Hace
ya muchos años está vigente el proyecto de Martin Villa de crear una autonomía
de Castilla y León que sirviese de dique de contención a los nacionalismos
periféricos. Era su teoría de contraponer unas “fuerzas centrípetas con otras
centrifugas”. Para avanzar en ese proyecto se obviaba no sólo a la ciudadanía
leonesa, sino que también a los propios miembros de su partido. De hecho,
cuando UCD fracasa y Martin Villa deja la política activa, la Diputación de
León trata de dar marcha atrás y adopta un acuerdo (por 20 votos favorables y 4
contrarios) en los que se demanda salirse del actual marco autonómico y
constituir una autonomía propia en el conjunto de España.
Muchas veces
se ha querido dar por “enterrada” esa reivindicación leonesa. Sin embargo,
permanece en el tiempo y resiste los vaivenes que los diferentes
acontecimientos le van deparando. Trasciende el marco político y entra de lleno
en el medio social. La identidad personal y cultural de los leoneses no se
borra simplemente por la ocurrencia que haya podido tener un político
determinado. Uno diría que “si somos (leoneses), estamos (existimos)”. Es decir,
hay una parte de ese reconocimiento de existencia que es también nuestra
responsabilidad. Todo ello a pesar de los muchísimos los millones de euros que
desde la Junta de Castilla y León se han gastado para dinamitar esa identidad.
Los ejemplos son innumerables, pero por citar alguno, nos podríamos referir a
la Fundación Villalar (caso único en el panorama español) o “Tierra de Sabor”. Se
ha creado un marco institucional sobre el que se han apoyado luego los medios
de comunicación y muchas empresas.
En mi
opinión no hay mayores dudas del fracaso del modelo que ideo Martin Villa. Por
un lado, se puede hablar del fracaso político y para ello no hay más que ver cómo
ha evolucionado el conflicto en Cataluña. Nadie podrá decir que ha sido
efectiva esa contraposición de centro y periferia. Las cosas están
sensiblemente peor de lo que estaban en aquel momento en que nace Castilla y
León. Tampoco creo que se pueda dudar de los efectos económicos de la creación
de ese marco autonómico. Para la Región Leonesa le ha supuesto despoblación,
pérdida de condiciones de bienestar y ser ninguneados a nivel político y
cultural. Creo que se han dado datos suficientes para justificar estas
afirmaciones y no conozco a nadie que plantee que la creación de ese marco
autonómico haya sido beneficioso para los leoneses.
Llegados a esta
situación nos encontramos con unos que nos dicen: Aun estando mal, es mejor
dejarlo estar. Es lo que yo en alguno de mis artículos denominaba “el reino de
los cementerios”. Otros sin embargo mantenemos que “los errores no caducan” y
que si algo está mal hay que cambiarlo y corregirlo. No parece la mejor recomendación
a un enfermo el “¡que se aguante!”. Lo que todos hacemos en esa situación es
tratar de ofrecerle la medicación al enfermo para que se recupere. Diría que lo
que sucede en el plano personal no es muy diferente de lo que ocurre en el
plano social. La inacción no es la solución. A este “León enfermo” habrá que
prestarle medicación para que se recupere.
No deja de
sorprender que incluso alguna persona que ha sido diputada en la anterior
legislatura manifieste desconocer toda esta problemática. Incluso desde
posiciones teóricamente de izquierdas que demandan cambios sociales, se
justifica seguir en este marco autonómico por cuanto “cuando yo nací, ya estaba
implantado”. Es decir, se aúna desconocimiento, alejamiento de las demandas de
la ciudadanía y conservadurismo. Todo ello bajo un manto de posiciones
teóricamente rupturistas y de izquierdas. Igual tienen que explicarlo, yo no lo
entiendo.
Vengo
manteniendo que el debate “leonés” trasciende con mucho el de la delimitación
autonómica. Es un debate sobre el modelo social y político de España. Si
paseamos por las calles leonesas veremos referencias a las Cortes de 1.188 y a
León como Cuna del Parlamentarismo. Los fueros de León, el Regnum Imperium Leonés
o la implantación de los concejos nos da un corpus de un pueblo que ha primado
la política como vía de encauzar el gobierno del medio social. Es un modelo de
“unidad en la pluralidad” que contrasta con el que ha tenido históricamente
Castilla.
El modelo
social castellano ha tenido un carácter en mayor medida vinculado al estamento
militar. Incluso en su propia denominación o en el reconocimiento a través de
las estatuas en sus calles del Cid Campeador. En la estrofa inicial del himno
de León se dice “que antes que Castilla
leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León”. Si la analizamos
esa estrofa, podemos ver bastantes cosas. 1/ El Reino de León se reconoce
dentro de un marco “regional” 2/. Esa referencia es de contraposición frente a
Castilla 3. / Esa reivindicación se hace en base a un marco político de
“concilios y fueros”.
El debate
leonés es el debate de una España plural. Creo que decir ¡Viva León! es también
decir ¡Viva la libertad! Necesitamos que el modelo social leonés se desarrolle
y se eviten los de confrontación y que buscan la imposición. Queremos una
España unida que conjugue la pluralidad con la libertad.