lunes, 8 de julio de 2019

EL ESPÍRITU LEONÉS.





            En mi último libro “Concilios, fueros y leyes. El espíritu leonés” se vienen a recoger una selección de mis artículos que tratan de ahondar en lo que es la cosmovisión y la aportación de los leoneses en el devenir histórico.

            A mi modo de ver a lo largo de la historia de España, los leoneses han defendido un modelo político basado en el imperio de la ley y de la participación de la ciudadanía en la elaboración de esas leyes. Las Cortes Leonesas de 1.188 (que la Unesco reconoce como “Cuna del Parlamentarismo”) no surgen por generación espontánea. Las Cortes como institución cobran toda su vigencia cuando el Reino de León ejerce un papel dominante entre los Reinos de España. No es casualidad que el declive del Reino de León vaya asociado al de las propias Cortes (que pierden poder y se celebran en menor medida). Podríamos decir que lo que pierden las Cortes como institución política, se gana (con el dominio de Castilla) en los avances en el terreno militar. Son dos modelos no sólo distintos, sino que también contrapuestos.

            El Regnun Imperium Leonés recoge un modelo de “unidad en la pluralidad”. Se reconoce al Reino de León como una instancia superior (el rey de León como emperador en tanto rey de reyes). Sánchez Candeira considera que este modelo tendría bastantes concomitancias con el que se da en el Reino Unido. Es una unidad que se asienta en el reconocimiento de la diferencia. Este modelo social nada tiene que ver con lo que se defiende desde unas posiciones nacionalistas que simplemente contraponen su territorio con lo que ellos denominan España (de la que se excluyen).

            El valor de la palabra y del diálogo es algo que se deja ver en nuestra propia organización social. Por ejemplo, en las Cabezadas y en general en las ceremonias de foro y oferta, pero también en los concejos y juntas vecinales o en los filandones. Es el reconocimiento de la palabra como instrumento para poder debatir. Aunque también puede que ello nos lleve a una excesiva inacción y que nos falte una mayor capacidad ejecutiva.

            Desde su misma portada ese libro quiere ser una invitación a mirar hacia el futuro. En mi opinión los leoneses nos regodeamos demasiado en la edad media. Nos olvidamos de lo que fue el discurrir de la Región Leonesa en la historia de España a partir de ese momento y hasta la llegada del Estado de las autonomías. Hay que reivindicar seguir siendo protagonistas de nuestra historia.

            Hay un desconocimiento importante de cómo se fraguó la integración en la Comunidad de Castilla y León. Incluso esa falta de conocimiento de lo que ocurrió llega hasta los que dirigen nuestros destinos. Diría que hay una parte muy interesada en que no abunde el conocimiento sobre ese proceso, precisamente por cuanto no fue precisamente ejemplar. Se prefiere ocultarlo. Desde la modestia de mi aportación para ello publique en su momento “el proceso autonómico leonés” y también he tratado de difundir las líneas generales de lo que aconteció en diferentes artículos.

            La lucha por la identidad leonesa es la lucha por las libertades democráticas. El fracaso del modelo de Martin Villa para la España de las autonomías ha quedado de manifiesto en los graves problemas territoriales que ahora sufrimos. La autonomía de Castilla y León no sólo no ha favorecido la unidad de España, sino que la ha debilitado. 6 manzanas y 3 peras no suman 9.  

            Este debate identitario tiene consecuencias económicas muy claras. Ha llevado al empobrecimiento que tiene entre sus derivadas la despoblación y la pérdida de poder político. El libro también aporta suficientes datos que corroboran esas afirmaciones. Sin embargo, diría que esto es algo que los leoneses viven y conocen muy directamente. No conozco a nadie que nos diga que la autonomía de Castilla y León ha resultado beneficiosa para la economía y la sociedad leonesa.

            En ese sentido el debate se establece sobre si es preferible seguir en el “reino de los cementerios” o buscar una salida del mismo. También se sigue la estrategia de centrarse en otras cuestiones para evitar que se hable de “la cuestión leonesa”. Desde la ignorancia hay también quién trata de asimilar el leonesismo con las posiciones independentistas que se dan en otras zonas de España.

            Hemos buscado aportar ideas. Avanzar en la construcción de una interpretación de la realidad social leonesa. Todo ello es perfectamente compatible con la discrepancia. Creo no haber faltado nunca al respeto a los que puedan tener otras opciones. Sin embargo, si se hace necesario para avanzar no pensar que siempre se empieza cualquier edificio desde cero. Hay que construir desde lo ya existente, aunque sea modificando cosas.

            En otros libros he ahondado en lo que es la personalidad leonesa y de cómo ha sido el proceso autonómico y el devenir de la identidad leonesa a lo largo de la historia. En este hemos entrado en mayor medida en el terreno de las ideas, de la interpretación de la realidad social leonesa desde la perspectiva sociológica. El resultado ustedes lo juzgaran.

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