Hay un acuerdo generalizado de que la
sostenibilidad del planeta está en función de mantener las condiciones de diversidad. La biología nos dice que los
organismos con menor diversidad desde el punto de vista genético, son también
más vulnerables, de modo que una enfermedad o una ligera variación
medioambiental que mate a un individuo pueden matarles a todos. La uniformidad es así un signo de peligrosidad
en las condiciones de vida de un medio natural o de una especie. Ello nos ha
llevado a que se clasifiquen los animales o las plantas en función de su nivel
de amenaza como especie diferenciada, para así poder establecer medidas de
protección que eviten su desaparición. Cada comunidad social se esfuerza en
proteger aquellos animales o plantas que son endémicos de su territorio. En
nuestra opinión estos principios que se refieren al medio natural también
serían aplicables al medio social. Es decir mantenemos que la sostenibilidad de
un medio social se fortalece desde la asunción de la diversidad y se empobrece
desde la apuesta por la uniformización.
Sin
embargo esos principios que a nivel teórico se asumen cuando nos referimos a
tierras lejanas sin embargo parece que tenemos mucha más dificultad para verlos
en los horizontes que nos son más próximos y cercanos. En las innumerables
ocasiones en las que “lo leonés” se presenta como “castellano” no he visto
nunca reacciones de protesta desde el plano institucional y las que surgen son siempre desde la iniciativa privada. Como en otros
planos aquí también se anula la diversidad para que campe a sus anchas la
uniformidad. Ni siquiera estaríamos ante un tema político, ya que incluso
aquellos que apuestan por el "ya no
hay remedio” (respecto al actual marco autonómico) si reconocen (otra cosa es
que lo defiendan) dos identidades dentro de esa autonomía, la leonesa y la
castellana. Sin embargo una cosa es que
se reconozca esto a nivel teórico (como en el Acuerdo por la Identidad Leonesa
firmado por los grandes partidos) y otro que hagan algo para que ese tipo de
cosas no se produzcan. Es como firmar el acuerdo de Kioto para luego no tomar
ningún tipo de medida de modo que aquello que allí se ha acordado, luego tenga
una vigencia en la práctica. La coherencia diría que no es un valor que se
tenga suficientemente en cuenta en este medio social.
Un
ejemplo de este tipo de cosas se ha producido con motivo de la lectura en
diferentes lenguas del Quijote en la Biblioteca Nacional en Madrid. El que
entre otras muchas una de ellas allá sido el leonés es fruto del esfuerzo de
una asociación, las instituciones públicas en nada han respaldado el
reconocimiento público de ese elemento diferencial. Ese acto era un
reconocimiento a la obra de Cervantes precisamente resaltando la diversidad de
lenguas en las que era leído. Es decir es una obra con capacidad para llegar a
millones de personas con costumbres y lenguas diferentes pero con un factor
común de admiración hacia lo que se estaba leyendo. Para los leoneses era
también una oportunidad de lanzar un grito de ¡existimos!
En
diferentes ocasiones he defendido que existe un modelo leonés de España basado
en la “unidad en la pluralidad”. Es un modelo “político” basado en la
pluralidad, frente a otros modelos “militares” que apuestan por valores de
uniformidad. Muchos de los problemas que hoy tenemos, hubieran tenido un
desarrollo muy diferente si hubiese triunfado el modelo leonés de España. Por
ejemplo estoy convencido de que el movimiento independentista en Catalunya no
hubiera tenido el desarrollo que ha tenido. La aceptación de la diversidad debe
fortalecer los elementos de sostenibilidad de un marco de unidad, la imposición
de la uniformidad por el contrario contribuye
a resquebrajarlo. Esto también sería aplicable a la actual autonomía de
Castilla y León en la que en nada se aprecia una voluntad de aceptación de la
diversidad (un ejemplo de ello sería la Fundación Villalar). Pero claro también
son absolutamente uniformizadores muchos políticos nacionalistas que establecen
leyes para que se impidan formas de expresión que son propias de muchas de las
personas que residen en su territorio. Desde esas posiciones no se defiende la
diversidad, sino más bien lo que se hace es fomentar una unidad excluyente de
todo aquello que no coincida con sus propios planteamientos.
También
desde las distintas corrientes leonesistas se debe de comprender que sólo desde
el reconocimiento de las diferencias se avanza hacia la unidad y
sostenibilidad. La fortaleza se alcanza asumiendo la diversidad. El
individualismo leonés no debe de ser obstáculo para poder lograr objetivos
comunes desde la colaboración.
La
libertad se construye desde la diferencia, las prisiones son las que son las
que uniformizan a los reclusos. Nuestros pendones son el mejor ejemplo de cómo se conjuga lo que pueden ser sensibilidades distintas (de raza, de credos, de edades, de pueblos...) en aras a avanzar cada uno con el pendón de su pueblo hacia el interés común de todos. Yo quiero una España y una Región Leonesa que sea como un desfile de pendones
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