Me
refiero a la película “Cantábrico”. Su director Joaquín Gutiérrez Acha lo ha
dicho con claridad “más de la mitad de
esa película está rodada en parajes leoneses”. A lo que añade con cierta
sorpresa “lo que contrasta con el nulo
apoyo recibido desde la Junta de Castilla y León”.
Ahora cabría
preguntarse ¿cuántos de los espectadores que vayan a ver esa película la
asociaran con un territorio leonés? No tengo ninguna duda de que la vinculación
será mucho mayor con Cantabria, con Asturias, con Galicia… Es decir las comarcas
leonesas aportan la “sustancia” (el metraje de la película) pero otros se
llevarán lo que son los valores de imagen. Todo ello con la complicidad de unas
instituciones que pagamos entre todos, pero que en nada se las deja ver en
defensa de nuestra identidad a no ser para tratar de hundirla más.
¿Qué
consecuencias tiene todo ello? La identidad no es sólo un sentimiento, sino que
tiene repercusiones económicas claras. Por decirlo de algún modo “no se puede
vender, lo que no existe”. En el caso de que está película estimulase el venir a conocer estos paisajes
“cantábricos” ¿Dónde cree el lector que se iría el turista? Más allá de ello
también se desarrolla una imagen que luego contribuirá a que en un momento dado
esos turistas vengan a visitarnos. Lo que “no existe” es muy complicado que
pueda competir con aquellos que ofrecen “paraísos” o “territorios infinitos”. Una
marca ya sea comercial o institucional lo que busca en un primer momento es
notoriedad. Luego ya se tratará de dotar de valores positivos ese conocimiento.
En nuestro caso ni siquiera pasamos ese primer corte de “conocimiento y
notoriedad”.
Esa
“anulación” de la identidad leonesa también tiene consecuencias en otros muchos
planos de la economía. Es perfectamente conocida la importancia de los valores
de imagen en la venta de los productos. El prestigio que alguien pueda asociar
a una determinada denominación (Alemania=tecnología por ejemplo) lleva a que se
vendan sus productos más fácilmente y también a un precio superior. Ello muchas
veces con independencia de la veracidad o no con la que se sustenta esa imagen.
En el caso leonés no es tanto que tengamos una imagen negativa como la falta de
reconocimiento social en el marco español (de ello es buen ejemplo está
película). Tenemos recursos (en este caso naturales) pero se vinculan a otras
tierras. Por poner un ejemplo el rodaje de las escenas con osos se produce en
tierras leonesas, pero será Asturias quién fomente la asociación de ese animal
con su territorio. En consecuencia aquellos que buscan un turismo vinculado a
la naturaleza tenderán a irse a Asturias. Ello incluso provoca que en algún
caso para tratar de recoger ese tipo de turismo, establecimientos hoteleros
ubicados en territorio leonés hayan tendido a promocionarse en los catálogos de
turismo como “asturianos”. Todo ello con la pasividad habitual de las
instituciones.
La película
Cantábrico se promociona en diferentes medios. El tráiler en internet lleva
500.000 visitas. En televisión se pueden ver referencias anunciadoras,
especialmente en aquellas cadenas que han colaborado en su producción. Hay
carteles en vallas publicitarias, en los autobuses, en la Gran Vía de Madrid.
Hay entrevistas en radios y periódicos. Sin embargo todo ese esfuerzo de
difusión, en el caso leonés se desvanece entre las manos por cuanto muy pocos
van a identificar que aquello que van a ver, que esas espectaculares imágenes
están rodadas mayoritariamente en León. Duele y aún más que las instituciones
no pongan en valor esas señas de identidad leonesa. Podríamos decir que “somos
mucho más de lo que parecemos ser”.
No tengo
mayor duda de que la situación sería distinta si la Región Leonesa fuese una de
las autonomías que componen el mosaico español. Ello nos daría carta de
identidad y es seguro que ello facilitaría la asociación de las imágenes de la
pantalla con el territorio donde mayoritariamente se han rodado. Ello además de
un valor sentimental tendría un efecto en las economías locales.
Con todo,
incluso en este marco autonómico en teoría podría producirse esa defensa. Sin
embargo como el propio director (que no es leonés, ni leonesista) reconoce, la
promoción de la película se ha dado en cualquier otra autonomía menos en
Castilla y León. Diría que la apuesta es más por conseguir que desaparezca
cualquier referencia a “lo leonés”. No es que no se promocione, es que se busca
silenciar y acallar.
Diría que
todo ello debería herir sensibilidades leonesas con independencia del
pensamiento político de cada cual. Sin embargo tan sólo se escuchan los
silencios. Uno intuye que puede ser consecuencia del temor a que el levantar la
voz, en clave leonesa, pueda dificultar las aspiraciones políticas de algunos
dirigentes.
Para
terminar les quiero contar una anécdota. Se dice que cuando el ayuntamiento de
Boñar votó la cuestión sobre la autonomía leonesa, alguien dijo que hasta el
oso que había disecado en la sala del plenario tenía la mano levantada para
votar favorablemente la moción en defensa de una autonomía leonesa. Seguro que
los que aparecen en la película Cantábrico estarían de
acuerdo con esa decisión.
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