Dice la
canción que “ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedio”. A mí esto me
recuerda lo que a mi parecer sucede muchas veces en el medio social leonés.
Diría que somos “maestros” en una crítica que se extiende a casi todo, que nos
sentamos en una mesa para proponer alternativas, que luego vamos a solicitar
que otros las ejecuten. Para cerrar el círculo luego esos que van a ejecutarlas
les criticaremos ya que no lo han hecho como nosotros deseábamos.
Desde
nuestro individualismo y nuestra afición a los discursos deliberativos (que se
plasma en actos como las cantaderas o las cabezadas) somos demasiado
aficionados a “ver los toros desde las barreras” sin entrar a “torear” y
limitándonos a ser críticos con aquellos que lo hacen. Creo que este es un
lastre importante que nos impide avanzar.
Aquel que
toma decisiones en cualquier ámbito, tiene que ser consciente de que no todas
van a ser acertadas. Todos debemos tener un margen de tolerancia con aquellos
que han dado un paso al frente para liderar los diferentes procesos. Todo ello
sin que se excluya la crítica pero considerando al mismo tiempo que tal vez no
hemos sido lo suficientemente valientes para liderar esos procesos. Son
demasiadas las veces que se escucha la demanda “que otros hagan” y además “lo
hagan de este determinado modo”, pero evitando proponerse como ejecutores de
aquello que ellos mismos demandan.
Pienso que
tampoco es válida la crítica que se hace sin proponer alternativas. Cualquier
oposición entiendo que no debe limitarse a aquellos que ejercen el poder, sino
que debe ser lo suficientemente positiva como para plantear lo que pudieran ser
sus opciones. En mi opinión esto tampoco se deja ver demasiado (o al menos no
de modo suficiente).
Diría que
los leoneses somos en exceso “corrosivos”. Nuestro gran individualismo puede estar
ligado a un profundo sentimiento de defensa de nuestras libertades pero
dificulta el que se pueda establecer cualquier lazo de colaboración entre
nosotros mismos.
En mi
opinión somos mucho más capaces de ver “las diferencias” que podamos tener, que
los puntos de encuentro. Ello incluso aun cuando puedan ser muchos más los
puntos en común. Todo ello nos debilita.
La unidad se
construye desde el respeto a la pluralidad y no desde la imposición de la
uniformidad. Ello puede ser aplicable a un modelo territorial, pero también a
los necesarios procesos de cooperación social. Nadie debe atribuirse tener un
“medidor” para dar carnets ya sea de “leonés”, “español” o “europeo”. Cada cuál
puede serlo desde sus propias opciones y opiniones personales. En la actual
crisis de Cataluña he escuchado a alguna persona que “el defendía las
posiciones independentistas aun sintiéndose español, pero que se oponía al
Gobierno de Mariano Rajoy”. Es como si el único camino para “ser español” es la
identificación con aquel que en un momento determinado ocupa la presidencia de
gobierno. Evidentemente un error. En todo caso tampoco estaría de más que el
resto de las fuerzas políticas hicieran ver la pluralidad de “versiones” y
“caminos” de esa identidad común. Desvincular identidad con un determinado
pensamiento ideológico. Creo que en las manifestaciones que se han hecho en
Barcelona defendiendo un marco unitario se ha intentado algo de esto. Valoro
positivamente la presencia de personas en la tribuna con diferente orientación
política (aunque ello le haya valido a un histórico dirigente del Partido
Comunista (PSUC) como Francisco Frutos que alguno le acuse de “fascista”).
La
tolerancia es un factor básico de la argamasa desde la que se construye la
unidad. La discrepancia se debe ejercer desde el respeto al que piensa
diferente. El debate hay que ejercerlo desde los argumentos y no tanto desde
las diferencias personales. En un mundo que se mueve desde “los tuits” es
complicado que “el pensamiento se abra camino”. Considero que hay un cierto
déficit de “pensadores” o tal vez habiéndolos tienen una importante dificultad
para que sus palabras nos lleguen. No encuentro paralelismos actualmente con lo
que en su momento fueron los Ortega, Unamuno o Azaña (por ejemplo). Pero claro
tampoco me los imagino escribiendo “tuits” como expresión de su parecer ante
determinados acontecimientos. La exigencia de rapidez de respuesta sustituye a
la profundidad de los mensajes.
Para apoyar
una determinada opción no es necesario coincidir en todos sus planteamientos.
Para salir de un atolladero es más importante aunar fuerzas que discutir sobre
el modo y la forma que debemos empujar o si conviene empezar por la rueda de la
derecha o la de la izquierda. Habrá que examinar si se considera que efectivamente
estamos en una situación complicada a nivel social y económico, a partir ello
determinar las posibles causas y cuál podrían ser las mejores soluciones para
avanzar en nuestro camino. Lo que ya no es de recibo es que coincidiendo en la
definición de la situación, las causas y las posibles soluciones, luego resulte
que se sea incapaz de establecer una estrategia común.
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