Lo
asumo, este artículo nunca será “viral”. Me consuela que en general no hay
artículos de opinión que “sean virales”. Sin embargo cada vez es más frecuente
que en los medios informativos se haga alusión a “algo” simplemente por
alcanzar un elevado número de reproducciones. Si vamos al Diccionario de la
Real Academia Española podemos ver que “viral” es aquello “perteneciente o relativo a los virus”. En comunicación desconocemos
si se ha tomado la referencia a “lo viral” en base a la facilidad de
propagación o a su capacidad para infectar/contaminar el medio.
La referencia es “la cantidad” y no se
tiene en cuenta “la calidad”. La imagen
es esencial en lo que constituyen “los fenómenos virales”, todo lo que signifique
leer o implique algún tipo de reflexión queda apartado de “lo viral”. El éxito
se mide en el número de repeticiones asociadas a ese video o tuit. Eso sí, que
sepamos, todavía nadie ha definido las veces que debe repetirse algo para que llegue a ser denominado
“viral”. La facilidad de propagación es un signo de interés y promueve que
desde los medios de comunicación se hagan eco de esos fenómenos virales lo que
lleva a se acentúe su difusión.
También tenemos que otro elemento que
caracteriza este tipo de cosas es el de “la fugacidad”. Por un lado suelen ser
vídeos de corta duración y por otro
tienen una muy limitada permanencia en el tiempo. Aparecen y desaparecen
con la misma rapidez que se emplea para verlos. Sin embargo las obras
verdaderamente relevantes (en literatura, en arquitectura, en música, en
ciencia…) son las que perduran en el tiempo. A los pocos días (incluso horas)
lo que era relevante deja de serlo para siempre. Son destellos, fogonazos de
colores que quedan en nada. Falta la solidez de los cimientos que sostienen el
edificio social, aquello que siendo menos visible es fundamental para que la
construcción no termine cayéndose.
Lo que es llamativo, original o
gracioso tiende a suscitar un mayor interés que lleva a que se repita. En todo
caso en mi opinión aquello que define en mayor medida “lo viral” es la
facilidad para visionarlo. Es decir no requiere ningún tipo de esfuerzo de
reflexión o interpretación de contenidos. Además es algo que tiende a poder ser
visionado en cualquier momento y lugar.
En cualquier caso a todos nos gustaría
generar el suficiente interés para que aquello que escribimos se lea. En mi
caso, la recompensa que pueda tener el hacer este artículo está directamente
asociada al interés que pueda despertar entre los lectores. Es decir la
aspiración de “interesar” es común aunque los caminos para suscitar ese interés
sean muy distintos. En esa búsqueda de llamar la atención para generar ingresos
económicos ha sido habitual los calendarios de desnudos de distintos
colectivos. Sin embargo también esa práctica lleva a un desgaste y ya resulta
mucho más complicado llamar la atención o generar interés en base a un mismo
tipo de contenidos.
En mi opinión estos fenómenos virales son
indicadores de la situación del medio social en su conjunto. Es la civilización
de la fugacidad y de la imagen en la que se “tiende a desterrar el
pensamiento”. Triunfa en exceso la banalidad y ello dificulta que se encuentren
soluciones a problemas sociales cada vez
más complejas. Por decirlo de algún modo damos respuestas “virales” a temas tan
trascendentes y complicados como los flujos de inmigración o el calentamiento
global.
Habría que preguntarse en qué medida
evolucionamos hacia una sociedad mejor o por el contrario estamos creando un
medio social con una menor capacidad de respuesta a los retos del futuro (y del
presente).
Cada vez más la interacción social lo
es a través de internet y las redes sociales. Se pierde el contacto más directo
y personal. Ello es también un signo de que cada vez se está más en “la nube” y
menos en “el suelo”. Nuestros vecinos pueden ser unos perfectos desconocidos
mientras que compartimos encuentros virtuales con personas que tal vez nunca
lleguemos a conocer.
Los discursos se han sustituido por
los tuits. El debate lo es a través de píldoras que se envían los que
intervienen en el mismo. La superficialidad vence a la profundidad. Los grandes
pensadores los estamos dejando en el pasado. No imagino un debate entre Ortega
y Azaña a través de tuits. Por el contrario existen libros que reproducen el
debate entre estos dos grandes políticos. Por el contrario, dudo que pueda haber libros que reflejen
algún tipo de debate parlamentario entre políticos actuales.
Los medios de comunicación favorecen
esa simplificación de las cosas. Es más fácil leer un tuit que un libro o un
discurso. Sin embargo hay una
demanda de que los periodistas profundicen
y analicen las cosas, de modo que aporten valor añadido a esa información que
puede llegar por muchos canales. El soporte papel se vincula más a ese análisis
de una información que ha podido llegarte por otros medios. Lo que llega con
carácter inmediato a través de internet luego puede requerir un análisis más
sosegado a través del papel.
Creo que hay que conseguir un medio
social que no prime tanto la banalidad de las cosas. Que lo banal no sea lo
viral.
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