El que esto escribe es uno de esos
muchos leoneses que viven fuera de la Región Leonesa. A ellos habría que sumar
los que habiendo nacido en otros territorios tienen a sus padres o a sus
abuelos de origen leonés. En mi experiencia personal puedo decir que tanto en
el ámbito laboral como en el de vecindad he encontrado un gran número de
personas que tienen origen leonés.
Buscando un
modo de relación y de contacto con las cosas de su tierra se crearon las casas
de León con diferentes denominaciones. La del Hogar Leonés en Bilbao está cerca
de cumplir nada menos que 100 años (se creo en 1930) y es la más antigua de las
que hay en España. Está ubicada en el Casco Viejo de Bilbao y desde sus
ventanales se puede ver el Teatro Arriaga como centro neurálgico de la villa.
Diría que
estos centros actúan a modo de “embajadas leonesas” ya sea en otros puntos de
España o también en el extranjero. Allí se presentan libros de contenido
leonés, se proyectan películas que estén hechas por leoneses o traten temas de
León (en Bilbao en el ciclo “León va de Cine”) o se colabora para que los
productos de León se puedan ver y vender en las calles de la ciudad. También
son fundamentales para que se pueda visualizar “lo leonés” fuera de León. En
ese sentido a través de ellos se canaliza la presencia de los pendones en las
calles de sus ciudades (por ejemplo).
Pero también
en estos centros se deja notar el paso
del tiempo y hay dificultades para poder seguir haciendo lo que antes se
llevaba a cabo. Una ley excesivamente restrictiva ha llevado a que no puedan
tener unos modos de financiación suficientes (por ejemplo prohibiendo que pueda
haber bingos en sus locales). Además el tiempo no sólo recae sobre la propia
organización, también lo hace sobre las personas que son sus socios. Eso supone
la dificultad de integrar a generaciones jóvenes que buscan modos de relación
que no encuentran en esas instalaciones (los jóvenes buscan lugares donde van
los jóvenes). Todo ello provoca que no se hagan cosas que antes se hacían. Por
ejemplo en Bilbao había un corro de aluches que se hacía delante mismo del
Teatro Arriaga, se hacía un magosto en el Arenal de Bilbao y también cada año
se hacía una reunión alrededor de un cocido maragato o también del Botillo.
Estos
Centros son también un ejemplo de resistencia y resiliencia. La Junta viene
tratando desde hace muchos años en transformarlos en Centros de Castilla y
León. Para ello la presión es de tipo económico, negando apoyo a los centros
leoneses. A ello se ha venido dando respuesta de que “la dignidad no está en
venta” y siguen siendo lo que han sido siempre, leoneses (y en el caso de
Bilbao son casi 100 años). Ello no supone que se niegue el derecho a ser socio
a personas que han nacido en otros lugares (fuera o dentro de la actual
Comunidad Autónoma), pero siempre manteniendo la esencia leonesa.
En unos
tiempos en los que en los medios hay un ataque continuado a la identidad
leonesa, la presencia de estos centros es fundamental como un “faro que
reivindica la propia existencia leonesa fuera del ámbito leonés”. Y esto no es
algo que sólo encaje en la esfera de los sentimientos, también tiene una
importante repercusión económica . Es imposible vender “lo que no existe”. Dar
a conocer la propia existencia y prestigiarla es el camino para ganar cuota de
mercado . Todas las grandes marcas lo saben y por eso gastan grandes cantidades
de dinero en ganar notoriedad y prestigio.
Creo
conveniente el potenciar el papel de esos centros como “altavoces” de lo leonés
en cualquier ámbito (cultural o económico). Hay que aprovechar el potencial que
tienen de estar ubicadas en el centro de las ciudades. Por otra parte, se hace necesario el apoyar esos centros y a
sus directivas para lograr el mantenimiento de sus sedes y también el favorecer
la incorporación de personas jóvenes que vean representados sus intereses en
las actividades que se realizan. La sociedad no es la misma hoy que hace 100
años y hay que favorecer que se produzca esa adaptación (sin por ello perder
sus esencias).
Los leoneses
que vivimos fuera sentimos nuestra tierra y también necesitamos que esa tierra
nos sienta como algo propio. Un buen ejemplo de ello es el reciente premio
“leonés en el extranjero” a Pilar de la Puente. Hay que aunar las necesidades
que habría que cubrir y ampliar los servicios que se pueden prestar . Hacerlo
será la clave del futuro y puede permitir mantenerlas y que sean altavoces de
todo aquello que se desarrolla en el ámbito leonés.