Recientemente
en una entrevista el señor Antonio Silván indicaba algo así como que “los retrovisores son para los coches y no
hay que mirar lo que pudo ser y no ha sido”. Con ello se refería a la
aspiración de muchos leoneses de alcanzar una autonomía propia y el respeto a
lo que es su identidad social y territorial.
Evidentemente
no puedo estar más en desacuerdo con esas palabras. Vivo en el País Vasco y
aquí todos demandamos (y su partido especialmente) que se mire el retrovisor en
el recuerdo a las víctimas del terrorismo. También es absolutamente necesario
que para evitar errores pasados, ese retrovisor nos recuerde lo que fue el
nazismo o Chernobil. Conseguir un mejor futuro se hace desde el conocimiento de
lo que han sido los errores del pasado.
¡Claro que
hay que mirar hacia atrás para ver lo que se ha hecho bien o mal! Es necesario
tanto en el plano social como en el plano individual. Usted no entra en el
debate de lo que ha supuesto para la Región Leonesa y para los leoneses la integración
en esta autonomía, simplemente lo obvia. Es de los que apuesta porque el Reino
de León pase a ser el Reino de los cementerios.
Antonio
Silván pertenece a esa larga estirpe de políticos que han utilizado a los
leoneses para alcanzar lo que serían sus metas políticas. En ella estarían
tanto Rodolfo Martín Villa como Pablo Fernández (de Podemos). Ha querido
utilizar en su beneficio político el discurso de que un leonés al frente de la
Junta de Castilla y León promovería la integración leonesa en ese marco
autonómico. Mire es poco comprensible que alguien que hace defensa de su
candidatura, en un artículo titulado “Silván una oportunidad que no se debe
perder” no sepa ni tan siquiera el nombre de esta Comunidad Autónoma. De forma
reiterada dice cosas como “Presidente de
PP de Castilla León”, “Buenos proyectos para Castilla León” o “Debe hacer su
partido en Castilla León”. Ya ve ni siquiera se respeta lo que es el propio
marco institucional. Igual hay que recordarle que esta Comunidad se denomina
Castilla y León y que la conforman dos regiones con identidades diferenciadas,
la leonesa y la castellana.
Somos y
queremos seguir siendo leoneses. Nos sentimos orgullosos de un pasado que debe
proyectarnos hacia el futuro. La integración en ese marco autonómico ha
generado pobreza, despoblación y declive tanto social como
económico. Tal vez por ello mismo usted apuesta por el olvido, por no mirar el
retrovisor.
El coste
económico de esa posición de “no tener en cuenta el pasado” puede ser muy
importante. De los errores siempre debería de deducirse un aprendizaje que nos
permita avanzar. La investigación en cualquier campo se fundamenta en el
análisis que nos diferencia lo que es un avance de lo que nos lleva por caminos
equivocados. No hay mayor error que no tener en cuenta lo que se ha hecho y
seguir hacia adelante con anteojeras (sin retrovisor).
La capacidad
de rectificar se dice que es de sabios. Los errores no caducan y no creo que
sea la mejor opción simplemente permanecer en ellos y olvidarse tanto de los
procesos como de las consecuencias.
Los que si
tenemos en cuenta ese pasado no nos olvidamos de que la Diputación de León por
20 votos a favor y 4 en contra se pronuncia contra la integración en la actual
autonomía. Que ese proceso fue impulsado por Martin Villa en su diseño del mapa
de las autonomías para contrarrestar el efecto de los nacionalismos periféricos
de catalanes y vascos. No olvidamos, que contrariamente a lo que pretendía su
impulsor hoy nos encontramos con un proyecto independentista catalán que
amenaza la ruptura de España. Incluso desde sus propios objetivos ese diseño
autonómico ha resultado un fracaso. La autonomía de Castilla y León no sólo no
ha fortalecido España, sino que la ha debilitado.
Igual hay
que pensar que “no mirar el retrovisor” pueda beneficiar sus intereses
personales en detrimento de los que serían el conjunto de los leoneses. Es un
poco “mírenme a mí en lugar de mirar lo que ha hecho mi partido o las
consecuencias que se han podido derivar de las decisiones adoptadas en otro
momento sin consentimiento de la ciudadanía”.
El resultado
de las elecciones primarias en el PP de Castilla y León, si algo ha dejado claro
es la ausencia de debate en función de proyectos o programas. La elección ha
puesto de manifiesto la capacidad de las dos candidaturas en aglutinar y
controlar los votos de sus respectivas agrupaciones. Sólo así se entiende que
Mañueco arrasase por completo en Salamanca (cerca del 100% de los votos) y que
Silván ganase exclusivamente en las provincias de León y Palencia.
Diría que se
hace necesario que en política se prime el interés público por encima de lo que
puedan ser las ambiciones personales. En demasiadas ocasiones se ha utilizado a
la ciudadanía leonesa como ariete con el que justificar unos determinados
objetivos políticos. Si miramos al retrovisor encontraremos varios ejemplos.
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