lunes, 28 de noviembre de 2016

EL VALOR DE LA LIBERTAD.


              
          El último libro que he publicado ha tratado de ser una indagación sobre los rasgos que constituyen y vienen a definir la personalidad leonesa. Desde mi particular visión quería aportar sobre algo que, en mi opinión, no se había escrito suficiente. El ahondar en esa personalidad leonesa a lo largo de la historia también ayudaba a descubrirse a uno mismo.

          Cuando plantee la posibilidad de publicar esos escritos, el libro tomo forma de una trilogía al añadirse otros dos  que habían sido publicados anteriormente, el proceso autonómico leonés y la identidad leonesa.

          Considerábamos que son los rasgos comunes a muchas individualidades los que definen la personalidad de un pueblo y ello no sólo en una determinada coyuntura sino a lo largo de la historia,

          Uno de los rasgos esenciales de esa personalidad leonesa es el valor que atribuye a la libertad. Podríamos decir que el leonés “va por libre” o lo que es lo mismo gusta gozar de su libre albedrío y es poco proclive al sometimiento a una norma determinada, especialmente a aquellas que se emiten sin haber participado en su consentimiento.

          Ese rasgo asociado a la libertad ha permitido que ya sea en el campo liberal (Azcarate,Gullon…) o en el anarquismo (Durruti, Pestaña…) ha habido personalidades leonesas relevantes.

          El leonés compagina ese espíritu libre con un aire muy contenido en sus formas de expresión. Esa libertad se vincula a otro rasgo importante de su personalidad como es el individualismo. Esto hace también que muchas veces los leoneses hagan “la guerra por su cuenta” y se dificulten las formas de colaboración. Ello provoca también que demasiadas veces no se tenga presente que hay un camino andado y que no hace falta volver al punto de partida sino que habría que comenzar a construir sobre aquello que ya se ha hecho. Podríamos decir que en muchas ocasiones para el leonés todo aquello que no ha hecho individualmente es como si no existiese. Esa situación provoca que sea habitual que agrupaciones políticas, culturales o sociales aparecen o desaparecen con gran facilidad.

          El valor de la libertad en la cultura leonesa se deja ver en los diferentes ámbitos de la cultura tradicional. Es el eterno debate entre “foro  u oferta” en el que la representación civil hace determinadas ofrendas a la iglesia pero lo hace como una “decisión libre”, desde su libertad (oferta), aunque la representación eclesiástica considere que ello es una obligación (al recibirla como foro). También  sería ejemplo de esa defensa de las libertades la rebelión frente al tributo de las cien doncellas.

          La personalidad de un pueblo se va conformando a lo largo de su historia. Así no es casualidad que cuando Sánchez Albornoz escribe sobre la libertad en su obra “sobre la libertad humana en el reino asturleonés hace mil años” dice: “mientras en las tierras asturianas y galaicas  es posible documentar numerosos siervos e incluso abundaron en tierras portuguesas…en la zona leonesa hayamos muy pocos testimonios de población servil” (Pág. 73), Esa defensa de las libertades también se hace plasmar en la defensa de sus leyes en las que se hace primar un sentido de igualdad ante el rey. Así en esa misma obra el gran medievalista nos dice: “el estado asturleonés se articuló, no sobre las relaciones contractuales que constituían la cadena feudal, sino sobre la base igualitaria de la vinculación de los súbditos con la alta magistratura del reino. Todos estaban sometidos a su justicia…No escapaban a su suprema autoridad judicial ni los prelados, ni los magnates” (Pág. 92). Esa misma situación descrita es la que provoca la  rebelión de algunos nobles (como la que da origen a Castilla con el conde Fernán González) que aspiraban a sustituir al rey acaparando un mayor poder. También explica como surgen las Cortes Leonesas de 1.188 en base a que el rey busca el apoyo de las clases populares contra unos nobles que cuestionan su poder. A la vez hay que decir que esa representación popular estaba más cercana al rey que a una nobleza que representaba el feudalismo.

          Este “Reino de Leyes” que fue el Reino de León estableció el Fuero de León que fue reconocido como las primeras leyes territoriales hispanas y en las que se recogía la costumbre del Concilium. La práctica de articular las normas en base a decisiones puntuales que se adoptan sobre temas muy concretos se ha seguido perpetuando en la sociedad leonesa a través de los concejos o las juntas vecinales.

          Podríamos decir que el leonés tiene un sentimiento de que no hay nadie que defienda mejor sus intereses que el mismo y para ello nada mejor que hacerlo del modo más directo posible, evitando intermediarios. En demasiadas ocasiones aquellos que actuaban como representantes de los leoneses han traicionado su mandato (Martín Villa por ejemplo).

          En el campo político podemos decir que la decadencia del Reino de León va asociada a la de las Cortes como institución. El valor de la palabra se sustituye por el de las armas (lo que supone el avance militar).

          Tal vez nos haga falta dar un contenido más social y de colaboración a esa defensa de nuestras libertades,

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