Creo que en
este momento, algunas personas tienen una cierta tendencia a dar “carnets”
que permitan o prohíban, la adscripción a una determinada forma de
pensar o incluso a un territorio. Aunque nadie les ha elegido, fijan unos
determinados filtros para “la admisión” a su colectivo de pertenencia.
Creo que eso
nos lleva a un uniformismo reduccionista que se aplica en diferentes ámbitos,
ya sea en asignar a lo que es “ser español”, “ser catalán” e incluso también en
el “ser leonés” o “leonesista”. En todo ello se reflejan ciertas carencias
democráticas.
La libertad
tiene colores, es plural. El autoritarismo es lo que lleva a la uniformización
de conductas. La identidad con España y lo español no puede ser algo que “se
privatice” por un determinado partido o una ideología concreta. Para decirlo
claro, sería muy positivo que en un mitin de Podemos hubiera un número de banderas
españolas similar al que pudiera haber en uno de Vox, por mucho que fuesen
discrepantes en sus planteamientos ideológicos. Para llegar a ese punto de
equilibrio habría que aumentar la presencia de ese símbolo en uno y disminuirlo
en el otro. Hay que rescatar la pluralidad ideológica y territorial de España.
La extrema
derecha en diferentes países de Europa ha tratado de apropiarse de esos
símbolos nacionales. Por poner sólo algunos ejemplos podríamos hablar del
partido “Auténticos Finlandeses” o el Frente Nacional en Francia. Además con
ello marcan distancia en todo lo que es la política inmigratoria (que es un
vector claro que les impulsa). Uno diría que en España se está tendiendo a
seguir esos pasos. En este caso “ir por detrás” de otros países europeos, sería
más bien “estar por delante”.
En el caso
leonés también ocurre algo de esto mismo. Hay que evitar adoptar posiciones
excluyentes en función de que aquello que se defiende no coincida con mi forma
de pensar. Yo no discutiré la condición de leonés de Martin Villa por mucho que
discrepe de sus planteamientos y que considere que fue un representante que
traicionó al pueblo que le había elegido.
En el
leonesismo puede y debe haber distintas formas de entender ese movimiento. Son
los colores de la libertad. Habrá un punto en común en la defensa de que la
Región Leonesa debe tener un reconocimiento como tal dentro de la España
plural. A partir de ese principio en el resto de cuestiones se pueden marcar
importantes diferencias.
Conjugar
“unidad y pluralidad” es clave. Una unidad que uniformiza todo es atosigadora y
atenta a las libertades tanto de grupo como individuales. La división debilita
la fuerza para lograr los objetivos que se persiguen. En ese proceso de conjugar “unidad y
pluralidad” será fundamental diferenciar aquellos temas que son prioritarios,
de otros que son “menos importantes”. Sin hacer dejación de lo que pueden ser
los planteamientos propios habrá que transigir hasta lograr una cierta unidad
de acción.
Un buen
ejemplo de todo ello lo podemos encontrar en el desfile de los pendones
leoneses. Tras el pendón (con todos sus colores) nos encontramos a personas
viejas y jóvenes, a hombres y mujeres, a religiosos y a ateos, a gente de
“derechas” y de “izquierdas”, homosexuales y heterosexuales, blancos y negros…
Diría que ese es el color de la libertad y el de la unidad en la diferencia.
Este marco
plural es opuesto a aquellos que lo que quieren es confrontar dos unidades. En
ese sentido los independentistas catalanes pueden ser tan uniformizadores como los
seguidores de Vox.
Europa no es
sólo un referente geográfico, es también un universo de valores culturales que
se han ido desarrollando con los siglos. Los movimientos que se están
produciendo en los diferentes países con el avance de los extremismos, están
llevando a poner en peligro este marco de convivencia en la pluralidad.
Los flujos
de inmigración han generado conductas de insolidaridad que a su vez han
fomentado el crecimiento de estos partidos en los diferentes países de Europa.
Diría que más que buscar una postura común europea para afrontar esta situación
se ha ido más bien al “sálvese quien pueda” y “tonto el último”.
La
integración de las diferencias, suele ser una fórmula que lleva al éxito
social. Podría ser un ejemplo la selección francesa de futbol que gana el
último mundial con un equipo multirracial. Diría que, con toda probabilidad,
esa selección no hubiera ganado ese torneo en el caso de no haber integrado a
personas de orígenes y razas distintas. Creo que este ejemplo sería extensible
a otros ámbitos.
La libertad
tiene colores y se construye desde el respeto a la diferencia. Construir “un”
arco iris que los armonice será fundamental para avanzar en conseguir el
progreso social y económico. Es uno de los retos más importantes que tenemos
que afrontar tanto en el presente como en el inmediato futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario