jueves, 24 de enero de 2013

EL FIN DE LA CRISIS DEBERÁ ESTAR ASOCIADO A UN CAMBIO EN LOS MODOS DE CONDUCTA.


Nuestra tesis es la de que las raíces de está crisis debemos de buscarlas en las elevadas dosis de irresponsabilidad con las que se ha operado en el medio social desde muchos y muy variados segmentos. Si esto es así concluiremos que para llegar a superarla no bastarán medidas puramente económicas sino que será necesario promover cambios en los modos de conducta.
En nuestra opinión somos excesivamente dados a ver culpabilidades en “el otro” y mostramos escasa capacidad para ver los modos de conducta irresponsables que se han podido dar en nosotros mismos o en nuestros grupos de referencia. Coherentemente con ello se exige que los cambios en las formas de actuación los haga ese “otro”. Entendemos que ello nos lleva a una situación que podríamos considerar “paralizante”, por cuanto los cambios los hacemos recaer en “los otros”.
Una crisis de las dimensiones de la actual sienta sus bases en las formas de conducta del medio social en general. En ese sentido no es privativa de un determinado segmento (políticos, banqueros…). Nos ha faltado un cierto sentido de la medida que nos lleve a evitar pensar que los recursos económicos o naturales de los que disponemos son ilimitados. Nos hemos planteado demasiadas veces simplemente si algo era “bueno” sin mirar si era “posible”. Parece evidente que se han dilapidado recursos tanto desde el plano de la administración como desde la economía privada.

sábado, 19 de enero de 2013

FÉLIX MARAÑA. EL CORREO 19-1-2013

Irresponsible! The writer and sociologist vasco-leones David Díez Llamas has published a book which is a manual of warning, a wake-up call on the particular consciousness and general awareness, by our behavior before the crisis, our evil head: ' irresponsible!' (2012 Lid). It is an essay that goes beyond the analysis of a reality which is well known as sociologist, dedicated to listen, measure and reflect on issues of importance. What is really worrying is that you things that you notice, review, points out and reveals David Díez LLamas in his book have to say. They are endorsements that repaired in the shortage of common sense that overwhelms this society, so worried by the consumption and so empty of everything else. Because the great crisis, the real crisis, as noted on these pages is the elementary values of these rules of conduct, respect and compromise, which we were taught by our elders, and that are today unknown, neglected or ignored oblivious, because everyone is entertaining in his electronic cell phone, send messages, possibly with spelling mistakes. In short: live in oneself, without looking around. Although the responsibility must be shared, have much more responsibility before the crisis the real culprits, for having done a break even financial system itself, that they consider the best systems. Ten flames - sociologist educated at Deusto and recriado in Bilbao, where life and family-has built wide gaze analyst reminds us in some way with this exclamation title to another manual book, touch of attention to the crisis: it is of ' outraged!', of Stéphane Hessel. Hessel test makes a point of hue, because it believes that the prospects of both books are different: «In my opinion might say there are reasons for outrage but that indignation is also not the solution and can even lead to increase the current crisis». The temptation to the crisis has been a temptation so perverse as the same crisis: always to blame the other, others, a situation of distress, shortages and fears. But the responsibility is on each and every one of us, at the level that corresponds to us in this social fabric so brittle and weak. The limits to such erratic conduct, whose highest peak is corruption, is in law (for the performance of politicians), but, above all, in the consciousness. And the greatest inconsistency is that public administrators, to justify the unjustifiable, invoke the crisis to justify it. Finally, a real confusion, which increases the need for elements of analysis and looks to future, as that provides this essay of ten flames. The book contains a foreword by Carlos Espinosa de los Monteros, and two laudacios of Leon writers Juan Pedro Aparicio and Julio Llamazares

Artículo de Félix Maraña publicado en El Correo el día 19-1-12

El escritor y sociólogo vasco-leonés David Díez Llamas ha publicado un libro que es un manual de advertencia, una llamada de atención sobre la conciencia particular y la conciencia general, por nuestra conducta ante la crisis, por nuestra mala cabeza: ‘¡Irresponsables!’ (Lid, 2012). Es un ensayo que va más allá del análisis de una realidad que bien conoce como sociólogo, dedicado a escuchar, medir y reflexionar sobre asuntos de trascendencia. Lo realmente preocupante es que las cosas que advierte, reseña, puntualiza y desvela David Díez Llamas en su libro tengan que decirse. Son anotaciones que reparan en la escasez del sentido común que embarga a esta sociedad, tan preocupada por el consumo y tan desocupada de todo lo demás. Porque la gran crisis, la verdadera crisis, como se advierte en estas páginas es la de los valores elementales, de esas normas de conducta, respeto y transigencia, que nos enseñaron nuestros mayores, y que hoy se desconocen, desoyen o ignoran olímpicamente, porque todo el mundo está entretenido en su celular electrónico, en mandar mensajitos, a ser posible con faltas de ortografía. En definitiva: vivir en uno mismo, sin mirar alrededor. Aunque la responsabilidad debe ser compartida, tienen mucha más responsabilidad ante la crisis los verdaderos culpables, por haber hecho quebrar incluso el propio sistema financiero, que consideran el mejor de los sistemas. Díez Llamas –sociólogo educado en Deusto y recriado en Bilbao, donde ha construido vida y familia–, analista de mirada amplia nos recuerda de algún modo con este libro de título exclamativo a otro manual, toque de atención sobre la crisis: se trata de ‘¡Indignados!’, de Stephane Hessel. Sobre el ensayo de Hessel hace un apunte de matiz, pues considera que las perspectivas de ambos libros son distintas: «En mi opinión podríamos decir que hay motivos para la indignación pero que también la indignación no es la solución e incluso puede llevar a acrecentar la actual crisis». La tentación ante la crisis ha sido una tentación tan perversa como la misma crisis: echarle la culpa siempre al otro, a los demás, de una situación de zozobra, escasez y miedos. Pero la responsabilidad está en todos y cada uno de nosotros, en el nivel que nos corresponde en este tejido social tan quebradizo y débil. Los límites a esa conducta errática, cuya cresta mayor es la corrupción, está en la ley (para la actuación de los políticos), pero, sobre todo, en la conciencia. Y la mayor inconsecuencia es que los administradores públicos, para justificar lo injustificable, invoquen la crisis para justificarla. En fin, una verdadera confusión, que acrecienta la necesidad de buscar elementos de análisis y miradas a futuro, como la que brinda este ensayo de Díez Llamas. El libro lleva un prólogo de Carlos Espinosa de los Monteros, y dos laudacios de los escritores leoneses Juan Pedro Aparicio y Julio Llamazares.

viernes, 4 de enero de 2013

                                       RESPONSABILIDAD Y SOLIDARIDAD


            Se hace necesario evaluar en que medida los sacrificios que se nos demandan están en correspondencia con los beneficios que cabría esperar. Es necesario que en estas situaciones se nos dibujen horizontes de esperanza suficientemente creíbles. Una de las claves de la situación actual es la falta de confianza en casi todo.


            Tenemos que caminar juntos desde las diferencias y las discrepancias. Hay demasiadas dósis de desesperación, problemas verdaderamente graves que se hace necesario atender. Diría que todos tenemos que asumir que nuestras condiciones de vida van a empeorar, pero  hay también que fijar unas condiciones mínimas a respetar y un modelo para conseguir superar la situación actual. Es necesario compaginar responsabilidad y solidaridad.


            Entiendo que está crisis deberá llevar aparejada en su salida unos cambios de conducta que nos lleven hacia una sociedad más responsable. Hemos tardado excesivo tiempo en darnos cuenta de que algunos de los bienes que se tenían eran ficticios al ser producto de una deuda que luego hemos visto que no se podía pagar.