jueves, 13 de abril de 2023

LEÓN Y EL PUENTE COLGANTE.

  

 



         Dice Toño Olazábal en su libro “El puente de Vizcaya”: para hacer un puente es imprescindible trabajar en las dos orillas, es necesario colaborar desde ambas partes. En la vida pasa lo mismo. Si queremos que la sociedad progrese, también es necesario tender puentes desde formas de pensar muy diferentes, incluso antagónicas”. Por eso mismo la alegoría que describe a lo largo del libro no sólo responde a algo físico, también refleja lo que es una idea.

            Son muchos los leoneses que tienen origen vasco y son muchos los vascos que tienen origen leonés. Para empezar habría que recordar que el fundador de Bilbao, Diego López de Haro era un noble leonés. Para seguir podemos hablar de la empresa Hullera Vasco Leonesa en la que trabaja el protagonista de ese libro después de llegar desde los Altos Hornos de Baracaldo.

            El puente colgante une las dos orillas de la Ría de Bilbao. Lo hace no con una estructura permanente sino con una barquilla que va de una orilla a otra. Es el reflejo de la necesidad que tenemos de “visitar” la otra orilla y también de que desde el otro lado se nos visite. Es la comunicación como el camino hacia la convivencia.

            Vivimos en un mundo en el que la cerrazón nos lleva a los extremismos. No puedo llegar a entender que se condene a nada menos que 10 años de prisión a dos personas por bailar en Iran . Es inaudito que el presidente Ortega de Nicaragua dé una rueda de prensa en la que se intercalen la bandera de su país con la del frente sandinista. Es alucinante que en una “Republica” como Corea del Norte el presidente designe a su hija de 10 años como su sucesora y no contento con ello promueva el cambio de nombre de todas las mujeres que se llamen como su hija. Todo ello por no hablar del asalto al Capitolio de Estados Unidos o al Parlamento brasileño. Por si faltaba algo tenemos la guerra de Ucrania y hemos vivido una pandemia cuyo origen  aún no se conoce pero que ha despertado desconfianza hacia lo que pueda llegar desde China.

            El libro es un reflejo a través de historias personales de lo que es la vida en la España de los inicios del siglo XX. Conocer nuestro pasado puede ser el mejor camino para entender nuestro presente. Es también el tiempo en que se reivindicaba cosas como las nueve horas  (si nueve) de trabajo o el que el obrero cobrase su salario con independencia de las circunstancias climatológicas. Eran los tiempos en que si llovía y no se podía trabajar en los Altos Hornos ello suponía que el obrero no cobraba. El levantar la mano ante estas injusticias supuso que el protagonista de la obra tuviese que abandonar Baracaldo para venir a trabajar a la Hullera Vasco Leonesa en la comarca de Gordon.

            La obra es alegato a la necesidad de “establecer puentes” tanto a nivel geográfico, como en el ideológico y cualquier otro. Sin embargo las redes sociales más bien llevan al camino contrario. Se seleccionan los contenidos y contactos en función de las afinidades de cada uno. Te llega aquello de lo que por cualquier motivo te puedes sentir próximo y se evita a aquellos con los que puedas discrepar por cualquier motivo. Con ello el debate se cercena, no puedes conocer otros puntos de vista. Se crea una cierta ilusión entre lo que puede ser “tu mundo” en la red y lo que es “el mundo” en general. Faltan puentes que te comuniquen y te permitan visitar otras orillas.

            Esta situación contribuye a que se piense que no haya más verdad que mi verdad. En esa exaltación surgen los radicalismos. Dice Ricardo Villegas en su obra “Gora España. Arriba Euskal Herria” que “si quieres sentirte BIEN, conviértete en un radical” . Cada extremo te dará una lista de lo que él llama “enemigos autorizados”. Los extremistas de izquierda y de derecha sin embargo tendrán un enemigo común: los moderados.

            El puente Colgante es la imagen de la necesidad de que de forma permanente y continuada se visite “la otra orilla”. No son visitas puntuales, son reiteradas y van de un lado a otro a lo largo del tiempo. En esta época de asilamiento y de radicalismo es una estupenda metáfora de la convivencia. Una invitación a establecer puentes.

lunes, 10 de abril de 2023

LA MENTALIDAD RUSA Y LA GUERRA DE UCRANIA.

 

 

         Para hallar una solución a un problema, primero hay que llegar a entenderlo. Recuerdo que está era una de las lecciones que nos daba nuestro profesor de matemáticas. Creo que esto es aplicable a muchas cosas y aquí voy a tratar de aportar conocimiento a lo que puede ser la mentalidad rusa respecto a Ucrania y en rasgos generales a lo largo de su historia. Creo que a veces nos ceñimos demasiado a hacer esos análisis con una mentalidad europea.

            Vaya por delante mi condena a la invasión rusa de Ucrania, invasión que entre otras cosas se sustenta con mercenarios sin ningún tipo de escrúpulos.

      Para empezar hay que decir que la gran mayoría de la población rusa siempre ha visto Ucrania como una parte de su patrimonio. Por otra parte la mentalidad rusa ha sido a lo largo de su historia fundamentalmente expansionista. Kissinger nos recuerda las declaraciones del ministro de exteriores Nashchokin a mediados del siglo XVII. Para dicho ministro “expandir el Estado en todas las direcciones, esta es la función del Ministerio de Asuntos Exteriores”. En base a ello se expandió un promedio de 100.000 km cuadrados desde 1552 a 1917.

En el renacimiento Europeo cobraban fuerza valores como la libertad a nivel individual y social. Sin embargo frente a ello en Rusia se daba el resurgimiento de una autoridad única que era sancionada a nivel religioso. Se decía que el zar era como “icono viviente de Dios” cuyos mandatos eran incontrovertibles e intrínsecamente justos. Ello puede explicar lo que es el tratamiento que se tiene en Rusia con la homosexualidad. Siguen primando los valores de la religión ortodoxa a los de la libertad individual.

No hay que olvidar el papel que en este momento sigue jugando la iglesia ortodoxa rusa en el apoyo a Putin y también a la invasión de Ucrania. Podríamos decir que se sustituye la imagen del zar por la de Putin pero los conceptos permanecen. También es una autoridad sancionada a nivel religioso y que tiene afanes expansionistas. Se da una cierta unidad entre la autoridad religiosa, la civil y la militar.

Lo que en occidente se consideraba autoritarismo arbitrario era presentado en Rusia como una necesidad elemental, la precondición para el funcionamiento del sistema de gobierno. Desde esa perspectiva se entiende el apoyo que Putin sigue teniendo. Hay en la mentalidad rusa una demanda de necesidad de autoridad. Por ello mismo tiene mucho mayor protagonismo el presidente que el Parlamento.

También podemos ver similitudes entre la historia rusa y la china. Tanto los zares como los emperadores chinos eran monarcas absolutos dotados de poderes místicos que gobernaban grandes territorios. Además comparten una historia con papel dirigente del partido comunista. Desde esa perspectiva se puede entender mejor la posición China de apoyo a Rusia. Sin embargo a diferencia de Rusia, China no ha sufrido la descomposición territorial que sucede cuando finaliza la Unión Soviética. En ello se deja ver un cierto sentimiento ruso de “pérdida de imperio” y a Putin como aquel que busca recomponerlo.

Desde la perspectiva rusa, el liderazgo se basaba en la habilidad para imponer su voluntad mediante incontestables afirmaciones de autoridad y para impresionar a todos los presentes con el poder abrumadoramente inmenso del Estado ruso. Un ejemplo de ello lo podemos ver en los desfiles militares o también cuando Putin declara que “Rusia es invencible”. En esa misma línea estaría  la parafernalia  con la que se adorna las ruedas de prensa (con las grandes puertas doradas) o los actos públicos de exaltación de su liderazgo. Se sustituye la figura del zar, pero el concepto profundo es el mismo y ahora lo encarna Putin.

Podríamos decir que a lo largo de la historia el zar era Rusia y Rusia era el zar. Había un concepto de que ese zar defendía Rusia de unos enemigos exteriores que había en todas partes. Cuando ahora escuchamos a Putin y sus diatribas contra Europa o Estados Unidos nos recuerda mucho a ese pasado. Con ello consigue desde un concepto de autoridad el que sea considerado un garante de Rusia ante cualquier amenaza.

Como suele pasar en los regímenes autoritarios, Rusia había imbuido sus conquistas de la justificación moral de que estaba propagando el orden y la iluminación intelectual en tierras herejes. Es un punto que también le une a países de tradición islamista como Siria donde tiene otro de sus apoyos.

Por todo ello. nosotros vemos que además de una confrontación bélica hay también otra de índole social y cultural. En la misma se puede ver por un lado a países con una tradición en la que se prima fundamentalmente la autoridad, frente a otros en los que se da un mayor protagonismo a las libertades individuales y sociales.

El mundo es como es y no como queremos que sea. Todos los indicios son de que Putin sigue contando con el respaldo mayoritario de los rusos. Este artículo ha pretendido escudriñar en los motivos que explican que esto sea así.