viernes, 17 de octubre de 2014

DE CUANDO LA LIBERTAD TIENE UN PRECIO.


 
         Hay un problema social muy importante que es el que supone que algunas instituciones, personas y partidos consideran que el dinero que les llega desde la administración fuera algo propio. Vamos, que hacen poca distinción entre lo que es su dinero personal y el que tienen que administrar en función del puesto que puedan tener en un momento dado. Esto ha llevado a escándalos tan sonoros como esas famosas tarjetas negras de Caja Madrid en la que los gastos no repercutían en el propio pecunio sino que iban a los de la entidad. Esto es particularmente grave si tenemos en cuenta que esa entidad ha sido intervenida y ha tenido que ser rescatada con el dinero público. Es como si todos hubiéramos pagado esos gastos a escote, una inmoralidad absoluta. Hay que decir que la nueva dirección de bankia (en la que los profesionales han desplazado a los políticos) es la que ha destapado ese caso. En mi criterio ello marca una línea a seguir de modo que los políticos no deben dirigir esas entidades financieras.

         En mi opinión este caso de las tarjetas negras tiene un cierto paralelismo con lo que está ocurriendo con las Casas de León que se reparten por las diferentes ciudades. En Madrid, en Bilbao o en otras poblaciones se ha actuado con la imposición de decir o usted se transforma en Casa de Castilla y León o no recibe subvenciones de la Junta  Autonómica. Es decir se tiene que elegir entre la libertad de ser lo que somos o el sometimiento a lo que quieren que seamos con “el premio de recibir dinero a cambio del sometimiento”. Las casas en su gran mayoría han optado por la libertad de ser lo que han sido siempre en sus muchos años de existencia (que no han nacido ayer precisamente). Los que somos socios de esas casas (yo lo soy de la de Bilbao) diríamos que preferimos ser “pobres pero honrados” a “serviles con dinero”. Ello aún cuando en algunos casos pueda incluso poner en cuestión la propia existencia de esas Casas/Hogares leoneses. Así por ejemplo el Hogar Leonés de Bilbao ha tenido que renunciar a celebrar actos en conmemoración de San Froilán (que todos los años hace) por falta de medios económicos.