Hay un problema social muy importante que es el que supone
que algunas instituciones, personas y partidos consideran que el dinero que les
llega desde la administración fuera algo propio. Vamos, que hacen poca
distinción entre lo que es su dinero personal y el que tienen que administrar
en función del puesto que puedan tener en un momento dado. Esto ha llevado a
escándalos tan sonoros como esas famosas tarjetas negras de Caja Madrid en la
que los gastos no repercutían en el propio pecunio sino que iban a los de la
entidad. Esto es particularmente grave si tenemos en cuenta que esa entidad ha
sido intervenida y ha tenido que ser rescatada con el dinero público. Es como
si todos hubiéramos pagado esos gastos a escote, una inmoralidad absoluta. Hay
que decir que la nueva dirección de bankia (en la que los profesionales han
desplazado a los políticos) es la que ha destapado ese caso. En mi criterio
ello marca una línea a seguir de modo que los políticos no deben dirigir esas
entidades financieras.
En mi opinión este caso de las tarjetas negras tiene un
cierto paralelismo con lo que está ocurriendo con las Casas de León que se
reparten por las diferentes ciudades. En Madrid, en Bilbao o en otras poblaciones
se ha actuado con la imposición de decir o usted se transforma en Casa de
Castilla y León o no recibe subvenciones de la Junta Autonómica. Es decir se
tiene que elegir entre la libertad de ser lo que somos o el sometimiento a lo
que quieren que seamos con “el premio de recibir dinero a cambio del
sometimiento”. Las casas en su gran mayoría han optado por la libertad de ser
lo que han sido siempre en sus muchos años de existencia (que no han nacido
ayer precisamente). Los que somos socios de esas casas (yo lo soy de la de
Bilbao) diríamos que preferimos ser “pobres
pero honrados” a “serviles con dinero”. Ello aún cuando en algunos casos
pueda incluso poner en cuestión la propia existencia de esas Casas/Hogares
leoneses. Así por ejemplo el Hogar Leonés de Bilbao ha tenido que renunciar a
celebrar actos en conmemoración de San Froilán (que todos los años hace) por
falta de medios económicos.