Es una evidencia que en estos momentos las necesidades sociales,
en los más diferentes aspectos, aumentan exponencialmente mientras los recursos
para cubrirlas disminuyen. Son muchísimos los sectores que se han visto obligados a permanecer cerrados.
Por ello se ven sin ingresos con los que poder afrontar unos gastos que sin
embargo se mantienen. Es el caso de comercios, restaurantes, las actividades
asociadas a la cultura o al turismo, por citar sólo algunas.
No hay que
olvidar que los recursos con los que se nutren las diferentes administraciones
vienen de nuestros impuestos. Pero en estos momentos de gran dificultad por un
lado se demanda que se evite pagarlos a determinados colectivos y por otro al
haber menos ingresos esos impuestos (por ejemplo la recaudación por IVA)
disminuyen de forma drástica.
En
definitiva tenemos que mientras aumentan mucho las necesidades, los recursos
para atenderlas por parte de la administración disminuyen. Para intentar
cubrirlas en alguna medida se ha tendido a acudir al endeudamiento, pero como
toda deuda (ya sea personal o del Estado) hay que terminar pagándola. Es decir,
puede ser un “parche” en el corto plazo, pero no llega a ser un remedio
suficiente. Se ha apelado a las solidaridad internacional para que Europa
respalde de forma unitaria esa deuda (eso sería básicamente los eurobonos o
coronabonos). Ese respaldo hubiera supuesto , por una parte , un más fácil
acceso al dinero y por otro el
abaratamiento de los costes de ese
préstamo (en base a la mayor garantía que supondría para el prestador de ese
dinero el respaldo conjunto de la Unión Europea). Los países con mejor prima de
riesgo no han querido que la misma se viera “contaminada” por los que la tienen
mayor como es el caso de Grecia (276,1) Italia (229,4), Portugal (154,9) o
España (141,7). Frente a ello Holanda tiene una prima de riesgo de 28.6 y
Finlandia de 23.5. En esos diferenciales encontramos la explicación de la
negativa al respaldo común del riesgo por el conjunto de la Unión Europea.
En esta
situación parece absolutamente claro que es necesario ser muy exquisito en lo
que es la utilización del dinero público. Habrá que ver que ese dinero llegue a
los que más lo necesitan y que contribuya a dinamizar nuestra economía y
mantener los servicios públicos esenciales (como por ejemplo la sanidad o la
educación).
Creo que no
hay mayores dudas de que los millones de
euros que anualmente se destinan a sufragar la Fundación Villalar no tienen
como destino “ayudar a los que más lo necesiten”, ni contribuyen a dinamizar la
economía, ni tampoco a mantener los servicios públicos esenciales. Tampoco
cambia nada el que le den otra denominación (como Fundación de Castilla y
León). En consecuencia abogamos para que
el dinero que ahora se destina a esa Fundación vaya a esas otras actividades
que son ahora mismo esenciales para mantener los mínimos vitales. Esa Fundación
debe desaparecer para poder utilizar los recursos en beneficio del conjunto de
la población.