Ya comprendo
que al leer el título de este artículo, lo habrán asimilado a una perogrullada.
Les comprendo, yo en buena medida también lo puedo considerar así. Sin embargo,
a la vez, creo que se hace necesario
reivindicar a ese Pero Grullo que aparece en la Pícara Justina. Tratare de
explicarme a lo largo de este artículo de opinión.
Yo no logro
entender que en el medio social actual y en diferentes formatos se haga “elogio
del mal”. El “ser malo” se considera en diferentes ámbitos como un atributo
positivo de alguien. Así hablamos de “chicas malas” o “chicos malos” y se
presume de ello en camisetas o en cualquier otro formato. Se presume de “ser
malo” y produce vergüenza el “ser bueno”. Seguro que les sobran ejemplos a los
que asociar imágenes de personas que se vinculan a esos conceptos de “ser malo”,
pero difícilmente encontrarán alguno que en sus camisetas o ropa lleve algún
tipo de distintivo de “ser bueno”. Diseñadores de todo el mundo han contribuido
a crear imagen de marca de “chicas malas”.
Así se ha
ido creando una imagen de que vincula “lo malo” a lo inteligente. El “listo” es
aquel que se salta la norma y el “tonto” el que la cumple. No es extraño que
luego sea bastante habitual que se cuelguen vídeos presumiendo por ejemplo de
“conducir sin manos” o ir a más de 200 kilómetros por hora en carreteras que no
permitirían a ir a más de 100. El “balconing” o los individuos que cometen
agresiones de diferente tipo y forma que cuelgan luego en las redes sociales,
vendrían a ser otros ejemplos de este tipo de cosas.
El malo o la
mala parecen tener un atractivo sexual del que carecen el bueno o la
buena. Tal vez en ello tenga mucho unas
normas religiosas que condenaban como algo malo diferentes formas de expresión
sexual y prohibían, por ejemplo, que una mujer pudiese acudir mostrando sus
brazos a un oficio religioso. Muchas veces la evolución social sigue la ley del
péndulo y ello ha podido provocar que desde el “todo está prohibido” hayamos
derivado al “todo está permitido”. Que
se haya producido una falta de definir con mayor claridad lo que pueden ser
códigos éticos de conducta.
En mi
opinión en la sociedad actual faltan medios que difundan valores éticos al
conjunto de la sociedad. La pérdida de influencia de la iglesia católica como
difusora de sus propios criterios de conducta no ha sido sustituida por otras
posibles alternativas. Las diferentes ONG tratan de cumplir diferentes misiones
humanitarias, pero no se han planteado el ser “difusoras de valores éticos”. Diría
que actúan también en planos individuales y les falta actos comunes. Son en
buena medida competencia entre ellas para captar socios y las vemos en las
calles buscando conseguirlos.
Estamos en
un medio que cada vez más prima “lo individual” sobre “lo social”. Simplemente
al pasear por cualquier calle vemos que la gente que nos rodea está más
pendiente de la pantalla de su móvil que de la persona que pueda tener al lado.
Sin embargo esos criterios éticos y de convivencia se construyen en relación a
los otros. Es particularmente complicado el saber en las redes sociales el
diferenciar la verdad de la mentira o establecer criterios de conducta. En ese
“mar social” la navegación es complicada y parece que “todo vale” y que “no hay reglas”.
Desde el
individualismo se llega a un excesivo proteccionismo. Antes cuando un alumno
cometía una determinada falta en las aulas y
el profesor se lo hacía saber a sus padres, lo habitual era que ese
alumno se llevase una regañina añadida en su casa. Hoy lo común es que la
disputa se centre con el profesor. Faltan por otra parte medios normativos para
que esos centros educativos hagan valer
unos criterios de disciplina que se apliquen de forma inmediata y no mediante
largos procesos que no llevan a ningún sitio. Creo que sería mejor dar libertad
al profesorado en la aplicación de esos criterios en base a una norma que
viniera fijada y que incluso luego permita examinar lo que pudiera ser su
correcta aplicación.
Termino como
empecé, lo malo no puede ser bueno. Presumir de “ser malo” no deja de ser una
aberración social. Desde las diferentes concepciones éticas intentemos
establecer un tronco común y busquemos ganar en difusión de esas normas básicas
de buena conducta. Con ello ganaremos todos.
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