Para hallar una solución a un
problema, primero hay que llegar a entenderlo. Recuerdo que está era una de las
lecciones que nos daba nuestro profesor de matemáticas. Creo que esto es
aplicable a muchas cosas y aquí voy a tratar de aportar conocimiento a lo que
puede ser la mentalidad rusa respecto a Ucrania y en rasgos generales a lo
largo de su historia. Creo que a veces nos ceñimos demasiado a hacer esos
análisis con una mentalidad europea.
Vaya por
delante mi condena a la invasión rusa de Ucrania, invasión que entre otras
cosas se sustenta con mercenarios sin ningún tipo de escrúpulos.
Para
empezar hay que decir que la gran mayoría de la población rusa siempre ha visto
Ucrania como una parte de su patrimonio. Por otra parte la mentalidad rusa ha
sido a lo largo de su historia fundamentalmente expansionista. Kissinger nos
recuerda las declaraciones del ministro de exteriores Nashchokin a mediados del
siglo XVII. Para dicho ministro “expandir el Estado en todas las
direcciones, esta es la función del Ministerio de Asuntos Exteriores”. En
base a ello se expandió un promedio de 100.000 km cuadrados desde 1552 a 1917.
En el renacimiento Europeo cobraban fuerza valores como la
libertad a nivel individual y social. Sin embargo frente a ello en Rusia se
daba el resurgimiento de una autoridad única que era sancionada a nivel
religioso. Se decía que el zar era como “icono viviente de Dios” cuyos mandatos
eran incontrovertibles e intrínsecamente justos. Ello puede explicar lo que es
el tratamiento que se tiene en Rusia con la homosexualidad. Siguen primando los
valores de la religión ortodoxa a los de la libertad individual.
No hay que olvidar el papel que en este momento sigue jugando
la iglesia ortodoxa rusa en el apoyo a Putin y también a la invasión de
Ucrania. Podríamos decir que se sustituye la imagen del zar por la de Putin
pero los conceptos permanecen. También es una autoridad sancionada a nivel
religioso y que tiene afanes expansionistas. Se da una cierta unidad entre la
autoridad religiosa, la civil y la militar.
Lo que en occidente se consideraba
autoritarismo arbitrario era presentado en Rusia como una necesidad elemental,
la precondición para el funcionamiento del sistema de gobierno. Desde esa
perspectiva se entiende el apoyo que Putin sigue teniendo. Hay en la mentalidad
rusa una demanda de necesidad de autoridad. Por ello mismo tiene mucho mayor
protagonismo el presidente que el Parlamento.
También podemos ver similitudes entre
la historia rusa y la china. Tanto los zares como los emperadores chinos eran
monarcas absolutos dotados de poderes místicos que gobernaban grandes
territorios. Además comparten una historia con papel dirigente del partido
comunista. Desde esa perspectiva se puede entender mejor la posición China de
apoyo a Rusia. Sin embargo a diferencia de Rusia, China no ha sufrido la
descomposición territorial que sucede cuando finaliza la Unión Soviética. En
ello se deja ver un cierto sentimiento ruso de “pérdida de imperio” y a Putin
como aquel que busca recomponerlo.
Desde la perspectiva rusa, el
liderazgo se basaba en la habilidad para imponer su voluntad mediante
incontestables afirmaciones de autoridad y para impresionar a todos los
presentes con el poder abrumadoramente inmenso del Estado ruso. Un ejemplo de
ello lo podemos ver en los desfiles militares o también cuando Putin declara
que “Rusia es invencible”. En esa misma línea estaría la parafernalia con la que se adorna las ruedas de prensa
(con las grandes puertas doradas) o los actos públicos de exaltación de su
liderazgo. Se sustituye la figura del zar, pero el concepto profundo es el
mismo y ahora lo encarna Putin.
Podríamos decir que a lo largo de la
historia el zar era Rusia y Rusia era el zar. Había un concepto de que ese zar
defendía Rusia de unos enemigos exteriores que había en todas partes. Cuando
ahora escuchamos a Putin y sus diatribas contra Europa o Estados Unidos nos
recuerda mucho a ese pasado. Con ello consigue desde un concepto de autoridad
el que sea considerado un garante de Rusia ante cualquier amenaza.
Como suele pasar en los regímenes
autoritarios, Rusia había imbuido sus conquistas de la justificación moral de
que estaba propagando el orden y la iluminación intelectual en tierras herejes.
Es un punto que también le une a países de tradición islamista como Siria donde
tiene otro de sus apoyos.
Por todo ello. nosotros vemos que
además de una confrontación bélica hay también otra de índole social y
cultural. En la misma se puede ver por un lado a países con una tradición en la
que se prima fundamentalmente la autoridad, frente a otros en los que se da un
mayor protagonismo a las libertades individuales y sociales.
El mundo es como es y no como
queremos que sea. Todos los indicios son de que Putin sigue contando con el
respaldo mayoritario de los rusos. Este artículo ha pretendido escudriñar en
los motivos que explican que esto sea así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario