jueves, 28 de febrero de 2019

LA POLÍTICA LÍQUIDA EN ESPAÑA.




            El sociólogo Zygmund Bauman en diferentes libros fue explicando su teoría de como estábamos pasando de una sociedad “sólida” a otra “líquida”. Básicamente supone pasar de unos fundamentos con un grado importante de permanencia respecto a  otros mucho más fugaces. Coincido con este autor en considerar que la sociedad actual es un medio ansioso de novedades en el que todo es precario y provisional. Ese cambio permanente llega a ser agotador.

            Explicaba lo que entendía por el concepto de “liquidez” con estas palabras: “No estar comprometido con nada para siempre, sino listo para cambiar la sintonía de la mente en cualquier momento que sea requerido. Esto crea una situación líquida. Como un líquido en un vaso en el que el más ligero empujón cambia la forma del agua. Y eso está en todas partes”. Efectivamente creo que es así y esto se traduce en lo que en mi libro “¡irresponsables!” denominaba “matrimonios epidérmicos” (que terminan al más pequeño contrapié) o en que los libros ya han dejado de ser “tochos” y hemos pasado a los “tuits”.

            Desde ese marco teórico vamos a intentar reflexionar sobre lo que es la actual situación política en España y en el mundo en general. Para empezar podemos decir que desde hace años hay una corriente general que lleva castigar a todos aquellos partidos que ejercen el poder (que vendrían a representar “lo sólido”). Por otra parte aparecen nuevos partidos en los diferentes ámbitos sociales. En Estados Unidos gana las elecciones Trump aun cuando no era considerado como el mejor candidato por su propio partido. Las nuevas opciones políticas se han extendido por los diferentes países del mundo como Francia (Macron), Alemania (Alternativa para Alemania), Brasil (Bolsonaro), Italia (Movimiento 5 estrellas)…


domingo, 17 de febrero de 2019

DIVERSIDAD SIN INSOLARIDAD.




            El concepto de “diversidad” va estrechamente ligado al de “unidad”. La aceptación de que algo es diverso implica también la consideración de que se forma parte de un tronco común. Por otro lado entiendo que la unidad se construye desde la aceptación de las diferencias y no desde la imposición de la uniformidad. Conjugar unidad y pluralidad es la base de las reglas democráticas.

            En base a todo ello hay que decir que las posiciones independentistas son contrarias a la apuesta por la diversidad social y política. Simplemente buscan de establecer una oposición entre dos conceptos que tratan como “unidades”. Conceptúan España como una “unidad” frente a la que contraponen otra “unidad” (la “suya”). Nos igualan a todos alrededor de esos dos conceptos (“catalanes” frente a “españoles” por ejemplo).

            Por otro lado tenemos a los que siguen apostando por la España uniforme “de la bata de cola y los toros”. Muchos que somos y nos sentimos españoles, sin embargo no nos identifican esos símbolos. En un medio social y político los nacionalismos excluyentes se alimentan entre sí. La irrupción de Vox en el panorama político tiene como una de las variables de explicación más importantes, lo que está sucediendo en Cataluña. Por otro lado esa imagen de España vinculada a posiciones de extrema derecha y que reclama que la reconquista de Granada sustituya como “día de Andalucía” al 28 de febrero, también alimenta  las posiciones independentistas.

            Por todo ello creo necesario el recuperar la imagen de una España diversa que reconoce su unidad en su pluralidad. El día en que veamos que un kaiku o una barretina son tan españoles como lo pueda ser una bata de cola andaluza significará que algo habrá cambiado.


martes, 5 de febrero de 2019

LA SOLUCIÓN NO ES EL CAMBIO DE PARTIDO.




            El discurso del alcalde de Valladolid con su propuesta de centralizar aún más las inversiones en esa ciudad, ha echado por tierra las posiciones de aquellos que defendían que el único problema era la política del PP en Castilla y León. Desde esa posición su argumento se sustentaba en que un cambio político en la presidencia del gobierno en Castilla y León acabaría con la marginación de la Región Leonesa.

            Las manifestaciones de Oscar Puente (PSOE) vendrían estar muy en la línea de las que hacía su antecesor en la alcaldía de Valladolid, León de La Riva (PP). Desde luego su sintonía sería mucho mayor que la que tiene con sus compañeros de partido en León (que textualmente han dicho “se ha robado a León para fortalecer a Valladolid”). En definitiva la condición de vallisoletanos une mucho más que lo que pueda ser la identidad ideológica. No deja de ser significativo que  ese discurso que dice “es tirar el dinero el invertir en otros provincias” haya sido aplaudido por el auditorio al que se dirigía en su ciudad.

            Diría que las posiciones de Oscar Puente en nada tienen sintonía con un partido de izquierdas que en teoría defiende la igualdad social y territorial. El decir que “la forma de emplear bien los recursos sería apostar muy fuerte por una ciudad como Valladolid” y evitar que esos recursos vayan hacia los territorios más degradados económicamente tienen poco o nada que ver con un planteamiento socialista. Tampoco ayuda a su propio partido, ya que dinamita el discurso del PSOE en el resto de la Comunidad Autónoma. Es un claro ejemplo de egoísmo no sólo en el plano social sino también en el individual, busca réditos electorales en su ciudad, aún a costa de perderlos en el conjunto de Castilla y León. No parece una buena carta de presentación de las candidaturas en la Región Leonesa el decir que sería una buena medida detraer recursos e inversiones en ella para llevarlos a Valladolid ¿a qué no?

            Hay que recordar que el actual alcalde de León hizo un acto de hermanamiento con el autor de esas declaraciones (con motivo del partido Cultural-Valladolid). Ahora ha tratado de desviar la atención haciendo referencia al conflicto catalán y al Gobierno Central. No se puede establecer actos de hermanamiento con aquellos que propugnan tu ruina económica y cultural. Igual sería más propio declararlo “persona non grata”. Tampoco es admisible una referencia a lo que ocurre en Cataluña por mucho que coincidamos en que “más independentismo no puede equivaler a más inversiones”.

            En 1.983 la provincia de León tenía 526.439 habitantes y representaba el 1,38% del total de España. Ello suponía 38.809 más habitantes que la provincia de Valladolid. En el 2.018 los habitantes de León son 463.319, mientras que en la provincia de Valladolid viven 519.674. Es decir Valladolid supera en 56.355 habitantes a la provincia de León (que pasa a representar menos del 1% de la población española). Es decir en ese tiempo, el diferencial negativo de la provincia de León con la de Valladolid ha sido de -98.164 habitantes.

            Al señor Oscar Puente estos datos le parecen “pocos” y quiere más. Su alternativa es que Valladolid sea el centro de la Comunidad y el resto de territorios “sus barrios”. Es un centralismo asfixiante y escasamente democrático. Con los dineros de los leoneses y de los castellanos se nutre el centralismo vallisoletano. Dineros ya sea vía impuestos con los que se paga el funcionamiento de las instituciones, los centros informativos que allí se ubican, pero también los aeropuertos, la orquesta sinfónica o el casino (por poner sólo algunos ejemplos).

            La centralidad de Valladolid se sustenta en la existencia de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Es una evidencia que si la España de las Autonomías hubiera dado un reconocimiento político a la Región Leonesa por un lado y a la Región Castellana por otro, Valladolid hubiera dejado de tener esa centralidad geográfica y con toda la probabilidad Burgos hubiera podido ser la sede de los gobiernos castellanos.

            En definitiva esas declaraciones ponen de manifiesto que la solución para el reconocimiento de la identidad leonesa y favorecer su desarrollo económico y social, no pasa simplemente por un cambio de partido en el poder. Ya hemos visto la identidad de los discursos de dos alcaldes de Valladolid de signo político distinto.

            Más allá de los cambios coyunturales (de partidos), se hace necesario un cambio más estructural. Hay que ver el modelo político que se propugna para la actual autonomía y en qué medida se corresponde con las declaraciones comentadas.

            Este vendría a ser un ejemplo más, de aquellos que defienden un modelo uniformizador frente al que los leoneses siempre hemos defendido  la “unidad plural”. El “todo para mí” es profundamente egoísta y promueve las desigualdades económicas, sociales y culturales. La ciudadanía leonesa tendrá que valorar quién defiende mejor sus intereses. A veces los silencios de algunos también “hablan”.