jueves, 5 de julio de 2018

¿Qué ESPAÑA?




          En este momento histórico es particularmente importante definir lo que se entiende por España. Desde algunas fuerzas nacionalistas se ha abandonado el concepto de “independencia”, tal vez por su insuficiente aceptación, y se ha sustituido por el de la “relación bilateral”. Para ello establecen dos partes, una de ellas es su territorio de referencia (Euskadi, Catalunya…) y la otra “España”. Es una visión uniformizadora que únicamente distingue y opone dos polos. Ni siquiera queda muy claro,  en esa relación “bilateral”, donde  incluirían los nacionalistas vascos a Catalunya o los nacionalistas catalanes a Euskadi. No veo sustancial diferencia entre lo que es ese modelo de relación y el que pueda existir entre Francia y España o Italia y España.

            Es el modelo que niega formar parte de un proyecto común (España) y se consideran que ellos mismo son “el todo”. Estas teorías rupturistas llevan consecuencias  muy peligrosas tanto en el ámbito de la convivencia social como en lo que son las condiciones de vida y bienestar de la ciudadanía.

            Desde otros polos ideológicos se viene a defender un modelo de España basado de modo exclusivo en dar respuesta a los que no se sienten españoles. El resto del territorio no cuenta. Yo diría que es un modelo que alienta el secesionismo. Es como decir “para que a usted se le tenga en cuenta debe amenazar el proyecto común de España”. En mi opinión es también un camino equivocado. Se hace necesario y hasta urgente el recuperar la defensa de España y de lo español desde la izquierda. Diría que a veces esa supuesta izquierda ha venido a defender los privilegios de los poderosos frente a los territorios con menor poder económico y político.

            Hay personas (como yo mismo) que siendo y sintiéndose españoles sin embargo no compartimos el actual modelo de organización territorial. Esto hace que para algunos seamos unos nacionalistas y nos asocien a modelos territoriales a los diría que combatimos. Nos resulta complicado explicar que la defensa de la identidad leonesa no tiene nada que ver con los planteamientos de los partidos nacionalistas. Espero que este artículo ayude a explicar lo que son nuestros puntos de vista.

            La España plural que defendemos no puede ser nunca la que recoja modelos de “relación bilateral”. El reconocimiento de la diversidad no puede estar en oposición a la igualdad de derechos. La historia es un recorrido a través de los siglos y no cabe vincularla a unos pocos años (con lo cual habría que hacer una relectura de lo que son y significan las llamadas “nacionalidades históricas”).

            Es un principio democrático que los derechos civiles se sustentan en las personas. Ha sido demasiado recurrente en los regímenes totalitarios el utilizar el concepto de “pueblo”. Diría que aquellos que hacen uso del mismo tienden a promover un carácter excluyente que se vincula a una identidad ideológica de grupo. Así “pueblo” no es tanto los que viven en un territorio determinado como aquellos que asumen sus propios planteamientos políticos.

            La España que queremos debe regirse por los principios de la solidaridad y esta se ejerce desde el “que tiene más” hacia “el que tiene menos” (ya sea a nivel individual o territorial). Sin embargo muchas veces no es así. Es el caso del reparto de los sacrificios y los beneficios en la generación de electricidad. Así en territorios con menos recursos es donde se hacen los pantanos que inundan pueblos y valles, mientras que la generación de empleo y la tributación fiscal se hace en zonas con mayor poder económico y político. Incluso eso supone que el precio de la electricidad es más caro para las empresas que están ubicadas allí donde está el pantano que para otras que están donde tiene su sede fiscal la eléctrica propietaria de la central. Ello supone además que se favorece la concentración  de empresas en las zonas donde se tienen esas condiciones favorables y la despoblación allí donde se han hecho los pantanos.

             Un reconocimiento de la pluralidad tiene como punto de partida la existencia de una “unidad”. No compartimos los modelos que nos dibujan mosaicos de unidades distintas (“la mía” y “la tuya”). Diría que la libertad se ejerce desde el reconocimiento de la pluralidad y que todo aquello que supone el reducirlo a unos determinados esquemas de pensamiento lleva asociado modelos exclusión social muy peligrosos.

            El marco unitario es España. Unidad no significa uniformidad. Ni pluralidad cabe circunscribirla a los territorios con mayor implantación de los partidos nacionalistas. Hay que tener una cierta perspectiva histórica que nos lleve a comprender como surge España para desde allí poder plantear unos modelos de futuro. Hay que conseguir una estabilidad en esos marcos de relación.

            La España concebida como una “unidad plural” se recoge en el Regnun Imperium Leonés. Había un “emperador” que era “rey de reyes”. La traducción podría ser hoy la de considerar la Constitución Española como el marco de referencia unitaria para todos. Ella debe acoger a lo que podemos considerar diferentes formas de ser españoles. Entre ellas habría de estar la de aquellos que somos y nos sentimos leoneses sin que ello suponga ningún tipo de oposición a nuestra condición de españoles.

            El acertar en ese modelo de lo que es España será clave para desde esa estabilidad proyectar unas mejores condiciones de vida para la ciudadanía.

1 comentario:

  1. Maite F. Zambrón6 de julio de 2018, 0:17

    Buenos días David.

    Me ha resultado muy interesante, como siempre, el artículo que has escrito, te traslado mi enhorabuena.

    Solo quería hacer una aclaración sobre lo que dices del término "pueblo". Sin quitarte un ápice de razón, a veces las circunstancias te obligan a hacer uso de términos como ese para que en algunos foros, instituciones... te reciban y te escuchen, porque si les hablas de territorio comienzan a temblar y te llaman "separatista" (como bien explicas en tu artículo).

    Muchas personas, que estamos en las antípodas del totalitarismo, en muchas ocasiones nos vemos "obligadas" a utilizar términos determinados para que nos escuchen.

    Y en cualquier caso, las palabras son universales, no son patrimonio de ninguna ideología. Únicamente varía su significado dependiendo de quien las utilice y con que fin.

    Solo es una reflexión que se me ha ocurrido al leer tu artículo.

    Recibe un abrazo cordial.

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