Lo que ha hecho Pablo Casado con la dirección del PP Vasco no
se puede entender, es inadmisible e indigna. Que hagan una coalición electoral
con Ciudadanos puede resultar perfectamente comprensible. Sin embargo no ha
sido ese el punto que ha separado a Casado y a Alfonso Alonso. Más bien lo ha
sido la falta de autonomía de los populares vascos para negociar ese pacto y
las listas electorales.
Si nos
atenemos a los sondeos publicados con carácter previo a ese acuerdo tenemos que
en el de GAD-3 para ABC el PP obtenía en Euskadi un 7,9% de los votos y 7 escaños; Ciudadanos lograba
el 0,8% y ni asomo de posibilidades de lograr representación. En el sondeo de
Gizaker para EITB al PP le daba un 6,9% de los votos y 5 escaños mientras que
Ciudadanos obtenía un 0,9%. En definitiva Ciudadanos no tenía posibilidad
alguna de alcanzar representación y los votantes del PP eran entre 8 y 10 veces
más que los votantes de Ciudadanos.
Si nos vamos
a los datos reales de las últimas elecciones generales el PP obtuvo un 8,9% de
los votos por un 1,1% Ciudadanos. Es decir vuelve a darse la ratio de unas 8
veces más votantes del Partido Popular. Por otra parte Ciudadanos carece de
cualquier tipo de representación institucional en Euskadi.
Con esos
datos en la mano es normal que Alfonso Alonso pusiera el grito en el cielo
cuando le dicen que de los posibles escaños a obtener al menos 2 deberían ser
para Ciudadanos.
Es aún menos
comprensible la posición del PP de Casado cuando en Galicia toma la posición
contraria y admite la tesis de su candidato de no ir coaligados con Ciudadanos.
Es todo un signo que “la fuerza” se impone a “la razón”. En Galicia no pueden
poner en peligro el liderazgo de Feijoo. Es una falta de respeto a los dirigentes
del PP vasco que han dejado hasta sus vidas en el ejercicio de representar a
ese partido.
La
incoherencia llega hasta el punto de que se ven en la necesidad de expulsar a
aquel al que días antes habían nombrado su candidato a lehendakari. En un gesto
de arrogancia la dirección de Pablo Casado nombra un nuevo candidato sin tener
para nada en cuenta lo que puedan opinar las bases de su partido en Euskadi.
Para esa función eligen a alguien que anteriormente había abandonado la
política por discrepar en el puesto que el propio Pablo Casado le había dado en
las últimas elecciones europeas. Así “resucita” para la política vasca, Carlos
Iturgaiz.
El nuevo
candidato desde el principio marca su línea de actuación dirigiendo un guiño a
los votantes de VOX. Declara que ellos son los únicos que defienden la unidad
de España y el marco constitucional.
Pues mire
desde mi punto de vista ustedes son más bien la anti España. Y se lo dice
alguien que es y se siente español. Que cree en la necesidad de respetar el
marco constitucional. Yo más bien considero que el modelo de España que usted
defiende se asimila bastante a la España franquista y también creo que ese
modelo excluyente ni antes ni ahora es beneficioso para España y para los
españoles. Ese modelo es tan excluyente que hasta expulsa a los propios militantes
de su partido.
Es
inadmisible esa división de que únicamente son españoles los que asumen sus
planteamientos. España es plural y diversa. Es plural en sus territorios y no
se puede entender que desde posiciones autoritarias se niegue la posibilidad de
expresarse a su propia militancia. ¡Qué menos que sean los militantes de cada
territorio los que elijan a los que sean sus representantes y cargos políticos!
España es
también diversa en sus criterios ideológicos. Desde luego es negar España el
limitarla a aquellos que votan PP o VOX. Es conocido que en Euskadi los
independentistas son alrededor de un tercio de los votantes. Es decir sobre un
66% no desean la independencia de Euskadi. Sin embargo si sumamos los votos de
PP, Ciudadanos y Vox en las últimas elecciones es suma no pasa del 12,5%. ¿Cómo
explican ustedes esa disparidad? Son
minoría incluso también entre los vascos que se sienten españoles.
No entiendo
muy bien que con ese discurso excluyente pretendan recuperar votos del PP que
pudieran haber optado por votar al PNV. En principio esos votantes no parece
que estarían muy conformes con una dirección que niega voz a su propia
militancia vasca.
Además todo
este embrollo deja traslucir un excesivo apego a los cargos. Iturgaiz abandona
la política no por discrepancias con su partido a nivel ideológico sino más
bien por considerar que había sido relegado en las listas electorales. Ahora
vuelve por cuanto es nombrado candidato a lehendakari.
Los valores
de la pluralidad y de la diversidad son banderas de libertad. Es necesario
recuperarlas en España y en Euskadi frente a aquellos que prefieren la
imposición de la uniformidad.
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