Soy de los
que considera que debemos hacer un esfuerzo importante por cambiar la imagen de
España tanto a nivel interno como de cara al exterior. Ello será fundamental a
la hora de conseguir adhesiones a nuestro proyecto común.
En mi
opinión no puede seguir siendo referente de España y de lo español mercenarios
como El Cid que utilizaban las cabezas de sus enemigos como munición de sus
catapultas. Tampoco creo que lo sean unos Reyes Católicos que crean la Inquisición
para mantener la ortodoxia religiosa en su reino u ordenan la expulsión de los
judíos. Sin embargo aún hoy podemos ver como en las televisiones se siguen
exaltando este tipo de figuras y se hacen programas específicos para promover
relatos favorecedores sobre ellos.
La historia
la escriben los vencedores, los vencidos están demasiado ocupados en enterrar a
sus muertos. En la Edad Media los poderosos (militar o económicamente) pagaban
a los juglares para que compusiesen los “cantares de gesta” que como su nombre
indica tenían un objetivo fundamentalmente propagandístico de promoción de la
figura de aquel que les pagaba. Sin embargo durante siglos la historia que se
ha trasladado en los libros de texto o a través de los medios de comunicación
se ha basado en esos cantares. Cuando la verdad no interesaba a aquellos que
tenían el poder, se creaba un relato a la medida de sus intereses. Sí, ya sé
que me pueden decir que esto no es muy diferente de lo que puede ocurrir en la
actualidad. Los cambios en el mundo de las ideas pueden ser bastante más
complicados que los que afectan a la tecnología.
Si
mantenemos este relato de España aumentará el porcentaje de personas que al no
identificarse con el mismo, apuesten por la independencia. Por ello los que
somos y nos sentimos españoles, debemos ser los primeros interesados en
difundir y promover una imagen diferente de España. Hoy esa imagen está
fundamentalmente oculta a la mayoría de la ciudadanía.
El que todo
un presidente del Gobierno de España desconozca que la Unesco ha reconocido a
León (y por tanto a España) como “Cuna del Parlamentarismo” es muy sintomático.
Desde luego no hubiera sucedido lo mismo si en su artículo se hubiera referido
al Cid o a “los Reyes Católicos”. Para mí no deja de tener una dosis de
dramatismo que en la memoria colectiva de los españoles, tengan mucho más peso
“los mercenarios y los intransigentes” que los logros de los Parlamentos y de los tolerantes.
Recuperar la
historia de España pasa necesariamente por conseguir que en ella alcance un
mayor protagonismo la historia leonesa. No hay que olvidar que el himno de León
empieza precisamente por “sin León no
hubiera España”. La reivindicación leonesista va mucho más lejos de
reivindicar una autonomía propia dentro de la España de las autonomías (que también),
se extiende a tratar de difundir un concepto diferente de España.
Es el Regnum
Imperium Leonés el que trata de crear un modelo de España basado en “la unidad
en la pluralidad”. El “Emperador” lo es a modo de un “rey de reyes” que
sustenta un marco unitario desde el reconocimiento de la diversidad. Este
modelo no tiene nada que ver con el de aquellos que desde perspectivas
uniformizadoras tratan de confrontar dos unidades (como Catalunya y España). La
unidad hemos de construirla desde la aceptación de una diversidad que no
resulte discriminatoria y que se cohesione desde valores de solidaridad.
El Reino de
León promovió diferentes proyectos de tipo legislativo (como los Fueros).La
importancia de las Cortes como institución ha estado en gran medida relacionada
con el papel que ese Reino de León tuviera en cada momento de la historia.
Cuando va cobrando protagonismo en la historia Castilla, ello ha ido parejo a lograr
conquistas militares pero también a la pérdida de fuerza de las Cortes como
institución.
Esa “otra
España” hunde sus raíces en el medio rural. Es la que tiene voz a través de los
concejos, la que tiene un concepto de que lo “común” es de todos y lo
desarrolla en sus modos y costumbres (como las “facenderas”, “la vecera”…)
Una España
que sea patrimonio de todos, debe evitar el que lo sea de modo exclusivo de
“algunos”. La pluralidad de ideologías o pensamientos será la amalgama en la
que se construya el edificio común. No puede ser que haya personas que rechazan
España única y exclusivamente por discrepar con aquel que un momento dado pueda
ser su presidente.
La bandera
de España debe ser un símbolo de unidad y no creo que sea positivo fomentar
divisiones sobre sus colores en función de si alguien opta por una alternativa
republicana o no. Hay que apostar más por la integración de diferentes y no por
la división.
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