viernes, 10 de marzo de 2017

COMUNICACIÓN E INCOMUNICACIÓN.


 

            La época que nos ha tocado vivir ha desarrollado una tecnología que diría que ha estado especialmente vinculada al mundo de la comunicación. Nos ha ampliado horizontes de contacto con grupos y personas que están distantes. Hay amigos virtuales a los que no se llega a conocer o si tenemos a algún amigo o familiar al otro lado del mundo  podemos establecer una conversación y verle físicamente sin que ello nos suponga costes económicos. Diría que todos estos avances nos han facilitado el contacto en la distancia.

            A la vez, sin embargo, creo que se está perdiendo calidad  en los canales de comunicación directa y personal. En el plano comercial tenemos que  resulta complicado el hablar con alguna persona para exponerle cualquier cuestión. Al otro lado del teléfono cada vez es más frecuente que nos encontremos con una máquina que te asalta a preguntas y que es incapaz  de dar respuesta a tus requerimientos. El consumidor se ve ante un muro que muchas veces no es capaz de  superar y poder establecer un diálogo constructivo, que  no se limite a contestar a unas preguntas programadas. Cada vez encontramos más obstáculos a la comunicación directa.

            En buena medida podríamos decir que la realidad virtual sustituye a la realidad social. Podríamos decir que tenemos más facilidad para conocer aquello que tenemos más distante, pero ello es al precio de perder interlocución con lo que tenemos más cercano. Las pantallas del móvil nos impiden ver a las personas que nos rodean.

            Este cambio ha afectado también al tipo de comunicación. Esas cartas extensas y que eran en sí mismas un género literario (el epistolar), se han sustituido por los correos electrónicos, los tuits o los whatsApps en definitiva por unas pocas líneas. Lo que hemos perdido en extensión lo hemos ganado en frecuencia y en rapidez en la difusión de los contenidos. También se han sustituido esos textos  de mayor profundidad por otros mucho más banales.

            En nuestras comunicaciones podríamos decir que llegamos a más, pero llegamos peor. Esas formas dificultan la trasmisión de aquello que queremos expresar y a veces se establecen barreras lo suficientemente importantes como para que se evite ese contacto. En el plano comercial, en las empresas de servicios cada vez es más complicado que alguien atienda a tus demandas. La venta a través de internet va comiendo terreno a los establecimientos tradicionales. Mientras “la nube” se llena, los espacios urbanos se vacían.

            Sin preguntas no hay respuestas y sin respuestas no hay progreso. Sin embargo cada vez se hace más complicado preguntar, pedir que nos asesoren en nuestra compra o resolver cualquier duda que podamos tener. Además debemos mejorar la calidad tanto de las preguntas como de las respuestas y no quedarnos sólo en un número.

            Cada vez es más frecuente que una película de cine o un espectáculo deportivo se vean desde casa. Diría que se favorece que ello sea así y se dificulta que los espectadores vayan a los estadios o a las salas. Es un proceso en el que se estimulan las conductas individuales en detrimento del contacto social.

            No quiere ser este artículo un alegato contra las nuevas tecnologías. Como he dicho al inicio del mismo han supuesto ventajas importantes. Quiere ser, eso sí, un elemento que contribuya a la reflexión. El reto será ser capaces de compaginar la comunicación personal con la virtual de modo que una no sustituya a la otra.

            El peligro es que estos procesos vayan minando el campo de las ideas y de la creatividad. En mi opinión algo de esto ya está sucediendo y la originalidad se encuentra en retroceso. Encontramos insuficientes aportaciones relevantes en los diferentes campos de la pintura, de la literatura, de la música, del cine… Los grandes referentes en esos campos tienden a conjugarse más en pasado que en presente. Creo que ello tiene también que ver con lo que es este devenir social.

            Hay que dar valor a las ideas como impulsoras de un mundo mejor. Que las ideas se generen en comunicación con otros y que ello provoque el avanzar y en mejorar las condiciones de vida en cualquier ámbito. El progreso social cada vez más se va a medir por las capacidades de las personas que viven en cada territorio y menos por el sustrato de materias primas que puedan darse en el mismo. Ello va a contradecir en gran medida los criterios que se manejan actualmente. Las grandes empresas actuales se vinculan en gran medida a “ideas” y no tanto a “medios materiales”. Facebook, Amazon,  Microsoft. Apple o Disney son producto directo de ideas que se han aplicado al medio empresarial y ello se vincula muy directamente al desarrollo del medio social donde se ubican. También en España tendríamos ejemplos de cómo se desarrollan grandes empresas a partir de las ideas.

            Abogamos porque la comunicación virtual no ahogue la personal y que ello sea fuente de fomentar ideas que regeneren el medio social y el progreso económico. Creo también en que para que esa comunicación progrese y sea eficiente es mejor tenerla en grupos reducidos. Evitar lo que David Riesman denominaba “las muchedumbres solitarias”.

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