Hay un
cierto consenso social en considerar que cada vez más “la información es
poder”. Se dice que la principal materia prima, ya actualmente y aún más en el
futuro, son “los datos”. Por ello mismo se da especialmente valor a lo que es
el análisis de esa información. La interpretación que se pueda dar de esos
datos puede ser clave para afrontar con éxito los diferentes retos.
En este
contexto es un riesgo especialmente relevante el de la manipulación de esa
información en función de unos determinados intereses. Ello resulta aún más
grave si se hace con el apoyo institucional de dinero público.
Cuando todo
esto se hace en espacios o publicaciones dirigidas al público infantil la
situación se hace particularmente inaceptable. Una cadena pública como TV3 en
su programa infantil infoK de Super 3 ha adoctrinado a los niños con el mensaje
de que los dirigentes del Gobierno de la Generalitat son presos políticos en
cuanto han sido encarcelados en función de “cómo piensan” y no tanto por “cómo
actúan”. Se les ha dicho en ese programa, que esas personas han sido
encarceladas “por ser independentistas”. Casualmente hay que recordar que el
Gobierno de la Generalitat ha gastado en publicidad institucional un 25% más
que todo el resto de Gobiernos del Estado. Seguir las tesis de aquellos ejercen
el control del medio tiene también su premio económico.
En otros
casos, como ETB, también han surgido polémicas sobre la base de aquello que
trasmitían en sus actuaciones los conocidos payasos Txirri, Mirri y Txiribiton.
Ya no se trata tanto de exaltar “lo propio” como de ridiculizar al contrario.
Este mismo esquema ha sido utilizado por alguna marca comercial en su publicidad.
Al final es lo que siempre, se ha utilizado desde las posiciones xenófobas.
En todo caso
esta forma de actuar no es exclusiva de esos medios y Comunidades. En Castilla
y León existe la Fundación Villalar que entre otras cosas se ha dedicado a
hacer un comic dirigido especialmente a los niños para adoctrinarlos en las tesis
castellano-leonesas. La verdad sucumbe ante los objetivos ideológicos que se
persiguen y así en ese caso tenemos hasta castellano-leoneses que vivían en la
prehistoria. No se busca el conocimiento, se busca inculcar ideas y hacerlo del
modo más fácil y sencillo ante una población infantil con menos medios de
defensa. Se quiere instalar en ellos unas determinadas convicciones para que
luego puedan crecer con ellas. Un presupuesto de varios millones de euros
anuales lo facilita.
No hay
libertad sin pluralidad. Probablemente la independencia de los medios
informativos sea una quimera, pero al menos hay que conseguir que no haya una
“voz única”, ni que las emisiones dirigidas a la población infantil se utilicen
para proclamas ideológicas. Especialmente debe ser así en los medios públicos
que se mantienen en base al dinero que aporta la ciudadanía.
En la
trasmisión de valores que trascienden a lo que son las diferentes opciones
ideológicas, debería de darse una mayor coherencia. No puede ser que un medio
haga una campaña contra las drogas pero luego en un programa de audiencia
infantil y juvenil se ridiculice a alguien por no haberse emborrachado. En la
trasmisión de modos y códigos de conducta los medios de comunicación
(especialmente los asociados a la imagen) cobran cada vez más importancia.
Hoy en día
se está cuestionando en qué medida el sistema educativo es una canal de
adoctrinamiento en base a las normas que se marcan desde algunos responsables
políticos. Hay que buscar respetar lo que debe ser “la libertad de cátedra” pero
a la vez evitar que ello luego se utilice para inculcar lo que puede ser la
forma de pensar de un determinado profesor a su alumnado. Diría que cuando lo
que se dice en esas clases coincide con lo que se desearía que se dijese desde
el poder, ello se admite sin problemas. Sin embargo la cuestión puede ser
totalmente distinta si esas comunicaciones van en la dirección contraria a los
postulados que defiende el correspondiente poder político en ese ámbito
educativo.
La solución
es complicada. La libertad se ha utilizado en demasiadas ocasiones para
justificar el adoctrinamiento en un determinado modo de pensar. El control
excesivo puede llevar a establecer que la fuente de comunicación esté
absolutamente contaminada por aquellos que ejercen ese control. Considero que
es la pluralidad lo que en mayor medida podría garantizar un mejor uso de esos
medios de comunicación pública. Para que se pueda dar esa pluralidad habría que
asegurar la presencia entre los que ejercen el control de diferentes
sensibilidades y apoyos suficientemente mayoritarios. Además creo que sería
deseable que hubiera algún medio que garantice no tanto que “se diga la verdad”
(que es plural en sus puntos de vista) como “evitar que se mienta” (y se trasmitan
cosas que son objetivamente falsas).
Puedo entender
que el camino es complicado, pero será fundamental el evitar el adoctrinamiento
infantil en base a las propias creencias. El dinero de todos debe estar al
servicio de todos, el partidismo es cuando sólo está al servicio de una parte
(y desgraciadamente hay demasiados ejemplos de ello).
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