En
la explanada de San Marcos suena el himno a León, los pendoneros izan sus
pendones y avanzan por la Gran Vía de San Marcos. Atrás, a la espalda, queda el
edificio de la Junta de Castilla y León. Para mí todo ello adquiere un especial
simbolismo si tenemos en cuenta que han sido las Cortes de Castilla y León las
que han negado “el pan y la sal” a los
pendones del Reino de León, o lo que vendría a ser los mismo, que fueran
declarados Bien de Interés Cultural. Sin embargo esos pendones lucen en todo su
esplendor y avanzan desde el respaldo popular que contrasta con ese rechazo
institucional. La alegría y algarabía se traslada a las calles leonesas contrastando
con un edificio grande, pero vacío y sin alma. Por una lafo es la opulencia de
la Junta, por el otro la sencillez de las personas que desfilan alrededor del
pendón de su pueblo. El edificio es un símbolo de una imposición
antidemocrática que se hizo contra la voluntad de la gran mayoría de los
leoneses. Ahora se va allí o bien por cumplir con un trabajo o por una
obligación de algún tipo. Las personas que van con los pendones de su pueblo lo
hacen desde la propia voluntad, buscan tener camisetas identificativas para que
todos sepamos a que pueblo pertenecen, lo hacen desde el orgullo con el que
enarbolan su pendón. Al edificio de la Junta se va por “no quedar más remedio”
Esta
situación es todo un ejemplo de cómo pueblo e instituciones en la Región
Leonesa caminan por caminos opuestos y cada vez más distantes. El pueblo y los
pueblos leoneses se organizan a través de sus Juntas Vecinales, las
instituciones quieren suprimirlas. Sin embargo ¿Habría alguien que dijese que
de forma general funcionan mejor las instituciones políticas que las populares
como son las Juntas Vecinales?, sinceramente pienso que muy pocos.
Paradójicamente se quiere suprimir algo que funciona bien y sin costes para la
ciudadanía por unas instituciones políticas que desgraciadamente están
demasiadas veces asociadas a escándalos o mala gestión.
A
diferencia de otro tipo de desfiles en el de los pendones (en cualquier acto que celebren) no vemos una
representación política. Puede que haya personas que tienen cargos políticos
pero en ese desfile van como uno más de su pueblo, no se diferencian o
distinguen de los demás. En ese ejemplo de comunión popular tras los pendones
podemos encontrar jóvenes y viejos, hombres y mujeres, negros y blancos,
creyentes y ateos, personas ideológicamente de izquierdas o de derechas. Esa
amalgama es lo que mejor define el concepto de pueblo. Es la diversidad que es
capaz de avanzar como una unidad no uniforme (que gran ejemplo para la España
de las autonomías).
Lo
he dicho algunas veces pero como lo creo importante, lo repito. Este desfile de
pendones ejemplifica lo que debería haber sido la actuación pública respecto de
la crisis. El pendón hay que tener fuerza para levantarlo (al igual que
cualquier obra pública), pero luego hay que tener el equilibrio para mantenerlo
(no como esas obras que se hacen pero luego no hay dinero para sostener sus
gastos fijos de luz, agua… y hay que cerrarlas). El pendón para llegar al final
de su meta debe pasar entre varios pendoneros, nadie lleva el pendón sólo todo el
camino. En ese trasvase del pendón hay que procurar hacerlo de la mejor manera
posible para evitar que se caiga (no como en los trasvases políticos que prima
más bien aquello de “el que venga detrás que arree”). Además entre los
pendoneros hay un ambiente de unidad alrededor de aquello que representa los
valores del pueblo (no como en muchos casos en que los partidos que están en la
oposición tan sólo persiguen aquello de “quítate tú que me pongo yo” y para
ello están más para destruir que para construir).
Allí
donde el pueblo cobra protagonismo hay ausencia de banderas de Castilla y León.
Las banderas del marco autonómico impuesto están en las alturas y en los
balcones institucionales, las banderas leonesas están a pie de calle y la
llevan libremente los ciudadanos. Son notables diferencias.
Sin
embargo a pesar de todo, de espaldas a la Junta se avanza. Se recuperan
pendones en muchos pueblos, se llevan esos pendones a muchos lugares dentro del
Reino de León, pero también fuera. En ese sentido somos optimistas, los
leoneses estamos acostumbrados a que para mejorar las cosas lo mejor es
hacerlas por nosotros mismos (en facendera). Son las instituciones las que
deben cambiar el rumbo para acercase a la ciudadanía si quieren evitar que la
distancia hacia ellas sea cada vez mayor. En sus manos está operar ese cambio.
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