Uno de los
supervivientes del avión que se estrelló en la cordillera de los Andes, autor
del libro “viven”, contaba la historia que a continuación os relato.
En un
momento dado entre los pasajeros del avión siniestrado se había establecido
entre ellos este diálogo: “Tengo una mala
y una buena noticia. La mala es que hemos perdido la posibilidad de comunicar
por radio y la buena es que no nos vendrán a buscar”. Extrañados otros
compañeros le preguntaban: ¿Cómo es posible que digas que es una buena noticia
el que no vayan a venir a rescatarnos? A ello él les respondía “Es que eso supone que a partir de este
momento tenemos que buscar soluciones por nosotros mismos”. Y efectivamente a partir de ese momento se
fueron organizando para tratar de poder subsistir en esa situación y aceptando
las condiciones extremas en las que se encontraban buscando adatarse a ellas.
Lo lograron (aunque para ello tuvieran que comer carne humana) y hoy es una de
las grandes lecciones de supervivencia que se explican alrededor del mundo.
En mi
opinión estas lecciones también son aplicables a los leoneses. También en
nuestro caso hay que tomar conciencia de que nadie nos vendrá a rescatar y que
hay que tomar decisiones por nosotros mismos, sin esperar ayudas externas. Eso
sí, al menos habría que pedir a las instituciones que no obstaculicen. Todo
ello sin dejar de denunciar lo que pueden ser las injusticias que de manera
continuada se están cometiendo y que se llevan a la Región Leonesa hacia la
despoblación y el deterioro económico y cultural.
En concreto
esta historia de los Andes me ha recordado la situación de la presa del
Bernesga. Se produce una catástrofe con las inundaciones de diciembre que
llevan al deterioro del cauce y que tiene como consecuencia el que no pase agua
por la misma en los últimos 7 meses.
La
Confederación Hidrográfica del Duero ante esa situación no ha dado ningún tipo
de solución. Podríamos decir que incluso ponía objeciones a que otros pudieran
tomar medidas para reparar el daño sufrido.
Esa aparente
mala noticia de la inacción de la Confederación se transformó en el
convencimiento del vecindario de tomar medidas por ellos mismos. Era “o lo
hacemos nosotros o no lo hace nadie”.
Ante esta
situación un grupo de vecinos se ha organizado para poder realizar y gestionar
la obra. Es decir, ante la inoperancia de las instituciones se ha decidido que
ellos mismos ejecuten esas obras en hacendera. La Confederación del Duero no
aporta un euro, pero eso sí se reserva el derecho a “vigilar” el modo en que se
hace la reparación.
Este modo de
actuar en hacendera, se hunde en las raíces de nuestras tradiciones. Se refiere
a la costumbre de reunirse en Concejo y examinar las necesidades que pudiera
tener cada pueblo. En base a esas deliberaciones se acordaban las cuestiones
que pudieran ser consideradas más prioritarias o necesarias. Luego también se
acordaba el mejor modo de abordar esas necesidades. Finalmente se decidía el
momento y el modo de ejecutar esas obras. Por así decirlo se iba del dicho al
hecho sin necesidad de intermediarios.
En esta obra
de la presa del Bernesga el protagonismo ha recaído en la Junta Vecinal de
Azadinos, la Comunidad de Regantes, el Ayuntamiento de Sariegos y también en Adif
que ha facilitado camiones de tierra vegetal (más de 200). Con esa tierra se han
ido tapando los “galgones” que había ocasionado la riada. Con sus propias
motosierras los vecinos han cortado la madera que había arrastrado la riada o
la que se consideraba que podía ser un obstáculo para el avance del agua.
En la
actualidad diría que a los leoneses nos cuesta bastante pasar del decir al
hacer. El debate y la tendencia a la reflexión forma parte importante de
nuestra personalidad. El leonés se puede decir que nace con un libro bajo el
brazo. En nuestras tradiciones está muy presentes los debates interminables
como en Las Cabezadas o en Las Cantaderas. Por eso mismo en alguna ocasión he
dicho que el Reino de León es el Reino del bla,bla,bla.
La
pertenencia a la Comunidad Autónoma de Castilla y León ha estado unida al
deterioro económico, a la pérdida de población, al envejecimiento y a la falta
de oportunidades para los jóvenes. Diría que ni siquiera aquellos que
plantearon esta Comunidad pensaban que ello tendría consecuencias positivas
para los leoneses. Martin Villa buscaba contrarrestar los nacionalismos vasco y
catalán. Su proyecto de Castilla y León era a modo de dique de contención de
esos nacionalismos. Diría que hoy es una evidencia que ese modelo no ha
funcionado tampoco como dique de contención. Lo que les pudiera pasar a los
leoneses en ese marco autonómico no se consideraba importante ni tampoco lo que
pudieran pensar u opinar esos leoneses (a los que nunca se preguntó).
Hoy se aprecian signos de que los leoneses van tomando conciencia de la necesidad de tomar las riendas de su destino. El presente es bastante negro, pero el futuro es nuestro. Hagamos lo posible para que sea mejor.
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