Dice la
canción que “ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedio”. A mí esto me
recuerda lo que a mi parecer sucede muchas veces en el medio social leonés.
Diría que somos “maestros” en una crítica que se extiende a casi todo, que nos
sentamos en una mesa para proponer alternativas, que luego vamos a solicitar
que otros las ejecuten. Para cerrar el círculo luego esos que van a ejecutarlas
les criticaremos ya que no lo han hecho como nosotros deseábamos.
Desde
nuestro individualismo y nuestra afición a los discursos deliberativos (que se
plasma en actos como las cantaderas o las cabezadas) somos demasiado
aficionados a “ver los toros desde las barreras” sin entrar a “torear” y
limitándonos a ser críticos con aquellos que lo hacen. Creo que este es un
lastre importante que nos impide avanzar.
Aquel que
toma decisiones en cualquier ámbito, tiene que ser consciente de que no todas
van a ser acertadas. Todos debemos tener un margen de tolerancia con aquellos
que han dado un paso al frente para liderar los diferentes procesos. Todo ello
sin que se excluya la crítica pero considerando al mismo tiempo que tal vez no
hemos sido lo suficientemente valientes para liderar esos procesos. Son
demasiadas las veces que se escucha la demanda “que otros hagan” y además “lo
hagan de este determinado modo”, pero evitando proponerse como ejecutores de
aquello que ellos mismos demandan.
Pienso que
tampoco es válida la crítica que se hace sin proponer alternativas. Cualquier
oposición entiendo que no debe limitarse a aquellos que ejercen el poder, sino
que debe ser lo suficientemente positiva como para plantear lo que pudieran ser
sus opciones. En mi opinión esto tampoco se deja ver demasiado (o al menos no
de modo suficiente).
Diría que
los leoneses somos en exceso “corrosivos”. Nuestro gran individualismo puede estar
ligado a un profundo sentimiento de defensa de nuestras libertades pero
dificulta el que se pueda establecer cualquier lazo de colaboración entre
nosotros mismos.