Erich
Fromm ponía en relación el nacimiento de los diferentes movimientos fascistas
en Europa con lo que el denominaba “el miedo a la libertad”. Decía que para las
personas de carácter autoritario “existen
por así decirlo dos sexos: los poderosos y los que no lo son”. Siguiendo
con su razonamiento afirmaba que a ellos “el
poder los fascina, no en tanto que defienden algún sistema determinado de
valores, sino simplemente por lo que es, porque es poder”.
En esa misma
línea recordamos un episodio de la Odisea. Cuando se encuentra la fórmula para
devolver a su condición de hombres a los que habían transformado en cerdos, al
liberador del hechizo no sólo no se le aplaude sino que se le recrimina. Así el
liberado ataca furiosamente a su liberador: “Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango y retomar al sol,
podía engullir y atracarme, gruñir y roncar, libre de dudas y razonamientos.
¿Qué debo hacer esto o aquello? ¡A qué viniste! ¿A arrojarme de nuevo a mi
odiosa vida anterior?”.
Yo encuentro
semejanzas entre este episodio de la Odisea y el debate sobre el marco
autonómico leonés. Hay grupos de personas que prefieren mantener el actual
status para mantenerse “libre de dudas y de razonamientos”. Es mucho más fácil
y sencillo seguir las directrices que les marcan otros, que pensar por uno
mismo.
Dice el
sociólogo polaco Zygmunt Bauman en su “modernidad líquida”: “Gracias a la monotonía los humanos saben
cómo actuar y rara vez se enfrentan a una situación que no esté señalizada en
la que deban tomar decisiones bajo la propia responsabilidad, transformando
cada movimiento en una encrucijada preñada de riesgos difíciles de calcular”.
Efectivamente
apostar por una autonomía leonesa supone coger las riendas de nuestro destino
(al menos en parte). Ante ello hay personas que prefieren la monotonía de la
norma, a la responsabilidad de tener que tomar decisiones en el plano
colectivo. La continuidad les aporta una mayor seguridad que el cambio.
En las mociones
que se debaten en los ayuntamientos no es tanto que exista un debate sobre lo
que se considera una mejor opción. Diría que la cuestión principal es la
elección entre “sumisión” y “libertad”. El mismo Fromn apunta que “las luchas por la libertad fueron sostenidas
por los oprimidos, por aquellos que buscaban nuevas libertades, en oposición
con los que tenían privilegios que defender”. ¿Alguien duda quienes son en
este marco autonómico los oprimidos y los que “tienen privilegios que defender”?.
Sinceramente creo que el posicionamiento al respecto es suficientemente nítido.
En los
pronunciamientos de los concejales de distintos pueblos hemos visto votos
favorables a una autonomía leonesa del PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos, Izquierda
Unida y UPL. Es decir se recogen votos de todo el espectro político. Diría que
siempre ha sido así. Es simplemente la ciudadanía leonesa. El debate no es
ideológico sino más bien conocer si se da más peso a la dignidad y a la libertad de pensamiento o por el contrario a
la obediencia a las consignas que les puedan llegar desde fuera del territorio
leonés.
Algunos seguimos prefiriendo la
incertidumbre de un futuro mejor a la seguridad de los cementerios. Si quieren,
es mejor el riesgo de experimentar un nuevo medicamento a la convicción de
esperar una muerte segura.
En ese
sentido creo mejor asumir las dudas sobre las decisiones que se deban tomar en
el plano personal o colectivo a “atracarse
se gruñir y roncar libre de dudas y razonamientos”. El discurso sobre la
defensa de una autonomía leonesa ha sido alimentado desde muy diferentes
fuentes. El de la permanencia en la Comunidad de Castilla y León diría que más
bien por nadie. A lo sumo el señor Herrera se ha referido a que no conviene mirar
“el retrovisor” y que es mejor fijar la vista hacia delante. Pero claro ese
discurso nada tiene que ver con el que (con toda justicia) se dice respecto a
las víctimas de terrorismo. Evidentemente hay que revisar el pasado, tanto para
reconocimiento de lo que ha sucedido como para evitar caer en los mismos
errores.
Diría que
siempre será preferible el arriesgarse a buscar un futuro mejor. El miedo a la
libertad conduce al fascismo. Se transfiere “a fuerza de la que el yo carece” a
un poder que no se controla. Todo ello provoca que se impongan las conductas
autoritarias. Por ello es importante el poder contar con criterios propios.
En
democracia es fundamental que el político represente los intereses de la
ciudadanía que le ha votado. Por ello será comprensible que para cuestiones de
ámbito territorial puedan darse opiniones distintas dentro de un mismo partido.
No es la mejor fórmula el plantear amenazas a los que disientan de los
planteamientos generales. No creo en la unidad que se logra a través de la imposición.
La prueba es que este debate sobre la autonomía leonesa se sigue dando 37 años
después de haberse formado este marco autonómico.