Diría que el conocimiento en los
diferentes campos se ha desarrollado ligado en alguna medida al diálogo y a
tertulias con un componente intelectual. Si examinamos las referencias a este
tipo de tertulias lo haremos siempre mirando hacia el pasado. Son las que
encontramos en “el café Gijón”, en Itzea (la casa de los Baroja), o la que
establecían Humboldt con Goethe o Schiller (por poner sólo algunos ejemplos).
Esos contactos tenían un contenido en
gran medida multidisciplinar de modo que se podía hablar por igual de
literatura, de botánica o de política. Había un aprendizaje en el escuchar lo
que aportaba el otro, en conocer visiones distintas a la tuya. Desde ellas se
impulsaba la curiosidad que llevaba a la investigación para alcanzar el
conocimiento. La falta de medios técnicos se sustituía con la apelación a la
imaginación y a la reflexión.
No sería capaz de encontrar en nuestra
sociedad actual ejemplos de ese tipo de tertulias que se daban antes. Creo que
esto es algo que hemos perdido (al menos fundamentalmente). Se ha sustituido el
contacto directo por otro que se ejerce a través de medios técnicos. Es decir hemos ido de la tertulia al tuit. Es
posible que con ello hayamos ganado en algunas cosas, pero creo que nos estamos
dejando por el camino cosas importantes para el conjunto del medio social. El
populismo, que en diferentes vertientes ha llegado a distintos países, creo que
tiene que ver con ese empobrecimiento intelectual del medio social. Los “voceros” han sustituido a los
pensadores. La imagen vence a la palabra en base a que resulta mucho más
fácil “digerirla”.
Es
este un tiempo en que todo es fugaz. En mi opinión ello va unido a la banalidad
de las cosas. Elaborar un documento producto de una reflexión lleva
bastante más tiempo que escribir un párrafo en las redes sociales. Por ello
mismo ese proceso es mucho más lento y ahora se prima el que algo “llegue
antes” a que “llegue mejor” (con más contenido).
Este cambio también ha llegado a los
medios de comunicación. Algunos añoramos espacios tipo “La Clave” que han sido
sustituidos por otros que se ha venido
en llamar realitys (en infinidad de versiones) en las que el conocimiento o la
educación en valores brillan por su ausencia. El peligro es que desde esos
programas se difunden determinados modos de conducta que sería cuestionable que
fueran el mejor modelo a imitar.
Desde
esa simplicidad se está llegando al relativismo social que se fundamenta en una
falta de criterios. No hay unos referentes de valores suficientemente
universales. No se diferencia “lo bueno” de “lo malo” o incluso se presume de
“ser malo” ya que “el bueno” se hace sinónimo de “tonto”.
La evolución social va de la mano de
ir sustituyendo al hombre por la máquina. Ello va desde la atención telefónica
hasta el servicio en los surtidores de gasolina, pasando por las entidades financieras. Ese proceso ha ido a la par de
perder dotes de creatividad. En el cine es cada vez más frecuente el que se nos
ofrezcan reposiciones o nuevas versiones de títulos que ya se habían producido en
otras épocas. Benjamín Franklin definía al hombre como “el animal que fabrica herramientas”. En esa definición había una
dosis de inteligencia creativa y de destreza manual. Hoy tal vez hemos ido
perdiendo lo uno y lo otro. Hemos
sustituido “el hacer” por “el utilizar”.
En otros momentos las personas
asistentes a esas tertulias se interesaban por el conocimiento en general. Así
por ejemplo Goethe además de un referente de la literatura universal fue
también un experto botánico y naturalista con obras como “la metamorfosis de las plantas” donde desarrolla su teoría de que
todos los órganos vegetales son variedades de un órgano vegetal abstracto que
luego se desarrollan a través de una metamorfosis. Estas teorías luego serían
desarrolladas entre otros por Charles Darwin. En ese sentido el intercambio de
conocimiento se daba en un círculo abierto a intereses diversos.
Hoy nuestro conocimiento está mucho
más departamentalizado. La especialización tiene la ventaja de posibilitar
profundizar en un núcleo de conocimiento, pero también tiene el riesgo de
perder la perspectiva de las cosas. Por ejemplo puede ser muy interesante
aplicar en economía las teorías sobre “los empíricos” y “los racionalistas”.
Establecer el debate sobre lo que se dice que es la realidad en sí accesible a
través de la experiencia (empíricos) y los que entienden que la realidad es
fundamentalmente una percepción, una construcción mental (los racionalistas).
Igual ese debate nos sirve para conocer mejor nuestro mundo y abrirnos a lo que
se nos puede aportar desde otras esferas del conocimiento que no entran dentro
de nuestra especialidad. Por poner un ejemplo, para explicar la inflación.
En las tertulias se exprimía el
contacto personal de esferas del conocimiento con un carácter transversal. Se
nos invitaba a la profundización y a plantear nuevos retos. Creo que hoy eso se
ha ido perdiendo y que sería bueno rescatarlo sin que ello signifique repetirlo
ni renunciar a lo que nos ha ido aportando los nuevos tiempos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario