lunes, 18 de octubre de 2021

Las sentencias judiciales.

 


          En principio sería de esperar que un mismo acto que se somete a una sentencia judicial tuviera un veredicto igual o al menos muy similar. Es decir que la sentencia fuera básicamente independiente de la personalidad del juez que le hubiera tocado juzgarla. Sin embargo durante la pandemia hemos visto muchas sentencias contradictorias, lo que ha generado confusión entre la población en general. La disparidad de sentencias creo que sería en mayor medida achacable a la personalidad del que juzga que al marco normativo.

            El premio nobel Daniel Kahememan en su obre “Ruido. Un fallo en el juicio humano” explora “la variabilidad del sistema en juicios que idealmente deberían ser idénticos”. Su conclusión es que hay “grandes disparidades entre los jueces en las sentencias que recomendaban para casos idénticos”. El experimento (como suele ser habitual) se hace en Estados Unidos. En el mismo se llegan a conclusiones tan sorprendentes como que es más probable que los jueces concedan la libertad provisional al comienzo del día o después de una pausa para comer que inmediatamente antes de esa pausa. Es decir un juez con hambre es más severo. También nos dice que la sentencia cambia en función de si tu equipo de futbol (en su caso el americano) gana o pierde.

            Si la condena media de un caso es de 7 años, el rango en función de la personalidad del juez estaría entre los 10.4 años (el más severo) o los 3,6 años. Por eso mismo ese autor nos dice que el ruido del sistema es cinco veces mayor de lo que pensábamos. En ese mismo experimento se exponen una serie de 16 casos a 208 jueces para hallar la variabilidad de las sentencias. En base a ello construye la teoría que vamos exponiendo.

            Ante esa situación el propio Congreso de los Estados Unidos promovió una ley que restringiese el poder interpretativo de los jueces y favoreciera el atenerse a lo que estrictamente dictaminaba la ley. Esta situación provoco importantes rechazos y finalmente fue eliminada. Se había logrado reducir la variabilidad en las sentencias pero ello chocaba con limitar el poder de los jueces.

            En nuestro caso podríamos decir que hay muchas sentencias que la ciudadanía acata pero no las llega a comprender. Los ejemplos pueden ser muchos pero podemos poner alguno. No se entiende que alguien grabe a unas mujeres sin su consentimiento mientras orinan, suba esas grabaciones a redes pornográficas y el juez diga que eso se puede hacer por estar en un espacio público. Tampoco se entiende que unos jueces dictaminen en sentido contrario a posibilitar el estado de alarma ante la demanda de un partido que censuraba no haberla decretado antes. Todo ello meses después de haberse producido la emergencia sanitaria. La ciudadanía no llegaba a comprender que en unos lugares los jueces consideraban aceptable la restricciones en hostelería en otros sin embargo las prohibiesen.  

            La lentitud de los procesos tiene también muy graves consecuencias. En nuestra opinión lo que viene ocurriendo en Cataluña tiene un punto de partida muy importante cuando una sentencia judicial anula un marco estatutario que había sido ya refrendado por la ciudadanía. No entramos en lo que es el contenido de lo que se había aprobado, pero es claro que si ello escapaba del marco normativo habría que haber procedido a anularlo antes de que llegase a las urnas y no después. Muchos ciudadanos se sintieron desautorizados por los tribunales.

            Ahora mismo hay un debate planteado sobre lo que es la renovación de los cargos del Consejo General del Poder Judicial. Existe el riesgo de la concentración de poderes. Ciertamente es un signo de las dictaduras que el poder judicial esté al servicio del poder político. Por eso es saludable la separación de poderes. Sin embargo también puede suponer un riesgo el dar excesivo poder a unos jueces que como hemos visto pueden juzgar más en función de su propia personalidad que de lo que pueda decir la ley. La solución no es fácil.

            Probablemente habría que seguir aquella máxima de los romanos de que “en el medio está la virtud”. El ideal sería que manteniendo la independencia de poderes a la vez se consiguiese reducir el sesgo que se produce en las sentencias en función de la personalidad del juez. Tal vez ese objetivo se podría lograr si la propia judicatura favoreciese esas medidas correctoras.

            En psicología se conoce que es importante que no haya excesiva distancia temporal entre una conducta y el premio o  castigo que pudiera estar asociado a ella. En ese sentido habría que acortar los plazos de las sentencias judiciales. Tareas complicadas pero importantes, habría que ir avanzando hacia esas metas.

jueves, 14 de octubre de 2021

LA REBELIÓN LEONESA. EL AROMA DE LA LIBERTAD.

 


          En mi opinión no se está dando suficiente valor al proceso que se está produciendo en León. Son ya más de 50 los Ayuntamientos que se han pronunciado por una autonomía leonesa. En conjunto prácticamente representan a la mayoría de la población leonesa.

            Hay que tener en cuenta que se alcanza ese logro aun cuando las direcciones de los principales partidos se posicionan en sentido contrario y han presionado a sus concejales para que votasen negativamente a esa propuesta por la autonomía leonesa. Sin embargo buena parte de esos concejales y alcaldes se han rebelado frente a lo que era la consigna de su partido. No conozco ningún caso a nivel de España o incluso de Europa donde la mayoría de alcaldes y concejales voten contra lo que es la posición oficial de su partido. Reto a que alguien me diga un caso similar.

            Esta rebelión leonesa viene a contradecir a aquellos que dicen que los leoneses somos muy pasivos. También hay que decir que en esa rebelión se incluyen personas de todos y cada uno de los partidos. Queda muy patente que “ser leonés” y “apostar por una autonomía leonesa” no es privativo de nadie. En esas posiciones nos hemos encontrado concejales desde VOX hasta Podemos pasando por los del PP, PSOE, Ciudadanos, IU, Independientes o de UPL.

            No es cierto que la población leonesa esté dividida. Aquí la verdadera división está entre los que apuestan por una autonomía leonesa y los que evitan pronunciarse. Los votos negativos no son para nada significativos. Si esto fuese un referéndum el triunfo de los partidarios de esa autonomía en León sería aplastante ya que aquellos que no se pronuncian serían simplemente la abstención. Es muy complicado encontrar partidarios del actual marco autonómico.

            No creo que sea casual que dentro de los pocos municipios que han votado en sentido contrario encontremos a los que encabezan dos alcaldes que tienen cargos en la Diputación (Cistierna y La Robla). Igual habría que pensar que en esos pocos casos se ha primado lo que es la situación personal de esos alcaldes. Ni siquiera en esos casos el voto obedece a criterios de considerar como mejor opción el actual marco autonómico. Hay que recordar que la elección de los representantes en la Diputación la hacen los partidos y no directamente la ciudadanía. Con ello la capacidad de presión y control de los aparatos de cada partido es bastante mayor y eso se hace notar.

            Este proceso es toda una lección de cómo la unidad se consigue desde la aceptación de la diversidad y no como una imposición. Cada concejal tiene sus propios valores y modo de ver el mundo. Sin embargo más allá de esas diferentes concepciones tienen como punto en común,  son leoneses y saben que el proceso autonómico ha sido injusto y está dañando gravemente el bienestar de la ciudadanía. Es un grito de defensa de las libertades y de la dignidad. Es el aroma de la libertad.

            Aquí también se produce un debate sobre si esos concejales son representantes de los vecinos que les han votado o deben primar la representación del partido por el que se han presentado. Comparto plenamente que los concejales y alcaldes se deben a los vecinos que les han votado. Los partidos deben ser cauces de expresión de esas voluntades ciudadanas y no diques de contención.

            Es necesario trasladar al conjunto de los españoles está realidad. Esta rebelión no es un “micronacionalismo” (como he visto que la trataba algún periódico) ni tampoco cabe paralelismo alguno con la situación de Cataluña. Apenas se conoce en España esta rebelión y menos aún se comprende. Hace falta reivindicar la propia existencia.

            Una vez se supere el 50% de la población leonesa que a través de esos ayuntamientos se pronuncia por una autonomía leonesa, habría que demandar que la Diputación asuma como un mandato aquellos que expresan esos cargos electos. No creo que sea un procedimiento democrático el hacer oídos sordos a esa demanda. Sólo hay dos opciones: o se pone al frente de esa reivindicación o actúa como dique de contención de la misma y al servicio de unos intereses que no son los de la ciudadanía. Ni siquiera los que no han apoyado está moción lo hacen  por considerar este marco autonómico como el mejor.

            La rebelión leonesa es un ejercicio de dignidad. Se agradece ese aroma de libertad y esperemos que llegue a todos los rincones de nuestra geografía. Sería algo muy positivo para todos.