En
la explanada de San Marcos suena el himno a León, los pendoneros izan sus
pendones y avanzan por la Gran Vía de San Marcos. Atrás, a la espalda, queda el
edificio de la Junta de Castilla y León. Para mí todo ello adquiere un especial
simbolismo si tenemos en cuenta que han sido las Cortes de Castilla y León las
que han negado “el pan y la sal” a los
pendones del Reino de León, o lo que vendría a ser los mismo, que fueran
declarados Bien de Interés Cultural. Sin embargo esos pendones lucen en todo su
esplendor y avanzan desde el respaldo popular que contrasta con ese rechazo
institucional. La alegría y algarabía se traslada a las calles leonesas contrastando
con un edificio grande, pero vacío y sin alma. Por una lafo es la opulencia de
la Junta, por el otro la sencillez de las personas que desfilan alrededor del
pendón de su pueblo. El edificio es un símbolo de una imposición
antidemocrática que se hizo contra la voluntad de la gran mayoría de los
leoneses. Ahora se va allí o bien por cumplir con un trabajo o por una
obligación de algún tipo. Las personas que van con los pendones de su pueblo lo
hacen desde la propia voluntad, buscan tener camisetas identificativas para que
todos sepamos a que pueblo pertenecen, lo hacen desde el orgullo con el que
enarbolan su pendón. Al edificio de la Junta se va por “no quedar más remedio”
Esta
situación es todo un ejemplo de cómo pueblo e instituciones en la Región
Leonesa caminan por caminos opuestos y cada vez más distantes. El pueblo y los
pueblos leoneses se organizan a través de sus Juntas Vecinales, las
instituciones quieren suprimirlas. Sin embargo ¿Habría alguien que dijese que
de forma general funcionan mejor las instituciones políticas que las populares
como son las Juntas Vecinales?, sinceramente pienso que muy pocos.
Paradójicamente se quiere suprimir algo que funciona bien y sin costes para la
ciudadanía por unas instituciones políticas que desgraciadamente están
demasiadas veces asociadas a escándalos o mala gestión.