viernes, 21 de mayo de 2021

SOBRE EL OÍR Y EL ESCUCHAR.

 


          En mi opinión estamos en una época en la que se “oye” más que se “escucha”. Este artículo pretende reflexionar sobre esta afirmación que acabo de hacer y ahondar en lo que son las diferencias entre el oír y el escuchar.

            En el “oír” suele vencer el que más grita o el que habla más alto. Es decir no importa tanto lo que dice como la potencia con la que emite su sonido. El que escucha lo hace pensando mucho más en lo que se habla que en la potencia con la que se expresa.

            Cuando lo que prima es la potencia en la emisión, lo habitual es que sean mensajes muy cortos. Ya sea para vitorear a alguien o para insultarle, la expresión se reducirá a una palabra o poco más. El escuchar implica el desarrollar alguna idea y ello exige una mayor extensión. La potencia en el sonido es más propia de los mensajes muy cortos.

            También podemos decir que cuando un mensaje se “oye” aquello que se haya podido decir tiene una duración en el tiempo muy reducida. Tenderá a ser sustituido con rapidez por otro ya sea por emitirse con mayor potencia o por simple cansancio. Sin embargo lo que se escucha tiene una mayor duración en el tiempo. Nos da oportunidad al debate o aumentar nuestro conocimiento sobre algún tema. Podríamos decir que en unos casos los sonidos “nos resbalan” mientras que en otros pueden llegar a suscitar el comentario ya sea en sentido positivo o negativo.

            Otra diferencia entre el oír y el escuchar está en lo que puede ser la trascendencia de las cosas. Recordamos que se suele decir que muchas veces hay cosas “que por un oído me entran y por otro me salen”. El grito no se asocia precisamente a un pensamiento. Cuando escuchamos, fijamos mucho más la atención. Ya sea para aumentar nuestro conocimiento o para rebatir lo que pueda decir nuestro interlocutor. En todo caso,  ello siempre marca una mayor trascendencia respecto de lo que se dice.

            Creo que en esta sociedad que nos ha tocado vivir se prima más “la potencia” con la que se dicen las cosas que el contenido de lo que se está diciendo. Diría que sobran gritos y faltan palabras. Es por eso que también se puedan echar en falta a los grandes oradores que había en otras épocas. No encontramos referentes de la oratoria en la política actual como lo eran en su momento los Ortega y Gasset, Unamuno o Azaña. Ello creo que es también reflejo de lo que es nuestro propio medio social. La política y los políticos no son ajenos a todo ello.

            Es también una sociedad en la que los slogans o los tuits cobran protagonismo. Todo tiende a reducirse a unas pocas palabras. Diríamos que se ha sustituido la tertulia por el tuit. Muchas veces los medios de comunicación se limitan a recoger lo que han podido decir los diferentes líderes políticos en las redes sociales. Sin embargo los argumentos exigen un cierto desarrollo. No es tanto que no se facilite ese argumentario como la escasa predisposición a escucharlo o leer su contenido. El contacto personal puede favorecer el diálogo y el contraste de pareceres. Esa comunicación puede ser mucho más complicada a través de las redes sociales. En ello podríamos encontrar la causa de que en las redes es más habitual el improperio que la reflexión. Además hay que tener en cuenta que en esas redes se eligen los interlocutores y por ello podríamos decir que se da poca oportunidad al contraste de ideas. Aquí también prima el oír al escuchar.

            La radicalidad se asienta en mayor medida en el grito. Diría que también lo es en la repetición constante de un mismo mensaje. Se demanda el seguimiento ciego a una determinada idea. El fascismo siempre se ha asentado en considerar que hay alguien que piensa por nosotros y nos guía. En ese sentido promueve el seguimiento a un líder. Fromm vendría a decir que “el fascismo viene a darnos la fuerza de la que el yo carece”. Existe el riesgo de que por propia comodidad o por la facilidad con la que nos llegan las cosas, no seamos capaces de superar esa capa superficial y perdamos los contenidos de una mayor profundidad. Con Alain Finkielkraut yo también diría que estamos asistiendo a “la derrota del pensamiento”.       

            Si usted ha sido capaz de llegar hasta aquí, habrá podido “escuchar” lo que es mi modo de pensar sobre este tema. Luego ya será libre de opinar en qué medida refleja o no lo que sucede en nuestra sociedad. Que el diálogo venza al grito. No importa tanto el nivel de acuerdo con lo que se pueda expresar como el que se pueda establecer ese contraste de pareceres.

jueves, 13 de mayo de 2021

LEÓN MENOS FUNCIONARIOS AUTONÓMICOS DE LOS QUE LE CORRESPONDERÍAN POR TAMAÑO DE POBLACIÓN.

 


          Un signo claro de lo que es la centralidad y el centralismo es la correspondencia que pueda haber entre el número de funcionarios y el tamaño de población. Tomando como referencia la provincia de León tenemos que teniendo un 19.12% de los habitantes de la Comunidad Autónoma sin embargo cuenta con el 16,67 de los funcionarios de esta autonomía. Es decir hay un diferencial de -2.45.  Este diferencial negativo es el mayor de toda la Comunidad.

            En el caso opuesto, como se imaginan, se encuentra Valladolid que con el 21,69% de los habitantes tiene el 23,34% de los funcionarios. En este caso el diferencial es de 1.66 y es el mayor de toda la Comunidad.

            Por otro lado si consideramos la evolución desde el 2018 tenemos que Valladolid pasa de 18.817 funcionarios autonómicos a 21.887 lo que supone 3070 funcionarios más (la tercera parte de lo que se incrementa en el conjunto de la Comunidad). Este incremento duplica el que se da en la provincia de León que pasa de 14.097 a 15.633 es decir son 1536 funcionarios autonómicos más.

Además habría que tener en cuenta que a mayor extensión territorial en principio debería de corresponder más funcionarios para que esa esa Administración este suficientemente cerca de la ciudadanía. Aquí tenemos que la provincia de León prácticamente duplica en extensión a la de Valladolid. Son 15.581 km² de León frente a 8.111 km² de Valladolid. Es decir tanto tomando criterios de población como de extensión no hay correspondencia entre los funcionarios autonómicos que hay en la provincia de León con los que en principio tendría que haber. Eso supone menos recursos económicos directos y también indirectos (por desplazamientos entre otras cosas).

DIFERENCIAL ENTRE % POBLACIÓN Y % EFECTIVOS ADMINISTRACIÓN DE LA JUNTA CYL. (JULIO 2020)

% EFECTIVOS ADMINISTRACIÓN CC.AA

% POBLACIÓN

DIFERENCIAL

León

16,67

19,12

-2,45

Zamora

7,10

7,15

-0,04

Salamanca

15,09

13,79

1,30

TOTAL R. LEONESA

38,86

40,06

-1,19

Valladolid

23,34

21,69

1,66

Ávila

6,34

6,62

-0,28

Burgos

13,20

14,82

-1,62

Palencia

6,51

6,66

-0,15

Segovia

6,59

6,42

0,17

Soria

5,16

3,74

1,42

TOTAL R. CASTELLANA

61,14

59,94

1,19

CASTILLA Y LEÓN

100

100,00

0,00

 

También en el conjunto de la Región Leonesa la proporción de funcionarios no se corresponde con la de la población.














También en el conjunto de la Región Leonesa la proporción de funcionarios no se corresponde con la de la población.

domingo, 9 de mayo de 2021

LOS QUEJICAS.

 


          Uno diría que ante la falta de argumentos, los defensores del status quo de esta autonomía, tan sólo se les ha ocurrido acusar a los leonesistas de que somos unos quejicas y unos llorones. No dan más argumentos ya sea en base a la economía, a la historia o los propios valores democráticos. Vendrían a decirnos que hay que tomarse las cosas con resignación. Es lo que en alguno de mis artículos decía que apostaban para que el Reino de León fuese el Reino de los cementerios.

            Así que desde ese planteamiento me he puesto a repasar algunos que otros “quejicas”. Si quieren empezamos por los que se quejan del calentamiento global del planeta y nos avisan de la necesidad de cambiar nuestro modo de vida. Uno diría que siendo muchos, no son nunca bastantes. Su queja nos lleva a promover el modificar los hábitos de vida. Diría que en general estos “quejicas” merecen el reconocimiento social. En alguna medida van consiguiendo que sigamos sus propuestas.

            Otros que se quejan bastante son aquellos que protestan contra la discriminación racial. Los que se manifiestan rodilla en el suelo contra la barbarie por la muerte de una persona negra. Los que antes y ahora dicen que toda persona tiene iguales derechos con independencia de cuál pudiera ser el color de su piel.

            Seguimos con los quejicas, otros más serían los que protestan contra la violencia de género y proclaman que toda mujer tiene el derecho a ser respetada. Los que dicen (hombres y mujeres) “ni una más, ni una menos”. Algunos podemos decir que también en la defensa del derecho de las mujeres el Reino de León fue pionero. No en vano a Urraca I se la reconoce como la primera reina y emperatriz de Europa, por ello mismo el 8 de marzo aparecía con un pañuelo propio del día de la reivindicación feminista. Nos unimos a sus quejas.

            En el plano laboral podemos encontrar que los sindicatos “se quejan” de la condiciones de los trabajadores y reivindican mejoras ya sea en los salarios, la estabilidad o las condiciones de trabajo. ¿Son también llorones por hacer este ejercicio? Uno diría que la constitución les reconoce ese derecho y la sociedad también.

            Se quejan muchos pueblos de la España vaciada. Resulta que por un lado se derraman “lágrimas de cocodrilo” por esos pueblos que se quedan vacíos, pero por otro se le niegan los medios más primarios para mantener las condiciones de vida. Se ven privados de recursos sanitarios, de transporte público, de acceso a la educación o a internet y claro se quejan. Muchos les comprendemos y les apoyamos.

            Igual el lector ya se ha cansado de tanta queja. Pero es seguro que podría añadir por su cuenta otras muchas más. Uno podría interpretar estas cosas como llamadas para tratar de transformar y mejorar el mundo. Desde luego creo mucho mejor que haya “quejicas” que denuncien la injusticia que otros que permanecen callados e impasibles ante ello.

            Los leonesistas somos “tan quejicas” que nos quejamos de los que no se quejan. Los que asisten pasivos a nuestro declive económico y social. Claro cabría preguntarles ¿y ustedes aparte de no quejarse que hacen para parar es evolución tan negativa? Uno tiene la sensación que priman la lucha frente al adversario político y olvidan lo que son los intereses comunes de los leoneses. En eso también nos diferenciamos. En el leonesismo hay gente de diferente color político que tienen como objetivo común el defender la identidad y los intereses leoneses.

            El llamado “Pacto por León” surge a raíz de que muchos miles de leoneses se han quejado en las calles de la situación de nuestra tierra. Las crónicas nos decían que sobre unas 80.000 personas habían salido a la calle a quejarse. Nadie duda que en esa manifestación hubo un protagonismo social del leonesismo evidente (que se pudo ver y escuchar). Cabría decir ¿después de esa queja social, ustedes los que no se quejan, que han hecho?

            Uno diría que lo único que promueven son los silencios, la pasividad y “que nos dejen tranquilos”. Pero claro entre tanto se pierden la escuela de pilotos, la del centro penitenciario, el parque agroalimentario, la ciberseguridad… También aquí cada lector puede seguir añadiendo cosas. Ahora viene la de los logros….  Ah pues no se me ocurre ninguno ¿y a usted lector? Eso si no se queje y si lo hace culpe siempre al adversario político.

            Así que yo estoy mucho más a gusto entre los que se quejan de cómo están las cosas y evitan “pasar de todo”. Si puedo compartir aquellos de “A Dios rogando y con el mazo dando”. En ese sentido hay que apoyar las iniciativas que puedan surgir e incluso impulsarlas. Pero permítanme que les diga que lo que no es admisible es que “ni rueguen, ni den con el mazo”.