jueves, 16 de agosto de 2018

“EL MOVIMIENTO” ANTIEUROPEO.


 

          Ante las anunciadas elecciones al Parlamento Europeo de mayo del 2019 se empiezan a ver intentos de agrupar las fuerzas de extrema derecha que se reparten por los diferentes países de Europa.

            Liderados por el asesor de Trump, Steve Bannom se está promoviendo esa unión a la que han querido denominar “Movimiento”. Aquí en España (especialmente los que vivimos esa época) sabemos de lo que significaba en el franquismo “El Movimiento”. La extrema derecha europea no tiene pudor alguno en recuperar esa denominación con resabios a dictadura. En España tienen como principal referencia a Vox.

            No creo que sea casual que en la promoción de este “Movimiento” se encuentre una persona que ha estado en la órbita de un presidente como Trump que ha definido a Europa como su “enemigo comercial” y que defiende “el brexit más duro”. Tampoco creo que sea una mera coincidencia los lazos que unen a Steve Bannom con Cambridge Analytica.

            Este “movimiento” se proclama salvador de “las esencias” de Europa frente a las “invasiones” procedentes de personas que llegan de otros continentes. La exaltación de la “raza pura” y definir el contacto con otros como “contaminante” es en mi opinión la esencia de cualquier fascismo (tanto el que se declara abiertamente como tal, como aquellos otros que lo ejercen aun cuando lo puedan dar cobertura con otros “mantos” ideológicos).

            Ese “movimiento” que no tiene pudor alguno en reconocerse como “racista”, es una amenaza a la propia existencia de la Unión Europea. No hay que olvidar los importantes resultados electorales que han conseguido este tipo de fuerzas en Francia, Italia, Alemania o los países nórdicos (entre otros). El que uno de cada cuatro británicos diga que votaría a un partido antinmigración no deja de ser preocupante. Se conoce que el triunfo del brexit fue posible en base rechazo a la política de inmigración de la Unión Europea. Por otro lado se pudo comprobar que el brexit tuvo sus mayores apoyos allí donde había menos inmigrantes. Así el apoyo a la salida de los británicos fue ampliamente mayoritario en zonas rurales, pero en Londres fueron más los que preferían quedarse en la Unión Europea.

lunes, 6 de agosto de 2018

EL NACIONAL CATOLICISMO.




            Cuando estoy por León para mí una visita imprescindible es la de nuestra catedral. En una de estas últimas visitas al llegar  al claustro me encontré con un panel que han instalado. Supongo pretende evocar la historia del catolicismo.

            En ese panel se  hace referencia al nacimiento de España y textualmente dice: “Nace España como nación: Una sola religión, una sola lengua y unas mismas costumbres”. Creo que con ello se expresa perfectamente lo que podríamos llamar el “nacional catolicismo”.

            No es casual que ese concepto de la España uniforme y uniformizadora empieza por la propia religión (eso es lo primero). Se entiende, por supuesto, que esa religión única es la católica, que administra una parte de esa iglesia imponiendo unas determinadas costumbres. Es absolutamente excluyente de los que profesan otras religiones, hablan otras lenguas y tienen otras costumbres. Desde ese nacional catolicismo se marca la norma y el deber ser.

            Claro este modelo de España está “aderezado” con referencias a las cruzadas, al Cid Campeador, a los Reyes Católicos…. No deja de ser relevante que también haga referencia al nacimiento del “Reino de Castilla” y no diga ni una palabra del Reino de León. Qué curioso que aunque ese panel se ha situado en un lugar que fue palacio de los reyes leoneses (y donde encontramos la tumba de Ordoño II), sin embargo no haga referencia alguna a ese Reino y si al de Castilla. El motivo para mi es claro, ese concepto de España vinculado al nacional catolicismo no encajaba en la filosofía del Reino de León (por eso se le obvia incluso en “su casa”) y si era más propio del Reino de Castilla.

            Ese nacional catolicismo ha sido también el que llevaba bajo palio a Franco. Por supuesto está forma de entender la religión católica no es extensiva a toda la iglesia (afortunadamente). Podemos encontrar muchos otros ejemplos en que desde el catolicismo se ha defendido las libertades y la pluralidad. Este artículo se refiere tan sólo a esa parte de la iglesia que asume esa caracterización uniforme que hemos comentado y hemos asociado al nacional catolicismo.

            Pero claro ese nacional catolicismo no es exclusivo de la interpretación de lo que es España y lo español. Su presencia se manifiesta hoy con toda su fuerza en lo que es el nacionalismo catalán. Nos recordaba en un reciente artículo Carlos Merchan que el sacerdote Pau Claris tuvo la iniciativa en su momento de crear una República catalana independiente.

            Los lazos amarillos presiden hoy muchas iglesias en Cataluña. Esto es así hasta el punto que algunos católicos no independentistas se han visto en la necesidad de abandonar unos templos que más allá de una identidad religiosa expresaban una identidad con unas ideas políticas que rechazaban.

            El obispo de Solsona dentro de ese nacional catolicismo se consideraba con capacidad suficiente como para dictaminar lo que es  “justo” y vincularlo directamente a su propio concepto de nación. En ese sentido exhortaba a situarse por encima de lo que pudieran decir las leyes.

            También la iglesia católica ha tenido una notable influencia en el nacionalismo vasco. En sus orígenes el PNV fue un partido confesional católico. Es decir para pertenecer a ese partido había que profesar necesariamente la fe católica. Ello se hacía en oposición a una población emigrante y obrera en la que primaban más los ideales internacionalistas (y se distanciaban de la religión católica).

            Una parte de esa iglesia vasca se puso excesivamente de perfil ante el terrorismo y primaba su identidad con el nacionalismo. Son muchas las víctimas que han reclamado una mayor solidaridad de esa iglesia con aquellos que han sufrido el terror. Esto es algo que recoge muy bien Fernando Aramburu en su novela “Patria”.

            En todos estos ejemplos encontramos que se ha buscado asociar los conceptos de “nación” y “religión católica”. En la historia, la iglesia católica ha jugado un papel decisivo en la separación de Portugal cuando se desgaja del Reino de León.

            Ese nacional catolicismo también tiene su reflejo en las propias formas funerarias. En la Cartuja de Miraflores (Burgos) podemos encontrar las tumbas de los padres de Isabel la Católica, Juan II de Castilla e Isabel de Portugal. Esa tumba está delante del altar y su altura es tal que impide que cualquiera que se acerque a ella la pueda observar (para verla se precisa una fotografía aérea). Estos reyes se situaban por encima del pueblo llano y lo querían dejar de manifiesto incluso en unas tumbas que para siempre iban a indicar que estaban en un plano superior. Su cercanía al altar era también un signo de esa sintonía del poder de los reyes con el religioso.

            Sin embargo ello tiene poco que ver con lo que es la tumba de Ordoño II en la catedral de León. Esa tumba la encontramos en la girola y no ante el altar. Es una tumba accesible a la vista de cualquier visitante.

            La unidad entiendo que se debe forjar desde el reconocimiento de la diversidad. Mandela nos dio grandes ejemplos de la integración de razas y culturas diferentes bajo una misma identidad territorial y una misma bandera. Para ello hay que evitar esas referencias a las esencias que nos destruyen.