jueves, 25 de abril de 2013

ENCRUCIJADA LEONESISTA.


            Creo que en este momento el movimiento leonesista se encuentra en una encrucijada importante. También pienso que no es la primera vez que puede estar en una situación semejante.

            Si algo define una  encrucijada es el cruce de caminos. En nuestro caso creo que ese debate lo es entre intentar alcanzar la mayor difusión social posible o encerrarnos en nuestras propias esencias. Algo así como buscar o la extensión o la intensidad.

            Creo en el leonesismo que busca la difusión más amplia posible y que conecta con la realidad social. Que quieren que les diga pero a alguien que se ha quedado sin trabajo, a otro que ha perdido buena parte de sus ahorros y a muchas familias que tienen dificultades para llegar al fin de mes les importa muy poco si a nuestro idioma le llamamos leonés o asturleonés. A mí tampoco.

            Corremos el riesgo de encerrarnos en un círculo que nos lleva a dar vueltas alrededor de nosotros mismos. Se hace necesario oír , escuchar lo que nos dice el medio social. La vida es un prisma que tiene muchas caras y no podemos enclaustrarnos en ver siempre la misma cara ya que lo que es seguro que hay otros que prefieren otras. Tendremos que procurar que otros vean la nuestra pero incluso para eso se hace necesario otear otras perspectivas.

            Este convencimiento personal también lo he aplicado a lo que es mi propia vida. Así entenderán que alguien que ha publicado "la identidad leonesa" o "el proceso autonómico leonés" ahora tenga en las librerías el libro ¡irresponsables! que es una reflexión sobre la crisis actual. A veces se tiene la impresión que desde personas que militan en el leonesismo no hay otro tema a tratar que aquel que se refiere al marco autonómico en el que de modo antidemocrático nos han incluido. Es bueno y hasta necesario que leonesistas reflexionen y escriban sobre otras materias. También en ¡irresponsables! hay referencias leonesistas de modo que en su prólogo Carlos Espinosa de los Monteros me dice que lo único que discrepa con el autor es en el tema autonómico leonés. Bien ya he tratado de convencerle pero al menos este libro ha contribuido a hacerle consciente de que muchos leoneses no estamos a gusto con este marco autonómico.

            Sin renunciar a nuestros grandes objetivos creo que también hay que llegar más lejos. Para mí es un orgullo que la reivindicación leonesista a través de mi libro "La identidad leonesa" haya llegado a la biblioteca del Congreso de Estados Unidos y también a Yale o 23 de las Universidades de toda España o a Toronto en Canadá. No podemos quedarnos en la queja permanente y en el debate en las cafeterías de nuestra tierra.

            Hay algunos que buscan la unidad pero curiosamente lo hacen desde la exclusión a los que no piensan exactamente como ellos. No, la unidad se logra admitiendo la discrepancia en muchos puntos y la afinidad en un tronco común básico. Aquello que nos une a todos los leonesistas es el rechazo a la autonomía de Castilla y León, así como la defensa de las reglas democráticas. Para avanzar en dar coherencia a ese tronco común en su día publique en la revista Tierras de León un artículo que titule "el ideario leonesista" (1.997 número 102).

            He visto en demasiadas ocasiones a sustentadores de las esencias leonesistas que cuando se ha apagado la llama del dinero público que les alimentaban, desaparecen tanto ellos como sus organizaciones. A mí eso me parecen fuegos fatuos.

            Somos muchos más los que simplemente desde el convencimiento personal y la identidad con nuestra tierra luchamos por conseguir que un día podamos recuperar aquello que nos fue arrebatado sin nuestro consentimiento. Lo hacemos desde el esfuerzo y nunca hemos cobrado ni un euro ni antes una peseta por ello.

            Además de lo que llevo diciendo, creo que hay también que marcar estrategias en función de lo que pueden ser las prioridades de cada momento. En ello hay que también que buscar los mayores puntos en común. En nuestro caso esa estrategia pasa fundamentalmente por lograr que la Comunidad Autónoma de Castilla y León desaparezca.

            Es una hecho cada vez más claro que el Estado Autonómico actual es escasamente sostenible. Italia ha tenido que reorganizar su división territorial y España lo tendrá que hacer en algún momento. El sentido en ambos casos es el mismo, reducir las estructuras administrativas por cuanto suponen duplicar o triplicar esfuerzos. Es una administración ineficiente que se sostiene sólo con el esfuerzo de la ciudadanía vía impuestos. Ante esta situación la alternativa de algunos partidos es la de suprimir las Diputaciones o las Juntas Vecinales. La Diputación de León tiene más de 200 años y las Juntas Vecinales pues varios siglos, son tiempo más que suficiente para haber demostrado que son viables. Aquello que surge mucho más recientemente y que más que demostrar eficacia ha demostrado  ineficacia, es la Junta de Castilla y León. Incluso podríamos decir que ha actuado no ya en defensa de los intereses leoneses sino en abierta oposición a ellos. Entonces si algo debe de desaparecer es la Junta de Castilla y León.

            En todo caso no podemos establecer una relación entre tamaño y eficiencia. Hay quién ha pretendido establecer una relación de "a mayor tamaño mayor eficiencia". Esto es algo que puede caer por su propio peso, no parece que Rusia sea más eficiente que Luxemburgo ni que Castilla y León supere en eficiencia a Navarra. La variable a considerar entonces no será el tamaño sino más bien la organización y el modo de gestión. Si duplicamos y triplicamos organismos administrativos los costes aumentan, si los simplificamos disminuyen. No parece que trasladar competencias y recursos del Estado y de las Diputaciones hacia la Autonomía de Castilla y León haya supuesto ganar en eficiencia sino más bien lo contrario. Si hemos hecho un camino equivocado ya es tiempo de corregirlo. Los errores no caducan.

                                                                       David Díez LLamas

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