El
punto de partida.
En el punto de partida tenemos una
posición común. Tanto usted como yo discrepamos con el mapa de las autonomías
que diseño Martin Villa. Los dos consideramos que en el mismo debía de haber un
reconocimiento a una de las regiones con mayor abolengo de España, la Región
Leonesa. En sus recientes declaraciones dejaba muy claro que en ese momento
usted hubiera apostado por el reconocimiento de una autonomía leonesa.
En base a todo ello, los dos
consideramos que se cometió un error (y una injusticia) olvidando que en ese
mapa se incluyese la autonomía leonesa. Además ese proceso se llevó a cabo sin el
consentimiento de los leoneses y contra la voluntad de la gran mayoría de
ellos. Incluso cabría decir que hoy en día son inexistentes los que pudieran
considerar idóneo para los leoneses el actual marco autonómico.
¿Permanecer en el error o corregirlo?
En lo que ya discrepamos es que usted
es partidaria de “permanecer en el error” y yo abogo por la necesidad de
“corregirlo”.
Usted propugna “paciencia” y
“resignación” para seguir adelante con un marco autonómico no deseado (por
usted tampoco). Es lo que yo he llamado en alguno de mis artículos la defensa
del “Reino de los cementerios”. En ese sentido cree que hay que asumir la
situación actual como algo irreversible (la propia muerte) y ser obediente al
poder y las instituciones.
Algunos sin embargo pensamos que “los
errores no caducan” y que cuando algo está mal habrá que poner los medios para
corregirlo. Imaginen a alguien que padece una enfermedad y en vez de poner los
medios para atajarla, le dicen que simplemente asuma que la tiene, que aguante
los padecimientos y que “no hay remedio”. Frente a ese Reino de los cementerios
otros defendemos un Reino de León vivo y pujante (que no sólo sea una
referencia en los libros de historia).
Las consecuencias.
Este apartado podría llenarlo con
cifras y datos a los que usted dice ser muy aficionada. Claro el riesgo sería
aburrir demasiado a un lector que ya seguro que está convencido que a León no
le ha ido bien en este marco autonómico. Así que trataré de centrarme en los
fundamentales.
En el caso de León y la Región
Leonesa. En 1.983 la
provincia de León superaba a la de Valladolid en +38.809 habitantes. En el
2.020 la de Valladolid superaba a la de León en 61.575. Ello se debe a que en
ese período de tiempo la provincia de León perdió -67.298 habitantes y la de
Valladolid ganó 33.086. Claro, somos muchos los leoneses que pensamos que eso no
es casual y se debe a la propia configuración de ese marco autonómico.
La Región Leonesa representaba en
1.983 el 43.17% de la autonomía de Castilla y León y la Región Castellana el
56.83%. Pues bien en el 2.020 la Región Leonesa ha pasado a representar el
40.06% y la Castellana el 59.94%.
Pero es que incluso a nivel del
conjunto de la autonomía tampoco le ha ido bien. En 1.983 representaban el 6.8%
de los habitantes de España y en el 2.020 el 5,07%.
En cuanto a España. Martin Villa propicia la creación
de la autonomía de Castilla y León como un “dique de contención” contra los
nacionalismos de Cataluña y del País Vasco. Para ello cuenta con el apoyo que
desde Valladolid le prestó en su día Peces Barba.
¿Ha sido eficaz este marco autonómico
para conseguir el objetivo que perseguía Martin Villa? Uno diría que
evidentemente no. Para empezar hemos asistido a intentos muy serios para
alcanzar la independencia de Cataluña. Contrasta esa situación con algo que yo
he vivido en primera persona. Era el año 2.000 y estando en esa ciudad durante
la celebración del día de la Constitución Española pude ver como los autobuses
municipales circulaban con las banderas de España y de Cataluña en sus espejos
retrovisores. De esa situación se ha pasado a que en muchos edificios cuelguen
banderas independentistas. El modelo de Martin Villa también ha fracasado en
eso.
Entrando en datos tenemos que en
1.977 había un total de 24 escaños del nacionalismo periférico mientras que hoy
se han pasado a 42. Los datos tampoco parece que apoyen que la creación de
Castilla y León haya contribuido a “ser dique de contención” de esos
nacionalismos periféricos.
Otra cosa que no entiendo es esa
distinción que usted establece entre El Bierzo y León ( cuando alguien nacida
en La Bañeza dice que es 75% berciana y 25% leonesa) . ¿ Es que para usted El
Bierzo no es León?
En fin considero que para empezar un
camino de recuperación hay que atajar las cosas que están mal. No permitir que
el daño siga avanzando. Puede ser que el camino sea largo, pero nada es
inamovible. La democracia se asienta en la voluntad de las personas. Cuando la
ley es contraria a esa voluntad lo que hay que hacer es cambiar la ley. No vale
promover el inmovilismo.
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