Mantengo
que en la construcción de España hubo dos grandes modelos territoriales, uno
representado por el Regnum Imperium Leonés basado en el concepto de defensa de
"la unidad en la pluralidad" y el otro un modelo castellano mucho más
uniformizador como correspondía al carácter más militar de ese territorio.
Era
Ortega y Gasset el que defendía un concepto de "autonomismo regional frente al separatismo nacionalista". En
esa su España invertebrada Ortega creía en la mejor defensa de España se hacía
desde el reconocimiento de su pluralidad. Aquellos que buscan crear unidades
distintas son tan uniformizadores como los que defienden el Estado
Centralizado. Ortega defendía un modelo territorial que desde la defensa de la
propia particularidad regional como "voluntad
de ser, de crecer, de mejorar , de dignificarse y de enriquecerse" a
la vez "se integrase en un soberano
nacionalismo español, teniendo en cuenta a todas sus partes".
La
identidad nacional se define más por el "hacer" que por el
"estar". En ese sentido se hace necesario el tener proyectos comunes,
por el "hacer algo juntos, como
Comunidad de anhelos propósitos y de grandes utilidades". La ausencia
de esos proyectos hace que falté el
cemento que da cohesión a todo el entramado social.
Es
un hecho que en general la división social y política se favorece en épocas de
recesión. Podríamos decir que esto sucede en cualquier ámbito de la vida. Es
mucho más fácil estar con el ganador que con el perdedor. Sin embargo esa
unidad resulta especialmente necesaria en los momentos de recesión.
Ha
resultado demasiado habitual y a veces hasta grotesco el señalar que "las
culpas de nuestros males las tienen otros". Ese discurso alimenta la
necesidad de separarse de esos otros para mejorar en sus condiciones de vida.
Ortega
y Gasset en sus reflexiones decía que "el
derecho a mandar no es sino un anejo de la ejemplaridad" podríamos
decir que esa frase cobra hoy toda su vigencia. Es necesario y hasta urgente el
recuperar valores éticos. Hoy tal vez más que nunca se convence mucho más desde
el ejemplo que desde la palabra. En ese sentido es bastante más importante lo
que se hace que lo que se dice. Hay una crisis de credibilidad importante.
El
reconocimiento de la diversidad hay que afrontarlo desde criterios de
racionalidad y de solidaridad. La racionalidad obliga a evitar dilapidar
recursos, a que exista una unidad de mercado suficiente para que las empresas
no pierdan sus esfuerzos en una amalgama de normas que actúen como freno a su
desarrollo y potencialidades. La competencia y la calidad se favorecen desde la
simplicidad administrativa. Habrá que evitar duplicidades en las tareas de la
administración. Ello será posible si los recelos por ocupar posiciones de poder
se trasforman en confianza. La solidaridad es el criterio que debe servir para
que los españoles tengan acceso a los mismos recursos básicos (sanidad,
educación...) con independencia de los recursos económicos del lugar en donde
vivan. Si esos criterios son válidos a nivel individual no vemos motivo para
que no lo sean a nivel de colectividad social.