domingo, 11 de diciembre de 2016

SOBRE “LO VIRAL”.



          Lo asumo, este artículo nunca será “viral”. Me consuela que en general no hay artículos de opinión que “sean virales”. Sin embargo cada vez es más frecuente que en los medios informativos se haga alusión a “algo” simplemente por alcanzar un elevado número de reproducciones. Si vamos al Diccionario de la Real Academia Española podemos ver que “viral” es aquello “perteneciente o relativo a los virus”. En comunicación desconocemos si se ha tomado la referencia a “lo viral” en base a la facilidad de propagación o a su capacidad para infectar/contaminar el medio.

          La referencia es “la cantidad” y no se tiene en cuenta  “la calidad”. La imagen es esencial en lo que constituyen “los fenómenos virales”, todo lo que signifique leer o implique algún tipo de reflexión queda apartado de “lo viral”. El éxito se mide en el número de repeticiones asociadas a ese video o tuit. Eso sí, que sepamos, todavía nadie ha definido las veces que  debe repetirse algo para que llegue a ser denominado “viral”. La facilidad de propagación es un signo de interés y promueve que desde los medios de comunicación se hagan eco de esos fenómenos virales lo que lleva a se acentúe su difusión.

          También tenemos que otro elemento que caracteriza este tipo de cosas es el de “la fugacidad”. Por un lado suelen ser vídeos de corta duración y por otro  tienen una muy limitada permanencia en el tiempo. Aparecen y desaparecen con la misma rapidez que se emplea para verlos. Sin embargo las obras verdaderamente relevantes (en literatura, en arquitectura, en música, en ciencia…) son las que perduran en el tiempo. A los pocos días (incluso horas) lo que era relevante deja de serlo para siempre. Son destellos, fogonazos de colores que quedan en nada. Falta la solidez de los cimientos que sostienen el edificio social, aquello que siendo menos visible es fundamental para que la construcción no termine cayéndose.

          Lo que es llamativo, original o gracioso tiende a suscitar un mayor interés que lleva a que se repita. En todo caso en mi opinión aquello que define en mayor medida “lo viral” es la facilidad para visionarlo. Es decir no requiere ningún tipo de esfuerzo de reflexión o interpretación de contenidos. Además es algo que tiende a poder ser visionado en cualquier momento y lugar.

          En cualquier caso a todos nos gustaría generar el suficiente interés para que aquello que escribimos se lea. En mi caso, la recompensa que pueda tener el hacer este artículo está directamente asociada al interés que pueda despertar entre los lectores. Es decir la aspiración de “interesar” es común aunque los caminos para suscitar ese interés sean muy distintos. En esa búsqueda de llamar la atención para generar ingresos económicos ha sido habitual los calendarios de desnudos de distintos colectivos. Sin embargo también esa práctica lleva a un desgaste y ya resulta mucho más complicado llamar la atención o generar interés en base a un mismo tipo de contenidos.

          En mi opinión estos fenómenos virales son indicadores de la situación del medio social en su conjunto. Es la civilización de la fugacidad y de la imagen en la que se “tiende a desterrar el pensamiento”. Triunfa en exceso la banalidad y ello dificulta que se encuentren soluciones  a problemas sociales cada vez más complejas. Por decirlo de algún modo damos respuestas “virales” a temas tan trascendentes y complicados como los flujos de inmigración o el calentamiento global.

          Habría que preguntarse en qué medida evolucionamos hacia una sociedad mejor o por el contrario estamos creando un medio social con una menor capacidad de respuesta a los retos del futuro (y del presente).

          Cada vez más la interacción social lo es a través de internet y las redes sociales. Se pierde el contacto más directo y personal. Ello es también un signo de que cada vez se está más en “la nube” y menos en “el suelo”. Nuestros vecinos pueden ser unos perfectos desconocidos mientras que compartimos encuentros virtuales con personas que tal vez nunca lleguemos a conocer.

          Los discursos se han sustituido por los tuits. El debate lo es a través de píldoras que se envían los que intervienen en el mismo. La superficialidad vence a la profundidad. Los grandes pensadores los estamos dejando en el pasado. No imagino un debate entre Ortega y Azaña a través de tuits. Por el contrario existen libros que reproducen el debate entre estos dos grandes políticos. Por el contrario,  dudo que pueda haber libros que reflejen algún tipo de debate parlamentario entre políticos actuales.

          Los medios de comunicación favorecen esa simplificación de las cosas. Es más fácil leer un tuit que un libro o un discurso. Sin embargo  hay una demanda  de que los periodistas profundicen y analicen las cosas, de modo que aporten valor añadido a esa información que puede llegar por muchos canales. El soporte papel se vincula más a ese análisis de una información que ha podido llegarte por otros medios. Lo que llega con carácter inmediato a través de internet luego puede requerir un análisis más sosegado a través del papel.

          Creo que hay que conseguir un medio social que no prime tanto la banalidad de las cosas. Que lo banal no sea lo viral.

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