Actualmente podemos decir que el voto
de la ciudadanía se impulsa mucho más por el rechazo “al contrario” que por la
aceptación “del propio”.
En España el
voto al PP o a Vox se fundamenta en gran medida en el rechazo a Pedro Sánchez
como presidente. Pero es que el voto al partido socialista recoge en buena
medida el rechazo tanto al PP como a Vox.
Esta
situación se refleja también en el debate parlamentario. Se busca mucho más
convencer “de lo malo que es el otro” y apenas hay espacio para mostrar “lo
bueno que pueda ser yo”. Por otra parte en este discurso abundan las
referencias personales (en base preferentemente a casos de corrupción) y apenas
cuentan los programas o las ideas. Ni siquiera hay una defensa de los valores o
de la propia ideología.
Todo ello
lleva a una cierta polarización entre aquellos que buscan derribar al que ocupa
el poder y los que quieren evitar que la oposición llegue a la presidencia del
gobierno.
También
están aquellos que “a río revuelto ganancia de pescadores”. Son los ganadores
simplemente no entrando en la pelea directa y haciendo ver que son tan malos
los unos como los otros. Entonces se proponen como vía alternativa. De la pelea
ante “españoles” ganan en buena medida los antiespañoles. Pero la unidad pasa
por la aceptación de la diversidad tanto en criterios ideológicos como en
formas de conducta o territorios.
Hay que
hacer notar que la España plural para nada se parece a los modelos que se
exponen desde las diferentes posiciones del nacionalismo. Su modelo de España
puede ser tan excluyente como el de la España franquista. Cuando se propugna
relaciones “bilaterales” entre España-Euskadi o España-Catalunya (como hacen
desde el nacionalismo) se promueve que ni Euskadi ni Catalunya son España.
Podríamos decir que tienen una extraña concepción de una España que vendría a
ser algo así como “el resto”. Es claramente un modelo impositivo que niega la
pluralidad de España (en la que se integra también Euskadi y Cataluña)
Los
aragoneses reivindican, con toda la razón. que la bandera cuatribarrada que se
incluye en el escudo de España es la del Reino de Aragón. Sin embargo socialmente
es mucho más habitual que esa bandera se vincule a Cataluña. El peso del Reino
de León en la historia de España es muy superior al de otras comunidades que
hoy se quieren reconocer como “históricas”.
Es erróneo
identificar “un pueblo” con una “lengua”. Si analizamos los diferentes países
del mundo podemos comprobar que en la gran mayoría conviven varias lenguas (más
allá del propio fenómeno migratorio). Esa idea es también propia de los
nacionalismos excluyentes. Son muchas las personas que no hablan euskera o
catalán y no por ello pueden ser excluidos del territorio en el que viven.
Aquí parece
que también la política española se guía por “vale el que me sirve” (que nada
tiene que ver con el lema de la guardia civil). Ello tanto en la esfera del
propio partido como en los “apoyos externos”. Dentro del propio partido en León
podemos encontrar casos relevantes tanto en el PSOE como en el PP. Se adquiere
relevancia dentro del propio partido aún a costa de menospreciar a sus votantes
y militantes. La obediencia al poder suele tener su recompensa. En el plano
territorial “vale si me sirve” en
función de si me aporta votos para lograr mis objetivos. Poco importa si la
demanda que se pueda hacer es justa o se apoya en la voluntad de la ciudadanía.
Podríamos decir que se impone el egoísmo propio a lo que pueda ser el respeto a
la voluntad popular .
Pero este
voto negativo no sólo se produce en la esfera española, diría que se extiende
mucho más. El ejemplo más relevante es el de Trump. La escena política en
Estados Unidos se divide entre los partidarios del actual presidente y los
contrarios. Claramente hay una falta de liderazgo en el partido demócrata.
El avance de
los partidos de extrema derecha en Europa también ha llevado a las llamadas
“líneas rojas” para evitar el acceso al poder de esos partidos. Francia, hasta
el momento, ha evitado que el Frente Nacional llegue al poder aún cuando en la
primera vuelta de esas elecciones haya sido el partido más votado. Aquí el voto
se agrupa entre los partidarios de FN y los contrarios. Falta, una vez más, el
voto en positivo vinculado a un liderazgo fuerte.
La
polarización social es otra de las características del medio social y político
en el que vivimos. No hay partidos que ganen con una mayoría clara. Las
diferencias son pequeñas. Todo ello lleva a un incremento de las tensiones
sociales. Haciendo un símil deportivo tenemos que si un partido va 5-0 pues no
despierta la misma tensión que si van empatados. En el plano político vendría a
suceder algo parecido.
Sin embargo
creo que este “voto en negativo” no es el mejor camino. Hace falta ilusionar
desde el respeto a lo que supone la voluntad de la ciudadanía. Esta es la
esencia de la democracia.
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