domingo, 21 de julio de 2019

Cainitas.




          Los leoneses somos tan cainitas que hasta tenemos un pueblo que se denomina Caín. Pero claro, los nacidos en Caín son cainejos y no tienen por qué ser cainitas.

          Recientemente en la presentación de mi último libro alguien me preguntaba qué se puede hacer para alcanzar un mayor reconocimiento de la identidad leonesa en el marco político de España. Era una pregunta con la suficiente trascendencia como que pudiera ser contestada en aquel momento. Por ello tuve la sensación de que la había dejado sin contestar. Este artículo pretende iniciar la contestación a esa pregunta (tan compleja).

          Para empezar, habrá que buscar que podemos ir haciendo cada uno de nosotros. Hay que evitar el desplazar las responsabilidades hacia aquellos “otros” que no han obrado como a nosotros nos hubiera gustado. En democracia podemos decir que el votante siempre tiene razón con independencia de lo que pudiera ser el sentido de su voto. Otra cosa es que podamos establecer discrepancias con lo que hayan votado.

          En mi opinión en el mundo leonés y leonesista somos excesivamente cainitas. Nos devoramos a nosotros mismos. Los enconamientos mayores se producen entre personas que comparten objetivos finales. Si alguien no coincide con nuestros propios planteamientos en algún tema determinado puede ser vituperado inmediatamente como traidor.

          Se da la paradoja de cuando alguien expresa unos contenidos que son coincidentes con los de su “adversario” se le crítica no tanto por lo que ha dicho sino simplemente por “atreverse a decirlo”. Vamos se le niega el derecho a expresar sus ideas aun cuando estas no difieran básicamente de las propias.

          Diría que esto no es algo aislado y que es un comportamiento bastante habitual. Es como si en un equipo deportivo, la lucha se estableciese con tu compañero en lugar de hacerlo con el equipo contrario. Así es complicado ganar a nada.

          Diría que el pegamento que da cohesión a un grupo es “el respeto”. No es necesario coincidir en todos los planteamientos. Hay que abandonar los personalismos para favorecer marcos de unidad de acción. La unidad hay que fraguarla desde el respeto a la diversidad.

          El cainismo fomenta la fragmentación y la dispersión de esfuerzos. Ello paraliza cualquier tipo de avance social. Todo ello será un buen motivo de disfrute para los que desean que la situación no cambie. Podrán decir que “se den palos” entre ellos mientras “nosotros miramos los toros desde la barrera”.

          Se necesitan liderazgos que consigan la suficiente capacidad de aglutinar a sensibilidades diferentes. Para ello también será necesario conceder más importancia a aquellos que nos une, respecto de otras cuestiones que nos puedan separar. Definir lo que es prioritario y distinguirlo de otras cuestiones.

          Unidad no es sinónimo de uniformidad. Siempre he defendido el concepto de “unidad en la pluralidad” que precisamente tiene unos magníficos cauces de expresión tanto en el Regnum Imperium Leonés como en los desfiles de pendones. La agrupación bajo un mismo pendón no implica unidad de pensamiento, sino es más bien lo contrario. Todos son “pueblo” en su mejor expresión, todos los pendones son distintos, pero a todos les identifica el tronco común leonés. Ese sería un magnífico ejemplo de unidad.

          En el camino a abandonar el cainismo diría que otro concepto importante es el del valor de utilidad que se da a esa unidad como modo de alcanzar unos determinados objetivos. Si se tiene confianza en lograrlos ello permitirá que se prioricen frente a lo que son las propias luchas internas.

          Creo que puede ser clave el que se vea una salida a esta situación que se va degradando cada vez más. Algunos diríamos que apuestan por permanecer en “este valle de lágrimas”. El que se visualice que la unidad lleva a mejorar la perspectiva social y económica de los leoneses, puede ser clave.

          Este cainismo lleva a que se creen multitud de asociaciones que pueden tener objetivos muy similares o directamente idénticos. Así tenemos continuas divisiones que van desde el color de la bandera, a debatir si el rabo del león en el escudo es para arriba o para abajo o la caracterización del idioma. Como las luchas fratricidas son especialmente sangrientas pues tenemos grandes enconamientos por buscar que en ese debate se imponga la visión de cada uno.

          Todo ello se ve también favorecido por una falta de institucionalización en esos debates. Así mientras unos gastan muchos millones de euros en anular nuestra identidad, los otros se “entretienen” en devorar a lo que es su oponente leonesista en esa división.

          Esas luchas vienen a ser “eternas” ya que no hay nadie con el suficiente consenso y prestigio que dictamine un supuesto “ganador”. Podríamos decir que desde las propias instituciones autonómicas se fomenta que se mantengan estas disputas.

          En definitiva, una de las cuestiones para avanzar es conseguir una mayor unidad y abandonar las posturas cainitas. El cemento para lograrlo será el respeto, el dar valor de utilidad a esa unidad y la confianza en alcanzar las metas que se persiguen.

lunes, 8 de julio de 2019

EL ESPÍRITU LEONÉS.





            En mi último libro “Concilios, fueros y leyes. El espíritu leonés” se vienen a recoger una selección de mis artículos que tratan de ahondar en lo que es la cosmovisión y la aportación de los leoneses en el devenir histórico.

            A mi modo de ver a lo largo de la historia de España, los leoneses han defendido un modelo político basado en el imperio de la ley y de la participación de la ciudadanía en la elaboración de esas leyes. Las Cortes Leonesas de 1.188 (que la Unesco reconoce como “Cuna del Parlamentarismo”) no surgen por generación espontánea. Las Cortes como institución cobran toda su vigencia cuando el Reino de León ejerce un papel dominante entre los Reinos de España. No es casualidad que el declive del Reino de León vaya asociado al de las propias Cortes (que pierden poder y se celebran en menor medida). Podríamos decir que lo que pierden las Cortes como institución política, se gana (con el dominio de Castilla) en los avances en el terreno militar. Son dos modelos no sólo distintos, sino que también contrapuestos.

            El Regnun Imperium Leonés recoge un modelo de “unidad en la pluralidad”. Se reconoce al Reino de León como una instancia superior (el rey de León como emperador en tanto rey de reyes). Sánchez Candeira considera que este modelo tendría bastantes concomitancias con el que se da en el Reino Unido. Es una unidad que se asienta en el reconocimiento de la diferencia. Este modelo social nada tiene que ver con lo que se defiende desde unas posiciones nacionalistas que simplemente contraponen su territorio con lo que ellos denominan España (de la que se excluyen).

            El valor de la palabra y del diálogo es algo que se deja ver en nuestra propia organización social. Por ejemplo, en las Cabezadas y en general en las ceremonias de foro y oferta, pero también en los concejos y juntas vecinales o en los filandones. Es el reconocimiento de la palabra como instrumento para poder debatir. Aunque también puede que ello nos lleve a una excesiva inacción y que nos falte una mayor capacidad ejecutiva.

            Desde su misma portada ese libro quiere ser una invitación a mirar hacia el futuro. En mi opinión los leoneses nos regodeamos demasiado en la edad media. Nos olvidamos de lo que fue el discurrir de la Región Leonesa en la historia de España a partir de ese momento y hasta la llegada del Estado de las autonomías. Hay que reivindicar seguir siendo protagonistas de nuestra historia.

            Hay un desconocimiento importante de cómo se fraguó la integración en la Comunidad de Castilla y León. Incluso esa falta de conocimiento de lo que ocurrió llega hasta los que dirigen nuestros destinos. Diría que hay una parte muy interesada en que no abunde el conocimiento sobre ese proceso, precisamente por cuanto no fue precisamente ejemplar. Se prefiere ocultarlo. Desde la modestia de mi aportación para ello publique en su momento “el proceso autonómico leonés” y también he tratado de difundir las líneas generales de lo que aconteció en diferentes artículos.

            La lucha por la identidad leonesa es la lucha por las libertades democráticas. El fracaso del modelo de Martin Villa para la España de las autonomías ha quedado de manifiesto en los graves problemas territoriales que ahora sufrimos. La autonomía de Castilla y León no sólo no ha favorecido la unidad de España, sino que la ha debilitado. 6 manzanas y 3 peras no suman 9.  

            Este debate identitario tiene consecuencias económicas muy claras. Ha llevado al empobrecimiento que tiene entre sus derivadas la despoblación y la pérdida de poder político. El libro también aporta suficientes datos que corroboran esas afirmaciones. Sin embargo, diría que esto es algo que los leoneses viven y conocen muy directamente. No conozco a nadie que nos diga que la autonomía de Castilla y León ha resultado beneficiosa para la economía y la sociedad leonesa.

            En ese sentido el debate se establece sobre si es preferible seguir en el “reino de los cementerios” o buscar una salida del mismo. También se sigue la estrategia de centrarse en otras cuestiones para evitar que se hable de “la cuestión leonesa”. Desde la ignorancia hay también quién trata de asimilar el leonesismo con las posiciones independentistas que se dan en otras zonas de España.

            Hemos buscado aportar ideas. Avanzar en la construcción de una interpretación de la realidad social leonesa. Todo ello es perfectamente compatible con la discrepancia. Creo no haber faltado nunca al respeto a los que puedan tener otras opciones. Sin embargo, si se hace necesario para avanzar no pensar que siempre se empieza cualquier edificio desde cero. Hay que construir desde lo ya existente, aunque sea modificando cosas.

            En otros libros he ahondado en lo que es la personalidad leonesa y de cómo ha sido el proceso autonómico y el devenir de la identidad leonesa a lo largo de la historia. En este hemos entrado en mayor medida en el terreno de las ideas, de la interpretación de la realidad social leonesa desde la perspectiva sociológica. El resultado ustedes lo juzgaran.