El discurso del
alcalde de Valladolid con su propuesta de centralizar aún más las inversiones
en esa ciudad, ha echado por tierra las posiciones de aquellos que defendían
que el único problema era la política del PP en Castilla y León. Desde esa posición
su argumento se sustentaba en que un cambio político en la presidencia del
gobierno en Castilla y León acabaría con la marginación de la Región Leonesa.
Las
manifestaciones de Oscar Puente (PSOE) vendrían estar muy en la línea de las
que hacía su antecesor en la alcaldía de Valladolid, León de La Riva (PP).
Desde luego su sintonía sería mucho mayor que la que tiene con sus compañeros
de partido en León (que textualmente han dicho “se ha robado a León para
fortalecer a Valladolid”). En definitiva la condición de vallisoletanos une
mucho más que lo que pueda ser la identidad ideológica. No deja de ser significativo
que ese discurso que dice “es tirar el
dinero el invertir en otros provincias” haya sido aplaudido por el auditorio al
que se dirigía en su ciudad.
Diría que las
posiciones de Oscar Puente en nada tienen sintonía con un partido de izquierdas
que en teoría defiende la igualdad social y territorial. El decir que “la forma
de emplear bien los recursos sería apostar muy fuerte por una ciudad como
Valladolid” y evitar que esos recursos vayan hacia los territorios más
degradados económicamente tienen poco o nada que ver con un planteamiento
socialista. Tampoco ayuda a su propio partido, ya que dinamita el discurso del
PSOE en el resto de la Comunidad Autónoma. Es un claro ejemplo de egoísmo no
sólo en el plano social sino también en el individual, busca réditos electorales
en su ciudad, aún a costa de perderlos en el conjunto de Castilla y León. No
parece una buena carta de presentación de las candidaturas en la Región Leonesa
el decir que sería una buena medida detraer recursos e inversiones en ella para
llevarlos a Valladolid ¿a qué no?
Hay que recordar
que el actual alcalde de León hizo un acto de hermanamiento con el autor de
esas declaraciones (con motivo del partido Cultural-Valladolid). Ahora ha
tratado de desviar la atención haciendo referencia al conflicto catalán y al
Gobierno Central. No se puede establecer actos de hermanamiento con aquellos
que propugnan tu ruina económica y cultural. Igual sería más propio declararlo
“persona non grata”. Tampoco es admisible una referencia a lo que ocurre en
Cataluña por mucho que coincidamos en que “más independentismo no puede
equivaler a más inversiones”.
En 1.983 la
provincia de León tenía 526.439 habitantes y representaba el 1,38% del total de
España. Ello suponía 38.809 más habitantes que la provincia de Valladolid. En
el 2.018 los habitantes de León son 463.319, mientras que en la provincia de
Valladolid viven 519.674. Es decir Valladolid supera en 56.355 habitantes a la
provincia de León (que pasa a representar menos del 1% de la población
española). Es decir en ese tiempo, el diferencial negativo de la provincia de
León con la de Valladolid ha sido de -98.164 habitantes.
Al señor Oscar
Puente estos datos le parecen “pocos” y quiere más. Su alternativa es que
Valladolid sea el centro de la Comunidad y el resto de territorios “sus
barrios”. Es un centralismo asfixiante y escasamente democrático. Con los
dineros de los leoneses y de los castellanos se nutre el centralismo
vallisoletano. Dineros ya sea vía impuestos con los que se paga el
funcionamiento de las instituciones, los centros informativos que allí se
ubican, pero también los aeropuertos, la orquesta sinfónica o el casino (por
poner sólo algunos ejemplos).
La centralidad de
Valladolid se sustenta en la existencia de la Comunidad Autónoma de Castilla y
León. Es una evidencia que si la España de las Autonomías hubiera dado un
reconocimiento político a la Región Leonesa por un lado y a la Región
Castellana por otro, Valladolid hubiera dejado de tener esa centralidad
geográfica y con toda la probabilidad Burgos hubiera podido ser la sede de los
gobiernos castellanos.
En definitiva
esas declaraciones ponen de manifiesto que la solución para el reconocimiento
de la identidad leonesa y favorecer su desarrollo económico y social, no pasa
simplemente por un cambio de partido en el poder. Ya hemos visto la identidad
de los discursos de dos alcaldes de Valladolid de signo político distinto.
Más allá de los
cambios coyunturales (de partidos), se hace necesario un cambio más
estructural. Hay que ver el modelo político que se propugna para la actual
autonomía y en qué medida se corresponde con las declaraciones comentadas.
Este vendría a
ser un ejemplo más, de aquellos que defienden un modelo uniformizador frente al
que los leoneses siempre hemos defendido
la “unidad plural”. El “todo para mí” es profundamente egoísta y promueve
las desigualdades económicas, sociales y culturales. La ciudadanía leonesa
tendrá que valorar quién defiende mejor sus intereses. A veces los silencios de
algunos también “hablan”.
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