viernes, 30 de noviembre de 2018

CAMPANAS QUE ANUNCIAN Y QUE SILENCIAN.




          Las campanas en nuestros pueblos siempre se han utilizado para anunciar “algo” al conjunto de la población. Ese algo iba desde anunciar la muerte de una persona hasta la llamada al concejo o el aviso de que iba a empezar la misa dominical (entre otras muchas cosas). Eso suponía diferentes toques de campana que debían ser convenientemente interpretados por la ciudadanía a los que se dirigía. En Villavante desde hace años se viene buscando el divulgar ese conocimiento de los diferentes toques de campana y se hace una concentración de campaneros.

            Sin embargo recientemente en Alsasua el toque de campanas tuvo como misión silenciar a aquellos que pretendían exponer sus proclamas. Con independencia de que se pueda estar de acuerdo o no con la oportunidad del acto o con lo que pudieran decir esos oradores, lo que considero inaceptable es el uso de las campanas para impedir el que se pueda escuchar la voz y la palabra (incluso desde la discrepancia).

            Estamos asistiendo a una triste situación que lleva a que aquellos que han vitoreado y aplaudido el asesinato de los que no eran coincidentes con sus propios planteamientos, ahora se presenten como referentes de democracia. Creo en la libertad que se erige desde el respeto. Silenciar o aplaudir a los que silencian a otros no encaja en las formas de actuar democráticas.  

            Me hubiera gustado escuchar las protestas contra esas “campanas que silencian” a los que se han manifestado contra la conocida popularmente como “la ley mordaza”. A veces tengo la impresión de que se reclama la libertad de expresión “para mi” y sólo se escucha el silencio cuando es para “el otro”. En las dictaduras siempre se ha dejado hablar a los que se suman a sus planteamientos, el problema es que se acalla al discrepante. Habría que pensar si muchas veces esas formas de actuar son más propias de dictaduras que de modos de actuación democráticos. Se gana credibilidad cuando se defiende el derecho a expresarse a aquellos que no piensan igual que yo.

            Algo muy español es considerar que fuera de nuestras fronteras “los perros se atan con longaniza”. Ya sea en el terreno económico, en el de la tecnología e innovación, en el de  los servicios sociales o en  las libertades, hay una cierta tendencia a pensar que “lo mejor está fuera”. Diría que esa opinión contrasta con la que tienen los  extranjeros de España.


lunes, 19 de noviembre de 2018

COMPRAR LA HISTORIA.






          Me pone un kilo de lentejas, una lubina de tamaño medio y dos libros de historia. A lo que el vendedor responde: ¿La historia como la prefiere, cuál es la que más le gusta y se adapta a sus preferencias?  ¿La historia la prefiere en formato texto o más bien en capítulos televisivos?, a lo que añade: tenemos ahora una oferta muy interesante que se podría adaptar muy bien a sus preferencias.

            Recientemente me he sentido interesado por una serie de televisión sobre los Templarios. La ha emitido una cadena que se supone especializada en historia. Ya en los créditos se indica que la serie esta sufragada por la Diputación de Castellón. Entonces resulta que la única referencia de los Templarios es el castillo de Peñíscola, curiosamente en Castellón.

            No hace mucho se ha emitido la serie “el final del camino” que pagaba la Xunta de Galicia. Qué casualidad que en ella se recrea un retrato de los nobles gallegos como grandes prohombres hacedores de la Catedral de Santiago en detrimento de unos reyes leoneses a los que se caracterizan como despiadados y depravados.

            No hemos evolucionado mucho desde la edad media en la que aquellos que tenían poder económico o militar encargaban a los juglares que cantasen sus bondades y hazañas. Lo que roza lo inaudito es que en esas apologías se sustentase una historia que luego se impartía en los centros educativos. Claro, así pasaba que el liberador del Cerco de Zamora (Bellido Dolfos) fuese tratado como traidor incluso en la propia ciudad que liberaba. Afortunadamente, hace no demasiados años, se ha cambiado ese relato y lo que hasta ese momento había sido “traición” es ahora “lealtad”.

            Esa “compra de la historia” se ha extendido a lo largo del tiempo, no es privativa del momento actual.   Lo único que ha cambiado son los compradores, antes eran a título más bien individual y ahora suelen ser las instituciones las que sufragan esos gastos.

            Tampoco creo que sea algo que quepa limitar a un espacio geográfico determinado. A veces suelo escuchar que desde los gobiernos nacionalistas se promueve que en los centros educativos la difusión de unos libros de historia que se adaptan a sus criterios ideológicos y dibujan una imagen negativa de España. Creo que esto es efectivamente es así, pero en ningún caso entiendo que ello sea privativo de ese mundo nacionalista. Diría más bien que la distorsión de la historia para adaptarla a sus intereses, es una práctica mucho más generalizada.

  

martes, 6 de noviembre de 2018

LAS “VENTANAS ROTAS” LEONESAS.




            George Kelling fue el autor que en su momento formuló la teoría  de “las ventanas rotas”. Esta viene a decirnos que “evitar el vandalismo menor (ventanas rotas) previene  crímenes mayores”. Luis Arroyo, que se hace eco de esta teoría en su libro “el poder político a escena” nos dice: “si las ventanas rotas son rápidamente repuestas, las ciudadanas y los ciudadanos viven en otro mundo posible, con menor propensión a la comisión de faltas o crímenes mayores”. Esta teoría fue aplicada por diferentes alcaldes como el que lo fue de Nueva York en la década de los 90 (Giuliani). Por cierto con éxito importante en la reducción de la delincuencia.

            En esta misma orientación, en Holanda se hizo un experimento en el que se pusieron 5€ a la vista en un buzón en buenas condiciones y en otro pintado con grafiti. Los 5€ del buzón en buenas condiciones se los quedaron un 13% de los que por allí habían pasado, pero en el caso del buzón pintado con grafiti esa tasa se duplicaba hasta llegar al 27%. Los autores del experimento concluían que cuando otros violaban una determinada norma social ello propiciaba el seguimiento en que otros siguiesen ese mismo camino. Un entorno limpio favorecerá conductas de limpieza en la ciudadanía, que no son las mismas si la ciudad se percibe sucia. Hay conductas de seguimiento que llevan a repetir lo que otros han hecho primero (especialmente si lo hacen los líderes sociales en cualquier campo y actividad).

            En mi opinión está teoría de “las ventanas rotas” es perfectamente aplicable a la identidad leonesa. Habría que decir que en este caso la culpabilidad de ello recae principalmente en el ámbito institucional y particularmente en la Junta de Castilla y León. Anualmente se dedican presupuestos millonarios a “romper ventanas identitarias”. Para ello vale tergiversar la historia y acomodarla a sus propios intereses o dar subvenciones en función de que se contribuya a lo que conviene a ese poder político.

            En este panorama en el que la referencia a lo “leonés” se promueve institucionalmente que desaparezca, se puede entender las conductas de seguimiento que se dan no tanto desde la convicción como desde la imitación. Es como tirar un papel en una calle que ya es un estercolero, como que un papel más no importa.    

            Además hay que tener en cuenta que los “reparadores de ventanas” cuentan con muchos menos medios que los que promueven romperlas. Por otro lado reparar siempre es más complicado que destruir.

            Este panorama de “ventanas rotas” afecta muy directamente a la prestación de servicios. En el estado de las carreteras, feve, mantenimiento general de las ciudades y especialmente de los pueblos, sanidad… se visualiza fácilmente ese deterioro social.