colectivo. La continuidad les aporta una mayor seguridad que el cambio.