viernes, 16 de junio de 2017

FUEROS Y LIBERTADES.


 

        Hace nada menos que 1.000 años que se promulga el Fuero de León que se reconoce como la primera ley territorial de España.  Habrá personas que desde diferentes especialidades nos hablen de lo que son sus contenidos. El objetivo de este artículo no es ese. Por el contrario hemos querido ahondar en el trasfondo de lo que significa en ese contexto,  la aportación de lo leonés a la idea general de España.

        Para empezar es importante difundir la propia existencia de unos fueros leoneses.  Creo que es bastante común considerar que los fueros eran algo exclusivo de otros territorios que hacen apelación en sus instituciones al concepto foral (en las Diputaciones o en el propio nombre de la Comunidad Foral Navarra).

        Estos fueros leoneses eran un alegato en defensa de las libertades frente a la arbitrariedad. El imperio de la ley protegía a la ciudadanía de los caprichos de aquellos que consideraban que los demás  debían someterse simplemente a su voluntad. Ese poner limitaciones y establecer normas de conducta aplicables al conjunto del medio social fue, en su momento, un avance social muy importante.

        En el Reino de León, donde nacen estos fueros, es también donde surge la cuna del parlamentarismo. Cuando el Reino de León es hegemónico en el conjunto de España, se desarrollan las cortes y cuando pierde su hegemonía, ese cuerpo legislativo va perdiendo progresivamente vigencia (las cortes en general y no sólo las cortes leonesas como a veces se quieren decir).

        Sin embargo existe una distorsión absoluta de la historia leonesa y en consecuencia de la historia de España. Especialmente es así en las series de divulgación como puede ser la titulada “el final del camino” que ha programado  TVE. Así se difunde una imagen de los reyes leoneses profundamente negativa. Se olvidan  que fueron esos reyes los que  promovieron las primeras universidades de España, los que favorecieron las libertades ciudadanas a través de este fuero de León o la participación en la elaboración de las leyes promoviendo las cortes. El poder se ejerce para deformar la historia y difundir una imagen falsa e interesada de ella. Todo ello sucede ante el silencio de las propias instituciones leonesas, lo que las hace en algún grado, cómplices de esos desatinos.

        Lo dice el himno, el prestigio del Reino de León viene a través de “los concilios, fueros y reyes”. Esto es algo que se plasma tanto en el callejero como en las conmemoraciones (hace unos años de las  Cortes y ahora de los fueros). La promoción de la cultura y la educación vendría otra seña de identidad que va desde promover las primeras universidades, hasta la Fundación Sierra Pambley. Los leoneses presumimos no tanto de héroes como de leyes.

        El modelo leonés de España buscaba regular su diversidad sin desvirtuar lo que es su unidad. Este modelo contrastaba muy directamente con el que se propulsaba desde Castilla basado en un modelo más vinculado al ámbito militar y por ello mismo a la uniformidad. El desplazamiento de la hegemonía leonesa a la castellana supuso por un lazo el reforzar los avances militares y por otro la pérdida de vigencia de las Cortes como institución.

        La reivindicación de lo “leonés” y de nuestra historia ha venido en gran medida asociada a la iniciativa privada. A personas que dedicaron tiempo y esfuerzo a lograr ese reconocimiento. Es el caso de Rogelio Blanco como impulsor de que la Unesco reconociese las Cortes Leonesas como “cuna del parlamentarismo”. Por cierto en la cartelería que lo intenta difundir se echa en falta una referencia a la Unesco. El logro es que eso es algo que nos reconoce un organismo internacional de reconocido prestigio, algo que no hacemos ver a nuestros visitantes. Otro ejemplo de cómo desde la iniciativa privada se defiende y promueve la identidad leonesa es el de Juan Pedro Aparicio y su ensayo sobre “nuestro desamor a España. Cuchillos cachicuernos contra puñales dorados”.

        La falta de instituciones propias y autónomas creo que está detrás de ese importante vacío institucional en la defensa de “lo leonés” y de la reivindicación de nuestra historia. Es un poco como el “estar durmiendo con tu enemigo histórico”. No es que León y Castilla sean algo distinto en la historia, es que han representado modelos opuestos. El triunfo de la “Castiespaña” (que diría Aparicio) se hace ahogando a la  personalidad leonesa y con ello desvirtuando la historia, las veces que haga falta, para acomodarla al discurso dominante.

        Diría que en la reivindicación leonesa deberían estar todos aquellos que apelan a que la historia no se modifique en función de los intereses del momento. No puede ser que convirtamos en héroes a mercenarios (como El Cid) y en traidores a los que han liberado a su pueblo de un asedio (como Vellido Dolfos). La historia no se puede escribir en base a los anuncios publicitarios (como fueron unos cantares de gesta encargados para ensalzar a los que los pagaban). Los fueros de León en su momento fueron un avance en la conquista de las libertades ciudadanas.

domingo, 4 de junio de 2017

VERDADES SILENCIADAS.


 

          En el medio social que nos ha tocado vivir, diríamos que “la verdad” se asocia en demasiadas ocasiones a las veces que se repite una determinada cuestión. Además si esa repetición se hace en un menor tiempo, el mérito parece aún mayor. Así por ejemplo son las referencias a lo que se ha venido en denominar “fenómenos virales”. Es frecuente escuchar que tal cosas se ha “compartido”, “repetido” X miles de veces en un corto período de tiempo. No se cuestiona lo que dice, sino las veces que consigue que otros lo repliquen. Es más importante el “cuanto” que el “contenido” de lo que se pueda decir.

          En publicidad o en el acceso en los canales de comunicación se viene a dar algo de esto mismo. La percepción de las cosas se conforma muchas veces en función de las veces que se repite algo. Ello provoca que si alguien en función de los medios económicos o de otro tipo, tiene mayores facilidades para repetir sus mensajes también los tendrá para componer la visión social. Hay una grave amenaza de secuestro de “la verdad” en función de la mayor o menor disponibilidad de medios para hacerla llegar al conjunto de la sociedad. Todo ello nos hace depender en gran medida del poder económico e institucional.

          Una exigencia para que algo se pueda repetir muchas veces es que sean mensajes cortos y “fáciles de digerir”. Es un titular, un tuit o un slogan. Sin embargo esa exigencia lleva a excluir “al pensamiento” que es mucho más elaborado. La banalidad nos lleva a mensajes que caben en una frase que se pinta en un autobús. Se prefiere la simplicidad favorecedora de la difusión, a la complejidad que puede suponer la elaboración de ideas.

          A una sociedad que tiene problemas cada vez más complicados, el medio social responde promoviendo la banalidad. Estos desajustes no favorecen la superación de las dificultades.

          Las “verdades silenciadas” son aquellas que teniendo “algo que decir” al medio social, sin embargo carecen de capacidad suficiente para poder comunicarlo y sucumben ante aquellas otras que sin exponer argumentación alguna, sin embargo tienen poder para ser repetidas de forma reiterada en el tiempo.

          En el fondo es un reflejo de las desigualdades en el acceso a la comunicación. Ello ha hecho que, por ejemplo, la eclosión de algunos partidos políticos haya estado vinculada al respaldo que determinados medios de comunicación han dado a sus mensajes.

          En ese panorama, cada vez es más evidente que tiende a sufrir especialmente la independencia de los medios. Se hace más complicado dirimir lo que responde a la realidad social de lo que es la visión que se desea difundir desde un determinado canal de comunicación. Ello también hace que cada cual se refugie en su medio y evite aquel otro que se aparte de sus ideas. La lucha de poder es hoy en gran medida una lucha por el control de los medios de comunicación. En mi opinión esto se aprecia principalmente en los medios televisivos y radiofónicos, tal vez por cuanto son también los que ejercen una mayor capacidad de influencia sobre el medio social. La simplicidad se trasmite fundamentalmente a través de la imagen.