martes, 5 de febrero de 2019

LA SOLUCIÓN NO ES EL CAMBIO DE PARTIDO.




            El discurso del alcalde de Valladolid con su propuesta de centralizar aún más las inversiones en esa ciudad, ha echado por tierra las posiciones de aquellos que defendían que el único problema era la política del PP en Castilla y León. Desde esa posición su argumento se sustentaba en que un cambio político en la presidencia del gobierno en Castilla y León acabaría con la marginación de la Región Leonesa.

            Las manifestaciones de Oscar Puente (PSOE) vendrían estar muy en la línea de las que hacía su antecesor en la alcaldía de Valladolid, León de La Riva (PP). Desde luego su sintonía sería mucho mayor que la que tiene con sus compañeros de partido en León (que textualmente han dicho “se ha robado a León para fortalecer a Valladolid”). En definitiva la condición de vallisoletanos une mucho más que lo que pueda ser la identidad ideológica. No deja de ser significativo que  ese discurso que dice “es tirar el dinero el invertir en otros provincias” haya sido aplaudido por el auditorio al que se dirigía en su ciudad.

            Diría que las posiciones de Oscar Puente en nada tienen sintonía con un partido de izquierdas que en teoría defiende la igualdad social y territorial. El decir que “la forma de emplear bien los recursos sería apostar muy fuerte por una ciudad como Valladolid” y evitar que esos recursos vayan hacia los territorios más degradados económicamente tienen poco o nada que ver con un planteamiento socialista. Tampoco ayuda a su propio partido, ya que dinamita el discurso del PSOE en el resto de la Comunidad Autónoma. Es un claro ejemplo de egoísmo no sólo en el plano social sino también en el individual, busca réditos electorales en su ciudad, aún a costa de perderlos en el conjunto de Castilla y León. No parece una buena carta de presentación de las candidaturas en la Región Leonesa el decir que sería una buena medida detraer recursos e inversiones en ella para llevarlos a Valladolid ¿a qué no?

            Hay que recordar que el actual alcalde de León hizo un acto de hermanamiento con el autor de esas declaraciones (con motivo del partido Cultural-Valladolid). Ahora ha tratado de desviar la atención haciendo referencia al conflicto catalán y al Gobierno Central. No se puede establecer actos de hermanamiento con aquellos que propugnan tu ruina económica y cultural. Igual sería más propio declararlo “persona non grata”. Tampoco es admisible una referencia a lo que ocurre en Cataluña por mucho que coincidamos en que “más independentismo no puede equivaler a más inversiones”.

            En 1.983 la provincia de León tenía 526.439 habitantes y representaba el 1,38% del total de España. Ello suponía 38.809 más habitantes que la provincia de Valladolid. En el 2.018 los habitantes de León son 463.319, mientras que en la provincia de Valladolid viven 519.674. Es decir Valladolid supera en 56.355 habitantes a la provincia de León (que pasa a representar menos del 1% de la población española). Es decir en ese tiempo, el diferencial negativo de la provincia de León con la de Valladolid ha sido de -98.164 habitantes.

            Al señor Oscar Puente estos datos le parecen “pocos” y quiere más. Su alternativa es que Valladolid sea el centro de la Comunidad y el resto de territorios “sus barrios”. Es un centralismo asfixiante y escasamente democrático. Con los dineros de los leoneses y de los castellanos se nutre el centralismo vallisoletano. Dineros ya sea vía impuestos con los que se paga el funcionamiento de las instituciones, los centros informativos que allí se ubican, pero también los aeropuertos, la orquesta sinfónica o el casino (por poner sólo algunos ejemplos).

            La centralidad de Valladolid se sustenta en la existencia de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Es una evidencia que si la España de las Autonomías hubiera dado un reconocimiento político a la Región Leonesa por un lado y a la Región Castellana por otro, Valladolid hubiera dejado de tener esa centralidad geográfica y con toda la probabilidad Burgos hubiera podido ser la sede de los gobiernos castellanos.

            En definitiva esas declaraciones ponen de manifiesto que la solución para el reconocimiento de la identidad leonesa y favorecer su desarrollo económico y social, no pasa simplemente por un cambio de partido en el poder. Ya hemos visto la identidad de los discursos de dos alcaldes de Valladolid de signo político distinto.

            Más allá de los cambios coyunturales (de partidos), se hace necesario un cambio más estructural. Hay que ver el modelo político que se propugna para la actual autonomía y en qué medida se corresponde con las declaraciones comentadas.

            Este vendría a ser un ejemplo más, de aquellos que defienden un modelo uniformizador frente al que los leoneses siempre hemos defendido  la “unidad plural”. El “todo para mí” es profundamente egoísta y promueve las desigualdades económicas, sociales y culturales. La ciudadanía leonesa tendrá que valorar quién defiende mejor sus intereses. A veces los silencios de algunos también “hablan”.

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