martes, 14 de enero de 2020

El MIEDO A LA LIBERTAD.




          Erich Fromm ponía en relación el nacimiento de los diferentes movimientos fascistas en Europa con lo que el denominaba “el miedo a la libertad”. Decía que para las personas de carácter autoritario “existen por así decirlo dos sexos: los poderosos y los que no lo son”. Siguiendo con su razonamiento afirmaba que a ellos “el poder los fascina, no en tanto que defienden algún sistema determinado de valores, sino simplemente por lo que es, porque es poder”.

            En esa misma línea recordamos un episodio de la Odisea. Cuando se encuentra la fórmula para devolver a su condición de hombres a los que habían transformado en cerdos, al liberador del hechizo no sólo no se le aplaude sino que se le recrimina. Así el liberado ataca furiosamente a su liberador: “Yo estaba tan contento, podía revolcarme en el fango y retomar al sol, podía engullir y atracarme, gruñir y roncar, libre de dudas y razonamientos. ¿Qué debo hacer esto o aquello? ¡A qué viniste! ¿A arrojarme de nuevo a mi odiosa vida anterior?”.

            Yo encuentro semejanzas entre este episodio de la Odisea y el debate sobre el marco autonómico leonés. Hay grupos de personas que prefieren mantener el actual status para mantenerse “libre de dudas y de razonamientos”. Es mucho más fácil y sencillo seguir las directrices que les marcan otros, que pensar por uno mismo.

            Dice el sociólogo polaco Zygmunt Bauman en su “modernidad líquida”: “Gracias a la monotonía los humanos saben cómo actuar y rara vez se enfrentan a una situación que no esté señalizada en la que deban tomar decisiones bajo la propia responsabilidad, transformando cada movimiento en una encrucijada preñada de riesgos difíciles de calcular”.

            Efectivamente apostar por una autonomía leonesa supone coger las riendas de nuestro destino (al menos en parte). Ante ello hay personas que prefieren la monotonía de la norma, a la responsabilidad de tener que tomar decisiones en el plano colectivo. La continuidad les aporta una mayor seguridad que el cambio.

            En las mociones que se debaten en los ayuntamientos no es tanto que exista un debate sobre lo que se considera una mejor opción. Diría que la cuestión principal es la elección entre “sumisión” y “libertad”. El mismo Fromn apunta que “las luchas por la libertad fueron sostenidas por los oprimidos, por aquellos que buscaban nuevas libertades, en oposición con los que tenían privilegios que defender”. ¿Alguien duda quienes son en este marco autonómico los oprimidos y los que “tienen privilegios que defender”?. Sinceramente creo que el posicionamiento al respecto es suficientemente nítido.

            En los pronunciamientos de los concejales de distintos pueblos hemos visto votos favorables a una autonomía leonesa del PSOE, PP, Ciudadanos, Podemos, Izquierda Unida y UPL. Es decir se recogen votos de todo el espectro político. Diría que siempre ha sido así. Es simplemente la ciudadanía leonesa. El debate no es ideológico sino más bien conocer si se da más peso a la dignidad y a  la  libertad de pensamiento o por el contrario a la obediencia a las consignas que les puedan llegar desde fuera del territorio leonés.

Algunos seguimos prefiriendo la incertidumbre de un futuro mejor a la seguridad de los cementerios. Si quieren, es mejor el riesgo de experimentar un nuevo medicamento a la convicción de esperar una muerte segura.

            En ese sentido creo mejor asumir las dudas sobre las decisiones que se deban tomar en el plano personal o colectivo a “atracarse se gruñir y roncar libre de dudas y razonamientos. El discurso sobre la defensa de una autonomía leonesa ha sido alimentado desde muy diferentes fuentes. El de la permanencia en la Comunidad de Castilla y León diría que más bien por nadie. A lo sumo el señor Herrera se ha referido a que no conviene mirar “el retrovisor” y que es mejor fijar la vista hacia delante. Pero claro ese discurso nada tiene que ver con el que (con toda justicia) se dice respecto a las víctimas de terrorismo. Evidentemente hay que revisar el pasado, tanto para reconocimiento de lo que ha sucedido como para evitar caer en los mismos errores.

            Diría que siempre será preferible el arriesgarse a buscar un futuro mejor. El miedo a la libertad conduce al fascismo. Se transfiere “a fuerza de la que el yo carece” a un poder que no se controla. Todo ello provoca que se impongan las conductas autoritarias. Por ello es importante el poder contar con criterios propios.

            En democracia es fundamental que el político represente los intereses de la ciudadanía que le ha votado. Por ello será comprensible que para cuestiones de ámbito territorial puedan darse opiniones distintas dentro de un mismo partido. No es la mejor fórmula el plantear amenazas a los que disientan de los planteamientos generales. No creo en la unidad que se logra a través de la imposición. La prueba es que este debate sobre la autonomía leonesa se sigue dando 37 años después de haberse formado este marco autonómico.

lunes, 13 de enero de 2020

REPRESENTANTES, ¿DE QUIÉN?




            En mi opinión un factor clave en la interpretación del debate sobre la autonomía leonesa es el relativo al propio concepto de “representación”.   ¿A quién representan los políticos que surgen de los resultados electorales? En unos casos se interpreta que son “representantes de sus votantes” y en otros “del partido” por el cual se han presentado.

            En el proceso autonómico Martin Villa exigió a los cargos electos de su partido, obediencia a lo que eran sus propias demandas. Es decir, obediencia al partido por encima de lo que pudieran pensar las personas que les hubieran votado. Este hecho quedo en evidencia cuando el partido fracasa y entonces esos cargos se ven liberados de esas presiones y en función de ello promueven en la Diputación de León (que aún gobernaban) una moción favorable a alcanzar una autonomía leonesa que ganan por 20 votos frente a 4.

            El caso contrario lo hemos visto estos días en el Ayuntamiento de León en el que el alcalde y los concejales socialistas han apoyado una moción que reivindicaba una autonomía leonesa. Se ha primado “el representar a la ciudadanía” por encima de lo que sean las exigencias de partido.

  

jueves, 2 de enero de 2020

LA PEREZA DE PENSAR.




Uno de los factores que en mayor medida se prima en la evolución social es el de la comodidad. En nuestro modo de vida cotidiano lo podemos ver en infinidad de cosas. Pueden valer dos ejemplos: el mando a distancia de la televisión o el consumo de leche (que la adquirimos en envases que evitan tener que hervir el producto y permiten una conservación adecuada durante mucho tiempo). Muy pocas personas estarían dispuestas a comprar un aparato electrónico que no incluyese un mando a distancia, ni tampoco sería fácil encontrar consumidores de leche a granel. El mercado tampoco facilita esas opciones. Sin embargo, los que ya pasamos la barrera de los sesenta años sabemos que antes existían.

Esta tendencia a la comodidad también se traslada a la esfera del pensamiento. Lo ha analizado en profundidad un psicólogo que ha sido premio nobel de economía Daniel Kaheman en su obra “pensar rápido, pensar despacio”. Al mérito de alcanzar “el nobel de economía” se une el hecho de que es el primero que lo recibe sin ser economista.

La tesis central de ese autor es la de que hay dos sistemas de pensamiento (que denomina sistema 1 y sistema 2) de modo que el primero se caracteriza por ser más intuitivo y rápido y el segundo es más reflexivo y lento.

En esa misma línea tenemos que el denominado sistema 2 exige un mayor nivel de esfuerzo. En ese sentido la “pereza de pensar” nos lleva a adoptar decisiones de forma más intuitiva y más rápida, lo que también lleva a que se produzcan más errores. Los prejuicios y los sesgos llegan más fácil a través del sistema intuitivo. Así se tiende aceptar o negar una determinada opinión en base a la mayor o menor simpatía que podamos tener con aquel que la emite. Hay poca predisposición a analizar lo que puedan decir aquellos que no coinciden con nuestro modo de ver el mundo. La rapidez diría que es contraria al análisis. Por ello se prima “quien lo dice” sobre “lo que pueda decir”.