jueves, 22 de octubre de 2020

LOS VALORES SOCIALES Y LA PANDEMIA.

 


          Este año 2.020 está suponiendo un hito en nuestra reciente historia. Hay diferentes estudios que se ocupan de las graves consecuencias que supone la pandemia tanto desde el punto de vista sanitario como de la economía. Este artículo sin restar importancia a todo ello, quiere centrarse en otra perspectiva, en la de los valores sociales.

            En primer lugar considero que está pandemia está suponiendo una cierta cura de humildad al conjunto de las sociedades. Los seres humanos somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos. Nos han sobrado dosis de arrogancia. No éramos tan grandes, ni tan poderosos. Un pequeño virus ha sido capaz de alterar de modo importante las vidas de todos aquellos que vivimos en el planeta Tierra.

            Hay que recuperar nuestra historia y nuestro pasado para recordar que las pandemias se han sucedido a lo largo del tiempo y que en ese sentido la actual pudiera considerarse un “hecho normal”. Incluso cabría decir que ha habido otras pandemias mucho más graves (como la mal llamada “gripe española”, donde con menos población se llegó a los 50 millones de muertos). Creo que desde esa arrogancia nos habíamos olvidado que éramos vulnerables y en consecuencia no nos habíamos preparado suficientemente para protegernos. Creo que esto es general y no privativo de un país o de un pensamiento político. La culpa no sólo está en “los otros”, también está en “nosotros”.

            Otro valor que nos exige está pandemia es el de la solidaridad. Estamos en una sociedad excesivamente individualista que de algún modo ha llevado a un egoísmo de pensar sólo “en mí mismo”. Sin embargo el combate de la pandemia nos está exigiendo a todos conductas de cooperación y solidaridad. Hay una necesidad social tanto de protegernos como de proteger a aquellas personas con las que podamos tener contacto. En ese sentido se hace especialmente necesario mantener esas medidas con las personas que son más vulnerables. La asunción de unas determinadas normas sociales es un “arma” esencial para intentar derrotar el virus.

            Es la solidaridad que debemos ejercer con el comercio, con el restaurante… con aquellos negocios que se han visto especialmente afectados y a los que habría que primar como consumidores a la hora de donde efectuar nuestras compras.

            También esta pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de poder contar con unos servicios públicos que atiendan lo que son las necesidades básicas de la ciudadanía. Se ha hecho necesario separar lo que son necesidades vitales de otras que son más accesorias.

            Se ha establecido un mayor vínculo entre aquellos profesionales que prestaban los  servicios esenciales  y la ciudadanía en general. Un  ejemplo de ello ha sido la población salía a las ventanas a aplaudir a todos aquellos que pugnaban por facilitar esos servicios esenciales (empezando por los sanitarios pero continuando por el comercio, los transportistas, agricultores…)

            La pandemia ha puesto en valor la importancia de la ciencia y la investigación. Desde luego en el campo de la medicina, pero también en otros campos. Hay un cierto consenso de que la pandemia no se frenará de modo suficiente hasta encontrar una vacuna y que esa llegue al conjunto de la población. Pero también es necesario conocer desde la rigurosidad los motivos que han llevado a que la incidencia de la pandemia haya sido distinta en un territorio que en otro. Avanzar en ese conocimiento exige evitar hacerlo desde posiciones partidistas con demasiados “a prioris”. La ciencia y la investigación se ejercen desde la libertad. Habrá que preguntar si la vacuna que se vaya a encontrar es o no eficaz, pero no a qué partido vota el investigador que la haya encontrado.

            Para poder establecer conclusiones se hace necesario tener datos veraces. En ello distinguimos entre los que no se alcanza un grado suficiente de veracidad por la propia dificultad de recopilarlos, de aquellos otros en los que hay una voluntad de engañar. Por ejemplo no es creíble que en China donde nace la epidemia y que cuenta con más de 1.400 millones de habitantes únicamente se hayan producido 4.634 fallecidos. Esas cifras nada tienen que ver con las que se han dado en otros países, ni tampoco con lo que es su entorno geográfico más cercano. Otra cosa distinta será la dificultad de determinar si una persona que fallece es por causa del Covid-19 o por otros motivos (algo que ya no es tan claro).

            La pandemia creo que nos ha enseñado que para superarla es necesario más conductas de cooperación que de enfrentamiento. El reto es tan complicado que no vale el decir “la culpa es tuya”. Sobran los enfrentamientos personales (en España pero también a nivel mundial) y se hace necesario buscar mecanismos que faciliten encontrar soluciones compartidas. No hay soluciones ni mágicas, ni individuales.

            Esperemos que cuando hayamos logrado superar está pandemia, nos quede una sociedad mejor y con mayor capacidad para afrontar los retos del futuro.

lunes, 12 de octubre de 2020

¿LAS DOS CASTILLAS?

 


          Reiteradamente en los programas de pronóstico del tiempo se han referido a “las dos Castillas”. Con ello los leoneses no sabíamos nunca el tiempo que  podíamos esperar. Hay que tener en cuenta que la superficie de la Comunidad de Castilla y León es 94.224 km² y la de Castilla La Mancha de 79.461 km². Conjuntamente suman 173.685 km². No deja de sorprender, para empezar, que se emita un pronóstico común para toda esa superficie y luego diferencien a Cantabria (con 5.321 km²) o a La Rioja (5.045 km²). Entonces parece que tras ese criterio hay razones políticas que escapan a la ciencia.

            En base a ello Ciudadanos del Reino de León sugiere al senador Carles Mulet de Compromis que presente una queja ante el instituto encargado de dar esa información (AEMET). Ello ha supuesto el reconocimiento de que esa expresión de “las dos Castillas” no es correcta y esperemos que ello suponga una rectificación.

            No deja de ser muy sorprendente que esta iniciativa haya tenido que ser llevada a través de un senador de Valencia. ¿Cabría preguntarse qué hacen los que se supone representan a los leoneses?

            Que León no es Castilla ni siquiera entra en el debate político. Todos los partidos asumen que es así. Entonces el problema no es tanto el fondo de la cuestión, como la inacción cuando se nos identifica como castellanos.

            Este episodio de “las dos Castillas” es en el fondo una reivindicación de la propia existencia. Si hablamos de Pedro y Juan ello significa que hay alguien que se llama Pedro y hay otro que se llama Juan. Todos entenderían que no se puede hablar de los dos refiriéndonos tan sólo a Pedro. Bueno pues esa evidencia parece que cuesta aplicarla en el caso de Castilla y León.

          La identidad leonesa no es sólo un valor sentimental o cultural sino que tiene un indudable valor económico. En toda estrategia de marketing  hay un importante valor que se mide en cualquier estudio: LA NOTORIEDAD. Cualquier marca comercial para vender sus productos debe conseguir entrar en la mente de aquellos que son sus potenciales clientes, de modo que en un momento dado puedan tener en cuenta dicha marca a la hora de elegir su producto. En cualquier estudio se tiene en cuenta como variables fundamentales en la medición, tanto la notoriedad espontánea como la sugerida.

 

            La notoriedad de la marca la podríamos asociar a su propia carta de existencia. Si un determinado producto no lo conocemos, ni siquiera entraremos a valorarlo. También hay que tener en cuenta  que damos un valor inferior a lo que no conocemos frente a lo que conocemos. Así las posibilidades de elegir Coca-Cola como marca serán muy superiores a las de optar por kaskol. Por ello las marcas gastan muchos millones de euros en recordarnos a cada momento que están allí, que existen, que forman parte de nuestro universo común. En ese existir tratan de remarcar su propia diferenciación como marca frente a otras de su competencia.

            Es mucho el dinero que se invierte en publicidad para remarcar la propia existencia, pero también en el patrocinio de diferentes eventos, jugadores o equipos deportivos. ¿Alguien piensa que todas las marcas están tirando todo ese dinero que invierten? ¡Oiga que eso lo hacen todas las marcas y de todas las especialidades!      

            El coste de demandar a AEMET que respete nuestra existencia es cero. Vamos que mientras otros invierten sumas millonarias para hacer valer su existencia, en el caso de León el problema no es de costes es sencillamente de pasividad de aquellos que deberían ejercer como sus representantes.

            Si esto ocurre con las marcas comerciales, podemos decir que está situación no es diferente de lo que ocurre en el ámbito territorial. Así los diferentes territorios tratan de reforzar su notoriedad para captarnos como turistas o para que tengamos en cuenta su oferta comercial y la diferenciemos positivamente frente a otros competidores.

Potenciar la identidad leonesa es potenciar el futuro de León. Cuanto mayor notoriedad y posicionamiento definido tenga León como marca, más posibilidades tendrá de ganar cuota de mercado en una sociedad altamente competitiva. Un León olvidado y sin personalidad es también una marca vieja que el consumidor progresivamente va olvidando.

 

            En ese sentido pensamos que el desarrollo de León y su porvenir esta intrínsecamente asociado a su capacidad para hacer llegar al resto de los españoles el que León es una REGIÓN con una personalidad diferenciada.

            En mi opinión recuperar la identidad leonesa es también recuperar la identidad española desde unos parámetros democráticos y de libertad. Se da una gran paradoja. La Región que la Unesco reconoce como Cuna del parlamentarismo y que tiene el  “primer fuero municipal del que todos los demás pueden considerarse variantes”, sin embargo  hoy tiene que estar “mendigando” el reconocimiento de su propia existencia. Además tiene que recoger esa “limosna” fuera del propio ámbito leonés. Igual algunos tendrían que revisar su actuación.