lunes, 22 de abril de 2019

SOBRE EL DECIR Y EL HACER.






        Alguna vez he dicho que el Reino de León es el Reino del “bla, bla, bla…”. En nuestra propia idiosincrasia se asienta el eterno debate que podemos encontrar en nuestras tradiciones de “foro u oferta”. También el parlamentarismo es otra forma de expresión que recoge la idea central de la contraposición de ideas.

            En este medio social leonés es bastante habitual que sean muchas las personas que desde la distancia opinan sobre lo que otros hacen. A veces me recuerdan a aquellos aficionados a los toros (aunque yo no lo sea) que demandan al torero que “se arrime” y haga esto o aquello. Diría que en general pecamos de ser en exceso “opinadores” y que tal vez sería conveniente ser más “hacedores”.

            Es verdad que el hacer cosas requiere un esfuerzo suplementario. También lo es que muchas veces tengamos que elegir entre “lo imperfecto” y el “no hacer”. En mi opinión para avanzar en ocasiones habrá que hacerlo asumiendo que no todo vaya a ser como nos gustaría que fuera. Habrá que valorar en qué medida compensa lo que se vaya a hacer y si es preferible que se haga aun cuando no se organice como a nosotros nos hubiera gustado. Las reglas de la democracia implican un cierto grado de flexibilidad desde el respeto hacia los que discrepamos.

            El individualismo leonés lleva a que más veces de las que sería conveniente, no se vea más allá de lo que uno mismo hace o lo que pueda hacer su grupo de amigos. Ello nos lleva a descubrir el mediterráneo (o el Esla) de forma reiterada. Construir sobre los que otros han hecho diría que es el modo de avanzar. Sin embargo en demasiadas ocasiones nos empeñamos en empezar nuevos “edificios” que se quedan sin terminar. El progreso en cualquier campo implica el hacerlo tomando como referencia lo que otros han hecho antes. Se puede hacer mejorándolo pero no tanto dejándolo en el olvido. En demasiadas ocasiones se trata de “empezar de cero”.

            Esto supone también que a veces se tiende a minusvalorar todo aquello que no ha estado protagonizado por mí mismo o por mi grupo. Así he podido ver que ha habido personas que desde el leonesismo han afirmado que el acto del 20 de marzo en las Cortes Españolas no suponía un reconocimiento de “León como Cuna del Parlamentarismo”. Uno tendería a pensar que desde el leonesismo habría que dar relevancia a ese hecho y no tratar de quitarle valor. Por mucho que hubiéramos preferido otras formas de organización ello entiendo que no quita importancia al hecho mismo.  Algunos hicimos casi 800 Km en un viaje de ida y vuelta en un día para poder asistir a un acto que consideramos histórico. No creo que muchas veces puedan verse los pendones del Reino de León ondeando en la carrera de San Jerónimo, ni que se lean los Decreta ante los leones de las Cortes Españolas. Para mí el acto si era suficientemente trascendente e importante como para merecer ese esfuerzo.

            Al marcar las reglas de un determinado “pacto” habrá que ser conscientes de las fuerzas de las partes que lo integran. Esto que sucede en el plano económico creo que también es extensible al plano social. Ello no es óbice para tratar de tener en cuenta todas las sensibilidades.

            La potestad de invitar a un determinado acto será siempre de aquellos que lo han organizado. En el relativo al acto del Congreso de los Diputados ello ha correspondido a la propia Cámara. Tal vez por ello pudimos ver entre los asistentes (aunque sin papel protagonista) a Martin Villa. Claro, es evidente que si hubiéramos sido nosotros los que ponen “mesa y mantel” también habríamos elegido otros invitados. Pero al no ser así, nos hemos tenido que conformar con estar presentes. Ello nos ha permitido poder hacer testimonio de la bandera regional leonesa en el acto, tanto en el interior (aunque nos demandaron guardarla) como en el exterior.

            Con ser importante para los leoneses, en mi opinión el reconocimiento social de las Cortes de 1.188 trasciende ese plano. Es la reivindicación de la España democrática que se asienta en la pluralidad de sus pueblos conjugando la unidad con la pluralidad. El desfile de pendones recoge a la perfección ese espíritu. Cada pueblo lleva con orgullo su pendón, son diversos en sus formas y colores. Pero esa diversidad de identidades se conjuga con que todos forman parte del Reino de León. Para mi es el mejor ejemplo de esa “unidad en la pluralidad” que nada tiene que ver ni con la España uniforme ni tampoco con aquellos que posicionan Cataluña contra “España”.

            En ese acto se plasmaba también que la reivindicación leonesa es también la reivindicación de la España democrática. Ello es también el mejor antídoto contra el independentismo (por eso el señor Torra trata de vincular  España con modelos no democráticos).

domingo, 21 de abril de 2019

POLÍTICA REACCIÓN.




          Tengo la impresión de que en los últimos años estamos asistiendo a la “política reacción”. Es decir la identidad se establece no tanto por lo que hace una determinada formación política sino más bien por el rechazo a lo que sucede en otros partidos. Es lo que denomino en este artículo la “política reacción”.

            El “combustible” de los diferentes casos de corrupción fue clave en el crecimiento político y electoral de Podemos. Sin embargo cuando esos casos han perdido protagonismo informativo ello ha llevado a la pérdida de peso político de ese partido.

            Ahora “la política reacción” es frente a los independentistas catalanes y tiene como referente político el crecimiento electoral de VOX. También en este caso el voto surge más como rechazo y no tanto como identidad con los valores que pueda propugnar ese partido.

            Estamos en un medio social que se caracteriza por “lo efímero”, por el cambio permanente y por la inestabilidad. En ese sentido también en la política lo que hoy es una tendencia ascendente en poco tiempo puede cambiar de signo y señalar una trayectoria descendente. Cuando algo no se asienta en una identidad de valores, entonces el riesgo es que esa evolución va a depender más de lo que haga al contrario, a lo que es objeto de reacción. Al igual que en los productos de consumo, la durabilidad se sustituye por el cambio.

            En esta campaña creo que también estamos asistiendo a la demandada del voto “para que no gane el otro”. Desde el PP o Ciudadanos se insiste en la necesidad de desalojar a Pedro Sánchez del poder. En “el otro lado” lo que se demanda es evitar que “la triple derecha” gane esas elecciones. Desde esa óptica se ha abusado de la descalificación del contrario. Por ejemplo es una incomprensible barbaridad la acusación de Pablo Casado al partido socialista de pactar con los que tienen las manos manchadas de sangre. Eso ni siquiera sus militantes y cargos del PP en Euskadi lo entienden. Socialistas y populares han compartido demasiado dolor como para recibir este tipo de mensajes. De hecho el cabeza de lista del PP por Gipuzkoa se posicionaba contra esas declaraciones.

            Todo apunta que este tipo de mensajes “de evitar que gane el contrario” llevan a fomentar la participación. Sin embargo esta polarización conlleva también importantes cotas de indecisión. Ello supone que hay que evitar interpretar que lo que hoy dan los sondeos pueda ser un anticipo o una previsión de lo que pueda pasar el día de las elecciones. Escuchaba hace unos días que las posibilidades de acierto de las previsiones metereológicas eran del 90% si se referían a los dos días siguientes, pero no pasaban del 50% si la previsión se hacía para más de 5 días. Igual este criterio también hay que aplicarlo a los sondeos. Por ejemplo hay que tener en cuenta que el campo del último sondeo del CIS ha acabado el 15 de junio y sin embargo le estamos pidiendo que nos diga los resultados que se van más de un mes después (28 abril).

            En esta situación la evolución de las posiciones de los electores va a depender mucho más de lo que haga “el contrario” que de lo que haga el “propio partido”. En ese sentido se castigan especialmente los errores.

            Paradójicamente, sin embargo al día siguiente de celebrar las elecciones lo que más se va a primar es la necesidad de acuerdos.

domingo, 7 de abril de 2019

LAS ENCUESTAS ELECORALES.




          Uno de los problemas al hablar de “las encuestas” es que en la valoración que la ciudadanía hace de ellas  se tiende a unificar a todas por igual. Es como si se estableciese una misma valoración para todos los restaurantes, los hoteles o las naranjas. Parece que en “las encuestas” todo vale igual con independencia de la técnica utilizada, la muestra o  la autoría de la empresa que ha realizado ese estudio. La generalización es lo habitual. No es frecuente que alguien nos diga tal encuesta se ha hecho bien y tal otra mal.

            Además la referencia social a “las encuestas” se vincula muy directamente a los sondeos electorales. Habría que decir que las encuestas tratan de medir “lo que está pasando” y no tanto lo que vaya a ocurrir en un futuro. Es decir una encuesta que se hace con un mes de antelación puede estar perfectamente bien hecha aunque sus resultados difieran sustancialmente de los que se den en la jornada electoral. Hay pocas dudas de que en un mes las decisiones de voto cambian y lo pueden hacer de un modo relevante. Diríamos que ese cambio se da hasta el propio día de las elecciones. Téngase en cuenta que aunque sólo un 10% de los electores cambiaran su opción de voto, ello produciría cambios muy importantes en los resultados finales. ¿Acaso no hay nadie que haya cambiado su voto el último día?

            Diría que en el ser humano hay un cierto anhelo de tratar de adivinar el futuro. Se hacen previsiones en la economía, en la medicina o en la meteorología (por poner sólo algunos ejemplos). Sin embargo los aciertos en las previsiones económicas, en la evaluación de cómo va a desarrollarse una enfermedad o en cuando se va a producir un terremoto, son bastante limitadas. Sin embargo no por ello se discute la condición de ciencias de esas disciplinas. Por el contrario con las ciencias sociales se es mucho más severo en los juicios y hasta he podido escuchar a alguien que abogaba por prohibir las encuestas (si bien ello era para aumentar su negocio). Considero que en general hay que ser muy prudentes en cuanto a lo que pueda ser nuestra capacidad para conocer lo que vaya a ocurrir en el futuro (pero desde la economía hasta la medicina o los resultados electorales).