miércoles, 9 de noviembre de 2016

ESPERMATOZOIDES CON MOTOR.


 

          Es probable que alguno de ustedes al leer el título de este artículo se lo tomen a broma, pues no, es ¡real como la vida misma! Nos cuenta la revista National Geographic (Octubre 2016) que para dar solución a los espermatozoides aletargados han inventado el Spermbot. Se trata de “un motor diminuto en forma de sacacorchos diseñado para impulsar los espermatozoides adormecidos hacia su destino”.

          Eso sí hasta el momento los experimentos realizados (con óvulos bovinos) no han logrado el éxito en la fecundación. Es decir “lo que ganan en rapidez  lo pierden en eficacia”. Son más rápidos pero no por ello logran en mayor medida sus objetivos.

          Lo que aquí hemos descrito es un reflejo de la evolución social actual. Se prima la rapidez sobre la calidad de las cosas. Se busca “llegar antes” aunque ello no signifique “llegar mejor”. Podríamos decir que este concepto se aplica desde el ámbito de la comida (fast food) hasta el de la información (vinculado a las redes sociales). El análisis o todo aquello que requiere una mayor elaboración queda en un segundo plano con lo que se pierde en calidad.

          Cabría preguntarse si efectivamente estamos en un medio social “adormecido” que necesita de impulsos externos. Pero a la vez también si el dotar de “motores de aceleración” podría suponer incrementar la pasividad social. El que se nos den las cosas hechas puede conducir a no ejercitar nuestras propias capacidades y con ello dificultar el poder actuar en un momento dado. Cada vez  dependemos más de las máquinas para poder desarrollar distintas funciones.

          En mi opinión evolucionamos hacia un medio social cada vez más dependiente, menos autónomo. Definía Benjamín Franklin que el hombre era “el animal que fabrica herramientas”. Habría que preguntarse en qué medida actualmente somos capaces de fabricar esas herramientas o simplemente nos limitamos a adquirirlas. Es también la contraposición de un modo de actual “urbano” frente a otro “rural”. Las personas que residen en nuestros pueblos están mucho más habituadas a “hacer”, a “construir” (tal vez empujadas por una mayor carencia de medios) que aquellos otros que viven en las grandes ciudades.

          Esta evolución que  prima “la rapidez” y empuja hacia “mayor uso de la máquina” castiga especialmente a las personas de mayor edad. Se les exige unos procesos continuados de aprendizaje  a los que no siempre están preparados o simplemente no desean hacerlos. Pondría el ejemplo de lo que fue el proceso de instalación de la TDT en las televisiones que inicialmente obligaba a contar con un aparato suplementario, con dos mandos… lo cuál para algunas personas ancianas supuso tal dificultad que a partir de ese momento prácticamente dejan de ver la televisión.

          Sin embargo se da la paradoja de que cada vez hay un mayor porcentaje de personas ancianas. Es decir hay un contraste entre lo que es la evolución social hacia el concepto de “todo más rápido” con lo que es una evolución demográfica que lleva a “mayores dificultades para adaptarse con rapidez a los diferentes procesos”.

          El valor de “la duración” se ha sustituido por el del “cambio”. En las generaciones anteriores se concedía especial valor a que algo “durase” (la ropa, un electrodoméstico…) ahora aún cuando algo pueda estar en condiciones de uso se busca cambiarlo acortando voluntariamente su duración. Así por ejemplo las camisetas de los diferentes equipos de futbol cambian cada temporada en su diseño. Antes era “la camiseta del equipo” ahora se añade “la temporada”. Todo ello en una sociedad que se dice “más ecológica”, pero que en muchos casos tiene conductas mucho más consumistas. Ese ejemplo se podría extender a otras muchas facetas. En todo caso hay amplios sectores que promueven este tipo de evolución y no cabe hablar de modo exclusivo de la “obsolescencia programada” (aunque también).

          El valor de lo efímero lleva a que los discursos que desarrollan contenidos se sustituyan por los tuits. En mi opinión todo lleva a un empobrecimiento social y a que “falten ideas”. Hay un cierto déficit de pensamiento que también alcanza el medio político. En la Cámara parlamentaria actual no encontramos paralelismo con los Ortega, Azaña o Unamuno. No es algo que se asocie a uno u otro partido sino que se extiende al conjunto del Parlamento. A la vez hay que decir que el propio medio social no quiere discursos extensos sino que desde la comodidad prima la rapidez.

          Igual habría que evolucionar a un “menos pero mejor” en lugar de ir hacia “más y con mayor rapidez”. Creo que estos “espermatozoides sociales” con motor incluido, tampoco fecundan demasiado. Llenamos el universo de comunicación de mensajes y reducimos el tiempo de uso del coche, del móvil, del ordenador o de la ropa que vestimos. La duda es si todo ello nos lleva a mejorar o a derrochar. Nuevo no significa automáticamente mejor como muchas veces se nos quiere hacer creer.

          No creo que debamos renunciar a los beneficios que se puedan derivar de la tecnología. Nos ayudan en muchos casos. De lo que se trata es de decir que ello tiene también unos riesgos y que se hace necesario evitarlos para conseguir una sociedad mejor, aunque sea “menos rápida”.

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