Reiteradamente en los programas de
pronóstico del tiempo se han referido a “las dos Castillas”. Con ello los
leoneses no sabíamos nunca el tiempo que
podíamos esperar. Hay que tener en cuenta que la superficie de la
Comunidad de Castilla y León es 94.224 km² y la de Castilla La Mancha de 79.461
km². Conjuntamente suman 173.685 km². No deja de sorprender, para empezar, que
se emita un pronóstico común para toda esa superficie y luego diferencien a
Cantabria (con 5.321 km²) o a La Rioja (5.045 km²). Entonces parece que tras
ese criterio hay razones políticas que escapan a la ciencia.
En base a
ello Ciudadanos del Reino de León sugiere al senador Carles Mulet de Compromis
que presente una queja ante el instituto encargado de dar esa información
(AEMET). Ello ha supuesto el reconocimiento de que esa expresión de “las dos
Castillas” no es correcta y esperemos que ello suponga una rectificación.
No deja de
ser muy sorprendente que esta iniciativa haya tenido que ser llevada a través
de un senador de Valencia. ¿Cabría preguntarse qué hacen los que se supone
representan a los leoneses?
Que León no
es Castilla ni siquiera entra en el debate político. Todos los partidos asumen
que es así. Entonces el problema no es tanto el fondo de la cuestión, como la inacción
cuando se nos identifica como castellanos.
Este
episodio de “las dos Castillas” es en el fondo una reivindicación de la propia
existencia. Si hablamos de Pedro y Juan ello significa que hay alguien que se
llama Pedro y hay otro que se llama Juan. Todos entenderían que no se puede
hablar de los dos refiriéndonos tan sólo a Pedro. Bueno pues esa evidencia
parece que cuesta aplicarla en el caso de Castilla y León.
La identidad leonesa no es sólo un
valor sentimental o cultural sino que tiene un indudable valor económico. En
toda estrategia de marketing hay un
importante valor que se mide en cualquier estudio: LA NOTORIEDAD. Cualquier marca comercial para vender sus productos
debe conseguir entrar en la mente de aquellos que son sus potenciales clientes,
de modo que en un momento dado puedan tener en cuenta dicha marca a la hora de
elegir su producto. En cualquier estudio se tiene en cuenta como variables
fundamentales en la medición, tanto la notoriedad espontánea como la sugerida.
La notoriedad de la marca la podríamos
asociar a su propia carta de existencia. Si un determinado producto no lo
conocemos, ni siquiera entraremos a valorarlo. También hay que tener en cuenta que damos un valor inferior a lo que no
conocemos frente a lo que conocemos. Así las posibilidades de elegir Coca-Cola
como marca serán muy superiores a las de optar por kaskol. Por ello las marcas
gastan muchos millones de euros en recordarnos a cada momento que están allí,
que existen, que forman parte de nuestro universo común. En ese existir tratan
de remarcar su propia diferenciación como marca frente a otras de su
competencia.
Es mucho el
dinero que se invierte en publicidad para remarcar la propia existencia, pero
también en el patrocinio de diferentes eventos, jugadores o equipos deportivos.
¿Alguien piensa que todas las marcas están tirando todo ese dinero que
invierten? ¡Oiga que eso lo hacen todas las marcas y de todas las especialidades!
El coste de
demandar a AEMET que respete nuestra existencia es cero. Vamos que mientras
otros invierten sumas millonarias para hacer valer su existencia, en el caso de
León el problema no es de costes es sencillamente de pasividad de aquellos que
deberían ejercer como sus representantes.
Si esto
ocurre con las marcas comerciales, podemos decir que está situación no es
diferente de lo que ocurre en el ámbito territorial. Así los diferentes
territorios tratan de reforzar su notoriedad para captarnos como turistas o
para que tengamos en cuenta su oferta comercial y la diferenciemos
positivamente frente a otros competidores.
Potenciar la identidad leonesa es potenciar el futuro de León. Cuanto mayor notoriedad y posicionamiento definido tenga León como marca,
más posibilidades tendrá de ganar cuota de mercado en una sociedad altamente
competitiva. Un León olvidado y sin personalidad es también una marca vieja que
el consumidor progresivamente va olvidando.
En ese sentido pensamos que el desarrollo de León y su porvenir esta
intrínsecamente asociado a su capacidad
para hacer llegar al resto de los españoles el que León es una REGIÓN con una personalidad diferenciada.
En mi opinión recuperar la identidad leonesa es también recuperar la
identidad española desde unos parámetros democráticos y de libertad. Se da una
gran paradoja. La Región que la Unesco reconoce como Cuna del parlamentarismo y
que tiene el “primer fuero municipal del
que todos los demás pueden considerarse variantes”, sin embargo hoy tiene que estar “mendigando” el
reconocimiento de su propia existencia. Además tiene que recoger esa “limosna”
fuera del propio ámbito leonés. Igual algunos tendrían que revisar su
actuación.
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