Que alguien (Nuria De Gispert) que ha
sido presidenta del Parlamento de Cataluña le sugiera a la persona que ha
alcanzado el mayor porcentaje de voto en las últimas elecciones a ese
Parlamento que se vaya de Cataluña, me deja absolutamente perplejo. Aclaro que
sería igualmente inadmisible aunque la aludida no hubiera obtenido voto alguno.
Hubo un
momento de nuestra historia en la que Franco buscaba identificar España con lo
que era su visión política. Desde ese criterio la dictadura catalogaba como
“buen” o “mal” español en función de la afinidad al régimen. Era el “España soy
yo”, que tanto daño ha hecho. Nos sigue
costando desmarcar la identidad con España de lo que fue esa propuesta
franquista.
El modo de
proceder de esa representante cualificada del independentismo en Cataluña en mi
opinión no difiere del que utilizaba Franco respecto a su concepción de España.
Se identifica un posicionamiento ideológico con el ámbito social y geográfico
de Cataluña. Se es “buen catalán” o “mal catalán” en función de si se defiende
lo que son sus propias posiciones. Incluso se sugiere la expulsión a aquellos
que discrepan.
Inés
Arrimadas y Gabriel Rufián tienen el mismo origen (sus respectivas familias
proceden de Andalucía). Sin embargo a una se la sugiere “irse a España” y al
otro no. Luego para Nuria De Gispert la demanda de exclusión se hace no en
función de un determinado origen, sino que cabe asociarla a criterios
ideológicos. Se busca extender la idea de que todo aquel que no defienda la
independencia de Cataluña es un mal catalán. Es lo mismo que hacía Franco cuando
vinculaba “buen español” con la adhesión a su régimen.